La masacre
que desenmascaró
a las FAES
La madrugada del 11 de junio de 2020, funcionarios de las FAES irrumpieron violentamente en varias viviendas del barrio El Limón, en la carretera Caracas-La Guaira. El operativo se prolongó durante dos horas y al final fueron asesinados cinco hombres. Como suele suceder, las FAES se apresuraron a asegurar que se trataba de delincuentes que abrieron fuego contra la comisión policial. Pero uno de los asesinados era Wilmer Yánez, escolta de la ministra de Servicios Penitenciarios, Iris Varela, quien públicamente exigió castigo para los culpables.
La exigencia de Varela fue inmediatamente atendida por el ministro de Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Néstor Reverol, y por el fiscal designado por la Asamblea Nacional Constituyente, Tarek William Saab, quienes informaron que los funcionarios de las FAES simularon un enfrentamiento y forjaron evidencias para encubrir la presunta ejecución extrajudicial. En apenas dos días fueron detenidos e imputados.
La celeridad con que actuaron las autoridades en el caso de la Masacre de El Limón contrasta con la impunidad generalizada en que se encuentran la mayoría de las presuntas ejecuciones extrajudiciales atribuidas a las FAES.
Dos meses después de la masacre, Proiuris recabó los testimonios de las víctimas sobrevivientes. Son cinco familias trastocadas por la brutalidad policial. Legítimamente aspiran a que haya justicia, reparación de daños y garantías de no repetición de los atropellos. Sin embargo, poco o nada saben de la marcha del proceso judicial; poco o nada han recibido de manos del Estado responsable de su duelo.
