Reportes, Venezuela

“El salario de Venezuela nos está matando”

El sueldo que devenga *Graciela como arquitecta no alcanza para suplir el tratamiento médico para su hijo de 7 años

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron

*Graciela es arquitecta y tiene 42 años. Por miedo a represalias pide que su nombre sea cambiado y la ciudad en la que vive no sea revelada; debido a que es una funcionaria pública en una alcaldía apureña.

Se desempeña en la dirección de infraestructura y entre sus responsabilidades destacan el acondicionamiento de carreteras: asfaltado, iluminación, arborización y señalización.

En julio del 2021 fue contratada. En ese entonces, cobraba en bolívares un sueldo igual a 350 dólares; que medianamente cubrían las necesidades básicas de su familia, como alimentación y medicamentos. “Pero esta devaluación, todo mi salario se ha vuelto sal y agua. Ahora a duras penas cobro unos 80 dólares”.

Este declive económico, que por casi una década ha hundido a Venezuela, afecta la dinámica de Graciela y su familia; sobre todo por la condición médica de su hijo, de 7 años y la suya también.

El menor tiene una condición llamada estenosis de la válvula pulmonar, que es un trastorno de válvula cardíaca que compromete la válvula pulmonar.

“La estenosis es un estrechamiento y ocurre cuando la válvula no se puede abrir lo suficiente y, como resultado, hay menos flujo de sangre a los pulmones y no llega tanto oxígeno. Es lo que conocemos también como soplo”, indica la madre.

Además de ello, el menor también tiene una hernia en los testículos. Graciela lleva muchos meses buscando la manera de que lo operen y ahorrando lo que puede para las consultas médica.

“Es muy difícil, pero bueno, hay que seguir, no hay de otra”. Hay determinación en sus palabras.

Su hijo de siete años tiene una cardiopatía congénita y necesita atención médica constante. Foto referencial.

La salud de Graciela también se deteriora

Un problema en el riñón ha quebrantado la salud de Graciela. “Necesito hacerme urgente una operación entonces tengo que buscar en el sector público, porque en el privado es imposible que con este salario pueda pagarlo”.

Ni Graciela, ni su madre, hijo y sobrino, cuentan con un seguro médico. Ni siquiera con el Seguro Social. “Solo me pagan el sueldo y así es bastante difícil, pero bueno, hay que buscar qué se puede hacer”.

Aunque trabaja en el sector público, no devenga las prestaciones sociales que por ley a Graciela le corresponden. Demandarlos es saber que va a perder la batalla. “Hay mucho poder y contactos en esa Alcaldía”, advierte.

Como una bocanada de aire para su difícil situación, una hermana, con su sobrina y cuñado la ayudan desde el exterior. “Los bonos del gobierno que no me llegan a mí, pero sí a mi mamá sirven para algo de comida. No nos alcanza, pero bueno, ahí vamos”.

Volviendo a su hijo, ella indica que requieren 750 dólares para la cirugía de la hernia. “Dinero que no tenemos. Lo único que he podido cubrir es la consulta anual del corazón para que los doctores revisen si la cardiopatía ha avanzado o no”.

El progresivo colapso del sistema de salud venezolano no ha sido debidamente atendido por el Estado venezolano, por lo cual continúa agravándose. El primer semestre del 2022 el desabastecimiento de insumos en las emergencias de los hospitales del país alcanzó un 47%, mientras que el desabastecimiento de insumos para los quirófanos alcanzó el 71,5%, de acuerdo con el Informe semestral de la Encuesta Nacional de Hospitales.

Graciela, como miles de venezolanos más, añoran a la Venezuela de tres décadas atrás, donde había salud gratuita y digna para nacionales y extranjeros. “Siempre conté con empleo y buena remuneración, gracias a Dios con eso logré mi casa, el carro, viajé y tenía una buena situación, o sea, realmente de eso no me quejo. Pero todo cambió, las cosas han decaído”.

La única solución que prevé esta apureña es “que este gobierno tiene que salir porque nos han quitado todas esas oportunidades. Tienen que llegar un nuevo, yo creo que más que políticos, este país debe ser gobernado por un gerente. La política no sirve”.

 

Odisea diaria por los servicios públicos

Como otros miles de venezolanos, Graciela vive diariamente las consecuencias de la destrucción de los servicios públicos elementales como la luz, el agua, el gas y el aseo urbano. La falta de inversión, de mantenimiento y de modernización, ha generado un colapso general que, en el hogar de Graciela tiene varias caras.

La primera es la luz. Los bajones intermitentes, no programados ni notificados, son una amenaza diaria contra sus electrodomésticos y el acceso a internet con la que tanto su hijo como sobrino emplean para culminar las tareas escolares.

Una nota publicada por Infobae citó al Centro de Difusión del Conocimiento Económico (Cedice): “Apenas el 5 % de las inversiones están dirigidas a mejorar los índices de cobertura, calidad y continuidad en el suministro de electricidad en Venezuela”.

El segundo, el agua. “Llega cada 20 días, por lo que nos ha tocado comprar tanques plásticos para reservarla cuando llega, así no sufrimos tanto”. El tercero, el más precario para ella: el aseo público. “No recuerdo la última vez que vi pasar un camión del aseo. A nosotros nos toca pagarle a un carretillero para que se lleve las bolsas a quién sabe dónde”, confiesa la apureña.

Graciela debe someterse a una cirugía, pero no tiene los 750 dólares que le cobran en una institución pública para el procedimiento. Foto referencial.

Dejar Venezuela no es una opción

¿Qué extraño de la Venezuela en la que crecí? Se pregunta Graciela en voz alta. Y se responde: La buena situación que vivíamos, porque a pesar de que había gente que todo dependía del salario que cada uno pudiera cobrar, pues cada uno podía ir resolviendo su situación, su problema. Utilizaban su salario de acuerdo con su posición”.

También las reuniones en familia y a aquellos de su círculo cercano que se vieron forzados a huir de la crisis humanitaria compleja que hunde al país. “Casi todos se han ido y uno siempre se pregunta si los volverá a ver”.

Pese a esas profundas añoranzas y a las calamidades que vive Graciela, ella está determinada a seguir en Venezuela. “No me veo emigrando, primero porque tengo un niño pequeño. Solo pienso en trabajar tantas horas y no tener con quién dejarlo. Aquí, por lo menos, cuento con mi mamá”.

No tiene muchos parientes en el exterior y ha escuchado tantas cosas que deben vivir los venezolanos en diferentes países, que es algo que no le gustaría experimentar.

“Irme no me llama la atención. Prefiero mantener en mi mente la idea de los pocos viajes al exterior que pude hacer, que los hice por placer y quedarme con ese con ese recuerdo, ¿no? Porque he oído muchas cosas y no quiero que mi hijo pase por situaciones que no pueda manejar porque estoy fuera de Venezuela”.

A quienes planear volver a Venezuela, les aconseja: “Tienen que saber que aquí la situación sigue fuerte. Tienen que venir con la mentalidad de que hay que trabajar mucho, pero ya estarán en casa”.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.