Reportes, Venezuela

“No creí que fuera a sufrir tanto en mi vejez”

Yuney Rodríguez sufre de tromboflebitis y en Venezuela no consigue los medicamentos para la enfermedad. Tiene comprometida su pierna y está en riesgo de sufrir un accidente cardiovascular

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron

Estoy muy delicada de salud porque sufro de tromboflebitis (inflamación crónica que produce coágulos de sangre que bloquea una o más venas, mayoritariamente de las piernas). Hace unos años atrás estuve hospitalizada, casi me amputan la pierna porque estaba en muy mal estado.

También soy una persona hipertensa. Cuando estuve internada, me compliqué mucho. Estuve dos años sin poder caminar ya que se me hizo una úlcera en el pie y la herida no sanaba. Desde allí en adelante he estado padeciendo muchos quebrantos de salud. En diciembre del 2022 sufrí una nueva crisis y no conseguí el tratamiento. Debo tomar medicamento de por vida y hay veces que ni para eso tengo.

Soy una bomba de tiempo. En cualquier momento me puede dar un accidente cardiovascular (ACV); me puede sobrevenir un infarto, colapsar y morir. Esa fue la sentencia del doctor cuando me vio en la última consulta médica.

Todos los días estoy a la espera de un fatal desenlace, porque no tengo para comprar medicamentos. Da tristeza que una persona de casi 70 años no tenga atención médica gratuita en nuestro país. Cuando voy a los hospitales, de verdad me pone mal ver a la la gente como yo de la tercera edad sin ningún beneficio ni apoyo. Como siempre quedamos a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo.

Así inicia el testimonio de Yuney Rodríguez, de 68 años, una adulta mayor venezolana, con varias enfermedades complejas y que, debido a la crisis humanitaria compleja y la vulneración de derechos fundamentales por parte del Estado venezolano, no ha recibido una atención médica oportuna y de calidad.

Ella vive con su único hijo, su nuera y dos nietos. Devenga solo una pensión mensual equivale a poco más de 20 dólares, que no alcanza si quiera para cubrir medicamentos básicos como anticoagulantes y antinflamatorios para la tromboflebitis.

La organización Provea ha advertido que la crisis alimentaria, la escasez de medicinas y el deterioro de hospitales son algunos de los principales problemas del adulto mayor en Venezuela actualmente, que los vuelve aún más vulnerables y en riesgos que comprometen sus vidas.

En el caso de Yuney, se suma la urgencia por adquirir insumos para completar su tratamiento, como adhesivos e inyectadoras para sus sesiones con agua caliente, para aliviar temporalmente la inflamación crónica de sus piernas y pies.

La enfermedad de Yuney pone en extrema gravedad sus extremidades inferiores

Sin ningún ingreso para sostenerse

La salud mental de Rodríguez también se ve afectada por su precaria situación médica. “Vivo triste, preocupada, resignada. Esto no se lo deseo a nadie”, sus palabras están cargadas de pesar.

Antes de que agudizara la crisis venezolana, la vida “Yune” como le dicen sus seres queridos, era normal. Su hijo podía cubrir sus necesidades básicas. Había buena comida en la mesa. Había acceso a medicamentos para tratar sus dolencias.

Pero a partir del 2015 todo cambió. La estabilidad se fue en picada. “Cuando mi hijo se casó tuvo un negocio de compra y venta de material reciclable y bueno, uno se podía dar sus pequeños gustos. Viajaban cuando tenían, llevaban a sus hijos también de paseo, podíamos salir a disfrutar, a compartir como familias… luego entró en crisis, mi hijo no pudo continuar con su compra y venta de chatarra y bueno, aquí estamos”.

En específico, su primogénito tuvo que cerrar la recuperadora de metales con material reciclable, porque el gobierno de Nicolás Maduro la intervino y expropió en el 2016. “Desde ese momento quedó desempleado y ha sido difícil que tenga un trabajo estable”, admite la sexagenaria.

En la actualidad siguen las carencias en la familia Rodríguez. El hijo de “Yune”, de 39 años y su nuera, de 38, están sin empleo. “Mis dos nietos están estudiando y en verdad no sabemos cómo solventar los estudios de ellos. Mi nieto mayor ya se va a graduar de bachiller y estamos pensando cómo darle los estudios para la universidad”.

La recolección de agua es otra travesía para la ya precaria situación económica y familiar de la sexagenaria

Yune siempre trabajó por su hijo

Ella no tuvo oportunidad de estudiar ni licenciarse. Por lo que tocó buscar alternativas para generar ingresos. Por eso, cuando estaba mucho más joven, Rodríguez siempre trabajó por su cuenta. Por ser madre soltera, debió dividir las actividades de crianza con las de comerciante, para garantizar un futuro digno para su único hijo.

Recordó que “comencé haciendo empanadas, pasteles, mucho tipo de comida”, hasta que su hijo creció y se independizó.

“Yo levanté a mi hijo a fuerza de muchos trabajos, a través del comercio. Fui una mujer que siempre me gustó echar para adelante. Con mis ingresos casi siempre podíamos disfrutar de llevarlo al cine, a pasear, lo llevaba a comer, le podía dar los pequeños y grandes gustos que él me pedía. Fue una época muy bonita. Eran los años 90”.

Ahora, tres décadas después, la adulta mayor ha tenido conversaciones francas con su hijo y nuera; ya que ambos quieren irse de Venezuela ya que les agobia no tener una estabilidad económica para cubrir los cuidados mínimos de Yuney ni de sus dos hijos.

“No tenemos a veces ni para comer bien, menos vamos a tener para viajar y tampoco tenemos familia en otro país que nos apoye o reciba. Aunque yo, con lo enferma que estoy, sé que no podré salir de Venezuela. ¿Qué podría hacer yo una persona como yo de la tercera edad en otro país? Para mí no es una posibilidad”, se sincera; mientras sortea sus días entre las dolencias físicas de su enfermedad y la lucha por acceder a servicios públicos como el agua potable y la electricidad.

Cerca del 77 % de los adultos mayores venezolanos por Convite, una organización no gubernamental que da seguimiento a los derechos de las personas mayores, y la organización HelpAge International, manifestaron no poder conseguir suficiente comida, que empeora sus condiciones de salud física y mental.

“No sabemos cómo hacer con las bombonas de gas, solo podemos una pequeña y recargarla a la semana, porque o solventamos el agua o la comida. Nunca nos alcanza para las tres cosas. Debemos tener mucha fuerza de voluntad para continuar como estamos hasta hoy”, finaliza “Yune”, desde la casa de una sobrina que ofreció su casa para conversar con Proiuris.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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