Reportes, Venezuela

“Ni en la Venezuela de antes ni ahora se puede protestar”

Edorta es caraqueño, ayuda en los cuidados de su mamá de 91 años. Debe resolver cualquier  necesidad de ella tenga, es poca o nada la seguridad en salud y alimentación que le brinda el Estado a las personas mayores. Para Edorta es motivo para protestar, alzar la voz de la realidad que se vive en Venezuela. Sabe el costo de protestar,  conoce como es la represión contra quienes reclaman

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron

Edorta es venezolano, caraqueño para más señas. Sus papás migraron desde el País Vasco en España en la década de los 50. Venezuela les brindaba unas oportunidades que la Europa de la post guerra no les podía brindar.

Su papá se instaló en Venezuela, hizo familia y fundó una empresa constructora que fue la fuente de ingreso mientras él y sus cuatro hermanos crecían. Luego todos de una manera u otra ayudaban en la empresa familiar.

Desde el inicio de la “revolución bolivariana” en el año 1.998 y a medida que se va avanzando se nota como las libertades se van achicando. Cada día es más difícil comprar insumos de construcción. El Estado comienza a usar a la construcción de viviendas como instrumento político y electoral, entregaba viviendas a los inscriptos en el partido de gobierno. Es el Estado el que asignan los materiales y poco a poco se va ahorcado la empresa familiar del papa de Edorta, hasta que finalmente cierra.

Esta fue unas de las tantas cosas  que a Edorta  le iba asfixiando del sistema, que por más de 20 años ha gobernado Venezuela.  Fue de la gran cantidad de venezolanos que salió a protestar contra el gobierno y que vivió de primera mano la brutal reprensión contras quienes se atrevían a levantar la voz en contra de lo que pasaba.

Afirma convencido, “en la Venezuela de antes y en la Venezuela de hoy no se puede protestar”, tiene claro cómo es el aparato represivo, cómo actúa y cómo es impune ante las atrocidades que comente contra disidentes.

Sabe que las razones para protestar siguen hoy existiendo. Su madre tiene 91 años y depende de los cuidados de los hijos que siguen en Venezuela. Toda su atención médica y de salud debe ser cubierta por ellos. Los ahorros de toda una vida mermaron y en la Venezuela actual no existe seguridad social para las personas mayores, ni para nadie.

Afirma, «cada cosa que necesite mi mamá tenemos que buscar la manera de resolverla”. Señala que lo más fuerte es cómo ellos han perdido el poder adquisitivo, aún con la Venezuela dolarizada. De hecho  hizo hincapié,

«Yo he tenido la oportunidad de vivir en otros países de Latinoamérica y con 20 dólares americanos puedes resolver una semana de comida, eso en Venezuela es imposible”.

Pará él es claro qué hay razones para protestar, pero ¿cómo se sales a la calle?  La gente se decepcionó y está dedicada a subsistir, algo válido y necesario. Con tristeza afirma, «dejamos mucho en la calle y no pasó nada».

Fotos: Proiuris

Su esperanza hoy es el voto

Se lo oye frustrado cuando cuenta a cuántas protestas fue, como lo agredieron los cuerpos de seguridad y cómo pese a eso seguía saliendo a protestar. Dice con tristeza que la gente se “apagó” y fue dejando de asistir. También se nota a manera de reproche cuando explica que no se siente representado, y que siente que nadie cuida sus derechos ni piensa en el ciudadano común.

Sin embargo vuelve el brillo a sus ojos cuando habla de elecciones. Tiene una firme vocación democrática, que lo hacía salir a reclamar sus derechos, y que le indica que puede haber mejoras ejerciendo presión ciudadana, votando. Apuesta a la formación, a la trasparencia,  a nuevas caras que reconstruyan los mecanismos naturales de la democracia y que permitan a los cuidados ordenarse y promover mejoras a la situación actual que vive Venezuela.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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