Colombia, Reportes

Maybelis encontró en Riohacha su puerto seguro tras huir de Venezuela

Maybelis Ávila se vio forzada a dejar Venezuela. En la capital de La Guajira ayuda a migrantes a través de la fundación Salto Ángel

Reporte Proiuris

Es periodista de profesión, pero nunca ejerció en Maracaibo. Fue la docencia en el área de sociales en una escuela arquidiocesana lo que le abrió el camino profesional a Maybelis Ávila. En el 2015, con un empleo estable, ella estaba determinada a trabajar, especializarse, tener su propia casa y, eventualmente, emprender en un pequeño negocio.

Pero la situación país, en la que la estructura sanitaria, económica y social comenzó a colapsar, obligó a Maybelis a replantear su futuro en Venezuela y girar la mirada hacia Colombia, el país de nacimiento de sus padres.

“Fue la etapa en la que sentí que lo que ganaba no me alcanzaba para lo básico. Mis papás ya adultos no estaban trabajando. Mi hermana y yo aportábamos en la casa, pero ya nada alcanzaba. Eso me llevó a tomar la decisión de salir”, se sincera Ávila.

Inicia su plan para establecerse en Colombia

Colombia era el puerto seguro a donde Maybelis podía llegar. Sus padres, ambos colombianos, le heredaron la nacionalidad y con ella la posibilidad de que la joven se insertara sin tantas brechas en Colombia. Vinieron días de investigación, llamadas a sus familiares, conversaciones francas.

Maybelis es fruto de la migración colombiana de los años 60. Sus padres, de la Costa Atlántica, llegaron en el 58 a Venezuela. Hicieron Maracaibo su ciudad, de Venezuela su país. “Todo lo que lograron fue en Venezuela. Mi papa es maestro de obra y mamá se dedicó a los oficios del hogar y a cuidar de 6 hijos. Nos dieron casa, educación, valores. Somos el resultado de la dedicación de ellos”, dice la colombo-venezolana, antes de retomar su historia como migrante.

Como algunos de sus hermanos ya estaban en Colombia, Ávila tenía algunas referencias. Viajó en agosto del 2016 y volvió en diciembre a Maracaibo. Luego, en enero del 2017, llegó unos días a Riohacha. Una amiga de su hermano, directora de un colegio privado, la conectó con Timaco Rojas, director del portal de noticias La Guajira Hoy.

“Allí estuve tres años ejerciendo el periodismo. Aprendí el periodismo desde la calle, conté historias de muchos migrantes que estaban llegando y que veían un espacio de oportunidades en Riohacha. También lo que la cooperación hacía, los mismos guajiros. Todas historias positivas, para borrar ese estigma que se estaba generando por la migración”.

Ese ejercicio periodístico le legó un premio departamental de periodismo, por una historia nativa cultura wayuú, en la categoría Medio Digital.

El equipo de la Asociación en una jornada de servicios para población migrante, refugiada y retornada en la capital de La Guajira

Nació la Asociación Salto Ángel

Ese mismo 2017 colapsó completamente el sistema económico de Venezuela, empujando a miles de personas a buscar sobrevivir en Colombia. Maicao y Riohacha, por su cercanía con Venezuela, fueron dos de los municipios del departamento de La Guajira que colapsaron por la llegada intempestiva de venezolanos.

“La gente se quedaba en las plazas, en las calles. La institucionalidad no sabía qué hacer. La gente se avocó a ayudar porque sienten vínculos con Maracaibo, porque tenían familia y muchos habían vivido allá. Nosotros, como venezolanos, nos avocamos a atender la situación, pero siempre nos quedábamos cortos”.

Ávila y sus amigos llevaron comidas a la plaza de La India, en pleno malecón de Riohacha; conformándose más tarde en un voluntariado. Tras varias semanas, un amigo de ella los motivó a formalizarse y así llegó la primera de tantas oportunidades para Salto Ángel.

“La Agencia de Desarrollo de la ONU (PNUD) con el proyecto Fronteras de Oportunidades, nos brindó un fortalecimiento para conformarnos como organización de base”. Una frase -añade la joven- que caló en ellos fue: Siempre sueñen en grande. Eso fue lo que hicieron. Con sus ideas, motivación y propósito de ayudar, crearon la Asociación Salto Ángel y, el 26 de noviembre de 2018 se constituyeron ante la Cámara de Comercio de La Guajira como una ONG.

Con el nombre, querían evitar que los etiquetaran como una asociación de respuesta a venezolanos y con este cerrar la puerta a otros perfiles de la población que también necesitaban ayuda en emergencia, como cientos de colombianos retornados que desconocían cómo iniciar las rutas de acceso a derechos.

“El trabajo de Salto Ángel está forjado en valores como solidaridad, humanidad, compromiso, responsabilidad, respeto, honestidad, sinceridad, que muestran que el venezolano es entrega, amor, alegría, optimismo, resiliencia. Por eso nuestro eslogan es ‘Por una dignidad sin fronteras’, añade, con orgullo, su fundadora.

