Reportes, Venezuela

“Recorrí cuatro hospitales, y no había insumos, no había cupos para atenderme”

María José tiene una familia numerosa. Vive con su esposo y tres hijos en Maracaibo. Está desempleada, el grupo familiar subsiste únicamente con el sueldo del padre. La migración forzada de sus hermanos le dejo otra carga, asistir sola a sus padres en cualquier requerimiento que surja  

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron

Ella es una explosión de energía, de carácter fuerte, decidida y familiar. Tiene tres hijos. Ellos son su motor diario, por quienes lucha y a quienes dedica cada esfuerzo. María José de Abreu tiene 34 años y se graduó de licenciada en administración de desastres en la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Unefa).

Es la mayor de tres hermanas, y un hermano varón, y la única que queda en Venezuela con sus padres, aunque no vive con ellos.

“Mis tres hermanos se vieron obligados a emigrar, el varón tiene aproximadamente ocho años en Atlanta; mi hermana María Victoria tiene cinco años entre Chile y Perú, y mi hermana María Fernanda tiene dos años viviendo en Bogotá, Colombia”, detalla cómo la migración familiar la dejó sin parte de su núcleo cercano.

Pero, además, cuenta con mucha tristeza que también ha tenido que ver partir a primos, primas, amigos y amigas.

Según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, de Venezuela se han visto obligadas a huir 7.131.435 personas.

En la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) de 2022 se precisa que la necesidad de buscar empleo en otro país sigue siendo la primera causa para migrar que tienen los venezolanos (75%); sin embargo, explican que la reunificación familiar sigue ganando importancia con el pasar de los años.

“Igualmente se identifica que en los últimos flujos ha aumentado la emigración de nietos/as, hermanos/as, yernos/as, hecho relacionado con los procesos de reagrupación familiar que constituyen señales de cierto establecimiento de los migrantes venezolanos en los países de destino”, precisa los resultados de la encuesta.

En el caso de María José, ella confiesa que cuando la situación económica aprieta los bolsillos de ella y de su esposo Adrián, entonces comienza a pensar en migrar. “Pero, nos mantenemos trabajando y luchando, sobre todo confiando en Dios que todo mejore”, dice esta mujer marabina, que quedó desempleada desde el 2015, cuando trabajó en una óptica como asesora comercial.

“En nuestro hogar contamos con un solo sueldo, que es el de mi esposo. Con ese sueldo vivimos mis tres hijos, mi esposo y yo, pero hemos tenido que reducir gastos para que alcance ese sueldo y para cumplir todas las necesidades”, señala la licenciada.

El tema de las remesas es complicado para ella. Sus hermanos le ayudan cuando ha tenido la necesidad y la urgencia de los recursos por alguna circunstancia, pero el envío no se hace frecuentemente.

En los datos publicados por Encovi se especifica que se redujo un 49% quienes envían ayudas económicas a sus hogares de origen, tomando en cuenta la misma cifra para el año 2021 cuando los envíos representaban el 59%.

Pero, más allá del tema económico, para esta mujer lo más difícil ha sido tener que reinventarse los espacios y momentos con la ausencia de tanta gente que quiere y que quisiera tener a su lado.

Dice que ha tenido que saber manejar sus emociones y controlar el tema de fechas especiales. “Me da tristeza y depresión, en algunos momentos, pero siempre recuerdo que si ellos salieron de Venezuela fue para mejorar su calidad de vida y siempre pensando que en cualquier momento no podamos encontrar”.

María José de Abreu tiene 34 años y vive con su esposo Adrián y sus tres hijos en Maracaibo. Actualmente, solo está trabajando él.

Salud: recorrí cuatro hospitales

El sistema de salud público venezolano ha sido uno de los más golpeados por la crisis económica venezolana. En cada familia hay una historia, y la de María José no es la excepción.

La última emergencia que pasaron la involucró directamente a ella, porque tuvo una pérdida de un embarazo gemelar.

“Recorrí aproximadamente cuatro hospitales, y no había insumos, no había cupos para atenderme. Sin embargo, ya por último me atendieron en un hospital (Hospital Central de Maracaibo), donde permanecí hospitalizada”, cuenta.

Pero la atención médica se dio una vez tuvo que comprar todos los insumos que necesitaban los doctores para practicarle un legrado uterino. “Hasta los guantes que iban a usar, incluso, hasta para los refrescos de los médicos.  Gastamos aproximadamente 120 dólares en ese momento fue una situación muy dura”, detalla la muchacha.

En su hogar todos gozan de buena salud actualmente, pero afirma que en caso de enfermarse han tenido que irse acostumbrando a tomar remedios caseros. “Porque en los hospitales no es muy buena la atención que digamos”, dice.

En las estadísticas nacionales venezolanas levantadas por Encovi el año pasado, 1 de cada 3 adultos mayores ha tenido algún problema de salud y 63% de ellos buscó atención.

Estas cifras son las más recientes, porque el Ministerio de Salud de Venezuela no publica el boletín epidemiológico venezolano desde finales de 2016, para tener un referente de cómo está la salud de en el país.

La probabilidad de buscar atención médica es de 70% en el quintil más rico y 58% en el más pobre, según precisa la Encovi del año pasado.

A esta mujer le tocó recorrer 4 hospitales en medio de una emergencia obstétrica porque en ninguno conseguía insumos.

Servicios en problemas

El agua le llega cada dos meses, la luz se va a cada rato, el aseo pasa una sola vez a la semana, el transporte público de su barrio desapareció. Lo único que funciona con regularidad es el servicio del gas doméstico y el internet, aunque este último tiene sus vaivenes.

Este es el resumen que hace María José de cómo funcionan los servicios públicos en su hogar.

Para ella el peor calvario que vive es el problema del suministro del agua potable, porque le acarrea unos costos adicionales, sino que les desgasta su tiempo, porque se levanta todos los días en la madrugada cuando se corre el rumor que va llegar el agua para encender la bomba hidroneumática y ver si ocurre el milagro y ve salir agua de la tubería.

Cuenta que paga 20 dólares por el camión cisterna para que le llenen el tanque subterráneo de la vivienda, una humilde casa que cuida a su tía quien también migró.

Esta joven marabina sostiene que la crisis en Venezuela no ha sido superada, porque urge estabilizar precios de la canasta básica, porque el dinero no les alcanza.

Además, enfatiza que es necesario “invertir en los insumos para los hospitales y pues regular el tema del dólar, que es lo que en sí más nos afecta. Y no creo que sea solamente a mi familia sino a todos los venezolanos”.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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