Reportes, Venezuela

Benita Ortega Morales: ‘Comprar los alimentos de la cesta básica se hace casi imposible’

Una parte de su entorno familiar se vio forzado a migrar. Vivió la incertidumbre de la detención de su hijo por entrar de manera irregular a los EE.UU. Esta mujer ve como cada día aumentan sus cargas. Sus ingresos económicos no le alcanzan para vivir, depende económicamente de sus familiares que huyeron. Todo esto mientras cuida su salud y es sostén emocional de su familia 

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron

Luchadora, sonriente, de temple y súper solidaria. No deja de luchar porque los suyos cumplan sus sueños y mejoren su calidad de vida. Benita Josefina Ortega Morales, de 58 años, vive en Maracaibo y es licenciada en trabajo social, egresada de la Universidad del Zulia (LUZ).

Actualmente es jubilada, pero no cesa de trabajar en su hogar. La crisis económica y social que atraviesa el país le sigue pegando duro, no solo a su bolsillo sino también a su corazón.

Uno de sus tres hijos tuvo que huir hacia los Estados Unidos, él es uno de esos tantos venezolanos que se arriesgaron a cruzar la selva del Darién, entre Colombia y Panamá, una de las zonas más peligrosas del mundo y por donde el año pasado el 67,18% del total de las personas que hicieron esta travesía eran venezolanos.

“Mi hijo se fue hacia los Estados Unidos como muchos migrantes lograron hacerlo junto a unos familiares (…) pero lo más triste de esta travesía fue cuando los familiares lograron salir (centro de detención en EE.UU.) en un lapso muy corto y él fue retenido por migración por un lapso de casi cuatro meses”, cuenta.

Fueron cuatro largos meses para Benita y su familia. “Nosotros vivimos una situación bastante fuerte, angustia, en ocasiones deprimidos y otras con mucha fe y ánimo, porque él decía que estaba allí y en cualquier día podía salir (…) Pero fue duro porque a él le dio Covid estando dentro del centro de arresto y vivimos momentos de mucha angustia, pero fueron momentos que nos unieron como familia, porque los domingo le permitían media hora gratis de llamada y nos reuníamos en la sala de la casa a esperar su llamada, espacio que aprovechábamos para darle ánimo y fortalecerlo a través de la Palabra y eso era lo que nos mantenía”, describe.

A Benita no solo se le fue uno de sus hijos, sino también hermanas, sobrinos, primos, amigos. Confiesa que esta situación de la migración la ha afectado.

“Esto ha desintegrado a innumerables familias de manera que en mi grupo familiar además de mi hijo nos hemos visto afectado, porque han tenido que migrar otros familiares y eso nos ha marcado. Nos llena de nostalgia pensar que por una situación ajena nuestra familia se haya tenido que separar. Tengo un sobrino en Chile con su esposa y sus hijas, una sobrina con su hija sola en Colombia, desde hace 4 años; y en estos momentos se fue mi hermana. Además, de una sobrina en los Estados Unidos desde hace dos años, pero ella primero estuvo en Colombia”,

Según el estudio PsicoData Venezuela, de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), hecho entre diciembre de 2022 a enero de 2023, el 75% de las personas encuestadas vivieron una pérdida de un familiar producto de la migración. Y precisa el documento que el 34% dice que le ha costado retomar su cotidianidad después de experimentar dicha falta.

“Es una situación bastante difícil que solo quien la vive lo puede comprender, y bueno seguimos nosotros aquí con la esperanza y con la fe de que pronto esto termine y que haya un reencuentro con nuestros seres queridos porque de verdad que la nostalgia a veces nos hace una mala jugada”, enfatiza Benita.

Benita Ortega tiene cuatro hijos y un nieto, con quienes ha padecido el tema de la crisis económica y social que está viviendo Venezuela

Depende de la jubilación

Esta licenciada en trabajo social trabajó durante 27 años en el ambulatorio urbano de Ziruma, un centro de salud de atención preventiva dependiente de la Gobernación del estado Zulia, donde Benita se jubiló.

Económicamente es dependiente de los ingresos que recibe de la jubilación y de los aportes que le hace su hijo, el cual le envía en ocasiones debido a los gastos propios que tiene en el país donde se encuentra.