Del 2019 en adelante a la Asociación se le abrieron las puertas del Grupo Interagencial d Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM) y allí han podido acompañar proyectos con ONGs internacionales como ACNUR, Consejo Danés para Refugiados, Consejo Noruego para Refugiados, entre otros; siempre con el misionar de promover espacios de inserción social y desarrollo para migrantes, refugiados, retornados y colombianos en situación de alta vulnerabilidad.

Además, Salto Ángel hace parte de las 32 organizaciones de la sociedad civil venezolana en Colombia que hacen parte de la Coalición por Venezuela, un movimiento que busca integrar y articular acciones en defensa y promoción de los derechos humanos, las libertades y los valores democráticos; así como para atender la situación humanitaria dentro y fuera de Venezuela.

En su récord se cuentan 16 proyectos de corto alcance ejecutados y la posibilidad de llevar proyectos a otras ciudades colombianas, con el apoyo de organizaciones internacionales, como Cáritas Alemanas, en con la que están recibiendo una fase de fortalecimiento administrativo.

Cada 18 de noviembre, el equipo de la Asociación se une a las festividades del Día de la Virgen de la Chinita, que ahora organizan también en Riohacha

Varias realidades en un mismo departamento

En los 15 municipios y los 20 mil 848 kilómetros cuadrados de extensión de La Guajira, uno de los departamentos de Colombia con las mayores afectaciones de pobreza, corrupción, saneamiento y desnutrición en niños, niñas y adolescentes, habitan más de 155 mil migrantes, de acuerdo con cifras a octubre del 2022, de Migración Colombia.

En este territorio ancestral, casa de la etnia Wayuú, las oportunidades de generar medios de vida que supongan una estabilidad para los migrantes, son muy limitadas.

Según Maybelis, Riohacha, la capital, es la que ofrece un poco más de estabilidad. “Los venezolanos tienen negocios conformados en temas de publicidad, peluquería, restaurantes, entre otros servicios.

Maicao, en cambio, por ser zona comercial y de frontera, es un destino para las personas en situación pendular que ingresan para abastecerse, acceder a servicios humanitarios y retornar hacia Venezuela.

La líder de Salto Ángel añade que, en el sur de la Guajira, más específicamente en los municipios de San Juan y Fonseca, “no hay muchos procesos de estabilización porque no llega la cooperación internacional. Allá la mayoría de las personas que llegan es porque tienen familiares u oportunidades de trabajo temporales en las zonas rurales”.

Por último, los municipios del norte de La Guajira, como Manaure y Uribia, territorios que acobijan a la población binacional Wayuú, siguen recibiendo a cientos de familias wayúus que décadas atrás dejaron su tierra para buscar progreso en la Venezuela petrolera y progresista.

Allí, “la situación es compleja porque no cuentan con oportunidades. Los niños, niñas y adolescentes Wayuú sufren un choque cultural porque dejan sus casas en Maracaibo para vivir en un asentamiento indígena desértico y se enfrentan a una nueva lengua (wayunaiki). También hay que mencionar los conflictos intrafamiliares por la tierra”, aporta Ávila.

Recientemente la joven representó a la comunidad migrante venezolana en Europa. En la foto se encuentra en Bonn, Alemania.

Siguen las brechas para la integración en Colombia

Desde mayo del 2021, cuando inició el proceso de regularización masiva a través del Estatuto Temporal de Protección (ETPV), la Asociación se transformó en el brazo derecho de Migración Colombia en el territorio.

Primero, promoviendo espacios para el preregistro asistido y luego acompañando las jornadas masivas para acceder al PPT. Sin embargo, Ávila menciona una serie de trabas que retrasan la adjudicación de este documento de identificación a los más de 2 millones de venezolanos que iniciaron el proceso.

“Tras un año, no avanza la implementación. Hay personas de septiembre del 2021 que todavía no tienen el PPT. Esto ha traído desvinculaciones en los sistemas de aseguramiento, bloqueo de cuentas bancarias, cancelación de contratos laborales, entre otros problemas que impiden una positiva integración de los venezolanos en la esfera económica y social colombiana.

Si esto tiene o no que ver con el cambio de gobierno, a uno abiertamente de izquierda, Maybelis es prudente, por lo que evita emitir opiniones. “Sigo expectante a lo que pueda pasar”, se limita.

De lo que sí está clara es que no se proyecta regresar a Venezuela, pues ha logrado concretar su proyecto de vida en Colombia, junto con su pareja colombiana, con el que lleva 5 años de relación. “Siento que mi aporte Venezuela será desde Riohacha”.

Mientras, continuará siendo el sostén económico de sus papás adultos mayores, de 75 y 77 años y colaborando con sus hermanas y sobrinos que continúan en Venezuela.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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