Reportes, Venezuela

“Hay muchas necesidades, pero creo que nos está acabando la inflación”

Nació en Maracaibo, donde actualmente vive con sus dos hijos. Vivió en primera persona la migración, vivió 8 meses en Colombia pero no le fue bien.  Vivió también de primera mano lo que implica enfermarse en la Venezuela actual y tener que correr con todos los gastos 

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron

Yenis Muñiz sonríe a cada instante, es valiente, asume su vida y la de sus dos hijos con total empoderamiento y seguridad. Dice que así debe vivir cada día para sobrellevar la difícil situación en Venezuela, como ella misma la califica.

Vive en medio de bajones de electricidad, pocos o casi escasos racionamientos porque su casa está cerca de un centro de salud infantil, y un servicio de agua que le llega cada 20 días, afortunadamente tiene internet y gas doméstico.

Lo que esta marabina califica de difícil y que lo percibe diariamente en su bolsillo, en estadísticas se traduce que la pobreza por razones económicas se ubicó en 58%, mejorando el panorama de 2019 cuando se situó en 69%, según los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), elaborada por el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).

A pesar de la leve mejora en la reducción de la pobreza y por ende en la percepción de ingresos per cápita, en dicha encuesta se concluyó que en Venezuela para que un hogar no sea pobre de ingresos necesita que al menos dos de tres de sus miembros formen parte de la fuerza de trabajo.

Este no es el caso de Yenis, porque vive sola con sus dos hijos varones y ella es el sustento de su hogar.

“En Venezuela hay muchas necesidades, pero creo que nos está acabando es la inflación, porque el dinero no rinde”, sostiene en su discurso.

La brecha que existe entre los más ricos y más pobres cada vez es grande. “Venezuela está en el continente más desigual del Mundo y, para 2022, es el país más desigual de América. Nuestro nivel de desigualdad compara con la de Namibia, Mozambique y Angola”, reseña el informe.

Yenis es licenciada en administración y actualmente tiene un trabajo estable en una empresa dedicada a la asistencia médica primaria, donde tiene el cargo de coordinadora de piso.

“Mi salario me permite vivir y cubrir ciertas necesidades como la alimentación, los servicios, el colegio, pero sin lujos (…) Mi principal fuente de ingreso es mi salario y el papá de mi hijo menor, me ayuda semanalmente dándole la mesada del niño, entonces cubro las necesidades del niño con lo que él me da. Y mis hermanos eventualmente cuando ellos pueden me envían y eso lo agradezco”, cuenta.

Encovi refiere que el ingreso de los hombres es 11% menor que el de las mujeres (5.11$/h contra 5.78$/h). El promedio semanal de horas trabajadas es de 41.5 horas para los hombres frente a 36.8 para las mujeres.

“Esta mayor disposición de los hombres a trabajar que las mujeres se puede deber a los compromisos domésticos y de cuido de las mujeres. La desigualdad en las tareas del hogar, no sólo las domesticas, sino también las de cuido a niños y personas de la tercera edad, hace que las mujeres sean menos competitivas en los cargos o trabajos de dirección”, enfatiza el estudio.

Pero es que hasta el 2017, para mantener los ingresos del hogar era necesario que más integrantes de la familia se sumaran a la fuerza laboral, trayendo como consecuencia que más jóvenes abandonen prematuramente la escuela, así como más mujeres han tenido que pasar de la inactividad al desempeño de trabajos precarios, al igual que las personas de tercera edad que están siendo reinsertados en las actividades económicas. Estas son parte de las conclusiones del estudio publicado el año pasado.

Fotos: Proiuris

Fuera del país

La familia de Yenis tiene raíces en Colombia, donde actualmente se encuentran viviendo tres de sus hermanos y sus padres.

“Somos seis hermanos y tengo cuatro hermanos fuera del país, y a mis padres que están en Cartagena, Colombia. Hay tres hermanos en Cartagena también y uno en Ecuador, pero próximamente la que está en Ecuador, que es la mayor, se regresa a Venezuela”, contó.

Yenis también fue migrante, porque vivió en Cartagena durante ocho meses; sin embargo, sostiene que no logró conseguir un empleo estable.

“Yo en el año 2018 emigré, pero no me fue muy bien, no encontré trabajo, yo soy licenciada en administración y allá no encontré esa oportunidad. Sí trabajé, pero como ama de casa y consideré que tanto que estudié y uno se va a otro país a luchar, porque aquí no encontramos esa oportunidad”, dijo.

Esta maracucha, de 41 años, se regresó y fue contratada por una empresa farmacéutica, donde estuvo trabajando hasta el 2021 cuando salió embarazada de su segundo hijo. “Por razones de salud tuve que dejar de trabajar el año pasado, no tenía quien me cuidara al niño”.

Ser hipertensa

La salud de Yenis cambió luego del embarazo, porque sufrió de preclamsia y quedó padeciendo de hipertensión arterial, una enfermedad que controla con la toma de sus pastillas diarias. Ella misma se compra su tratamiento médico, y enfatiza que el dinero debe alcanzarle para cubrir sus medicamentos.

Este padecimiento médico le jugó una mala pasada en julio de 2022, cuando sufrió un incremento inesperado de sus niveles de tensión, que ameritó correr a la emergencia del ambulatorio más cercano a su casa, situada al noroeste de Maracaibo, capital del estado Zulia.

“Me empecé a sentir mal con unos dolores en los brazos, en el pecho, acudí a un ambulatorio y no había electricidad, me fui a otro y me colocaron una pastilla bajo la lengua, pero no tenían un tensiómetro, no tenían oxígeno”, detalló en su cruzada por su urgencia médica.

Salió de allí y con unos pocos ahorros decidió internarse en un centro de salud privado; sin embargo, no pudo mantenerse por los altos costos, entonces fue trasladada hasta el Hospital General del Sur, porque es centro de salud referencia por la unidad de cardiología. Pero su recorrido no terminaba ahí, donde permaneció durante toda una noche con solo un suero y una dexametasona que ella misma tuvo que comprar.

“En la emergencia me atendió el médico general, pero la parte de cardiología nunca apareció. Tengo una hermana que sigue acá en Venezuela, ella me acompañó y fue hasta el área de cardiología, pero nunca apareció nadie”, cuenta.

Prosigue en su relato: “No hubo una asistencia adecuada en ese momento, pero gracias a Dios pude acudir a un centro asistencial privado con el apoyo (económico) de mis hermanos y me dieron una excelente atención con los medicamentos necesarios”.

“Actualmente estoy cotizando para tener una póliza de salud y como estoy trabajando en esta empresa me brindaron la asistencia de consulta, tanto para mí como mis hijos”, manifiesta Yenis.

Según Encovi, en 2022 en temas de atención en salud disminuyó el uso de servicios públicos (70%) y se encareció el uso de servicios públicos, porque 13% pagó por la consulta en ambulatorios y CDI y 16% en hospitales. “A 9 de cada 10 personas que buscaron atención en salud le recetaron algún medicamento y en 65% de los casos tuvo que comprarlos todos”, dice la encuesta.

Pero, además, se produjo un incremento de 10% de la población que dijo estar afiliada a algún seguro médico. Este dato en la Encovi de 2021 reveló que solamente poco más del 3% tenía alguna cobertura en salud privada.

 

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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