Esta situación le ha impactado en su bolsillo, porque refiere que el aumento indiscriminado de la canasta básica es insostenible para sus ingresos. “El alto costo de la cesta básica, es decir, comprar los alimentos de la canasta se hace casi imposible comprarlos todos al mismo tiempo, sino ir adquiriendo a medida que se vayan terminando. De esa manera nosotros subsistimos, de ir cubriendo las necesidades a medida que nos vaya fallando algún artículo”, dijo.

Los expertos en nutrición sostienen que el venezolano ha ido cambiando sus hábitos alimenticios por comida más rendidora, con un alto consumo de carbohidratos y grasas.

El Observatorio Venezolano de la Salud (OVS), en su último informe del año pasado, hizo una serie de entrevistas a personas vinculadas en el sector de medicina oncológica, nutrición, alimentación, sanidad y organizaciones internacionales y determinó que la alimentación y las deficiencias en el sistema sanitario son las principales preocupaciones.

En este mismo estudio, la docente titular jubilada en el decanato de Ciencias de la Salud de la Universidad Centro Occidental Lisandro Alvarado (UCLA), y médico nutrióloga, Mariela Montilva, explica que en la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) de 2022 se destaca que el 76% de la población venezolana no llega a cubrir las necesidades de la canasta alimentaria y 94% se encuentra en pobreza porque ni siquiera cubre las dos canastas básicas.

En el documento del OVS la especialista indica “la población no puede adquirir los alimentos necesarios para una nutrición balanceada, lo cual va a significar déficit en su estado nutricional o situaciones de riesgo nutricional, además de todas las carencias que se presentan en esta población vulnerable, en educación, vivienda, entre otros”.

“Montilva dijo que la población venezolana ha basado su alimentación en: ‘arroz, harina, azúcar, pasta; sin embargo, en la Encovi de 2022, también aparecen el aceite y el pollo, entre los alimentos más consumidos. HumVenezuela, reporta que el consumo de proteínas por día es de 17.9 gramos, lo cual, es sumamente bajito para toda la población”, detalla el informe del observatorio.

Según la Encovi, los beneficiarios de las cajas Claps reciben una cesta de productos que varía mucho el período de cada entrega. Sólo un 35% la recibe mensualmente, que sería el período más adecuado.

Ortega es licenciada en trabajo social y trabajó por 27 años en un ambulatorio urbano en Maracaibo, donde se jubiló.

Su salud

Esta licenciada zuliana sufre de dos enfermedades artritis y problemas circulatorios; sin embargo, tiene que viajar a Colombia para hacerse chequeos médicos y recibir el tratamiento médico que requiere. Desde el 2018 hace este proceso para mantener su estado de salud estable.

“Estoy en tratamiento recibiendo Prednisona y Daflón, así como los exámenes rutinarios cada dos meses, aunque hay algunos mensual y así voy sorteando lo que es mi situación de salud. Gracias a Dios los demás miembros están sanos y yo sobrellevando esto”, detalla.

Sobre la situación de la salud en el estado Zulia, con la cual trabajó por más de 20 años en el sector, dice que está muy complicada, sobre todo cuando se trata de episodios donde se requieren atenciones en áreas de emergencia.

“Por eso estoy en tratamiento preventivo y confiando de que esto no llegue a mayores, porque en los momentos de crisis de emergencia la atención es muy dificultosa, porque hay que esperar unas largas colas en los hospitales, donde le dan prioridad según la patología que lleve el usuario, si hay un conocido, no hay insumos médicos. No hay cómo tratar una emergencia como tal, entonces prefiero estar en tratamiento continuo con estos problemas de salud que actualmente presento, porque si tratar una emergencia acá es muy complicado y uno debe sacar dinero, de donde no hay, y asistir a una institución privada es muy costosa”, relata Benita.

Servicios públicos

Cortes eléctricos inesperados y bajones de electricidad siguen siendo parte del día a día de Benita. “Tenemos que desconectar los electrodomésticos para que no se dañen, porque hemos perdido varios”.

Pero para ella, el tema del abastecimiento de agua potable es un dolor de cabeza eterno, de hace más de dos años. “El agua es muy intermitente, nos llega una o dos veces al mes. Esto es un grave problema que actualmente presentamos”, dijo.

Madrugar a cada rato para agarrar agua, conectar la bomba hidroneumática, mangueras y demás indumentarias necesarias para ver si llega el vital líquido de la calle, porque de lo contrario toca comprarla a los camiones cisternas, que pueden llegar a cobrar hasta 30 dólares por llenar un tanque.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.