Colombia, Reportes

Miguel promueve el periodismo comunitario en Colombia

Este caraqueño, criado en Cabimas, llegó a Barranquilla en el 2016 para apoyar el tratamiento médico de su madre y buscar nuevas oportunidades que ya el periodismo en Venezuela no podía ofrecerle

Reporte Proiuris

Documentación directa

El proceso migratorio de Miguel Ángel González podría resumirse como atípico; pues este caraqueño, criado en Cabimas (estado Zulia), estuvo durante tres años planeando su salida de Venezuela; que incluyó su carpeta de trabajos fotográficos y periodísticos, apostillar sus títulos universitarios y ahorrar para sostenerse unos meses fuera de Venezuela.

Desde el 14 de enero del 2016, este profesional se volvió inmigrante al establecerse en Barranquilla. Tras lustrarse una sólida carrera como fotoperiodista y docente universitario en Maracaibo, varios motivos aceleraron su salida de Venezuela: “Yo trabajaba en el medio impreso Panorama y fui parte de la representación gremial. Allí ya las oportunidades de discusiones de contrato, de mejora salariales para los periodistas eran muy pocas, el salario era sal y agua”.

Pero el acceso a las medicinas quizá fue el mayor detonante de su salida. Mi mamá pasaba horas recorriendo la ciudad para comprar medicinas. Ella es diabética e hipertensa y las medicinas costaba demasiado comprarlas. Desde que Miguel está en Colombia, la realidad para su madre cambió.

“Todas las medicinas se las envío a mi mamá desde aquí. En Venezuela se consiguen las medicinas dolarizadas, pero se consiguen y a nosotros nos cuesta muchísimo hacer un peso para comprarlas, porque la balanza está bastante complicada, pero gracias a Dios hemos tenido la oportunidad de trabajar y medir el dinero para seguir apoyando a nuestras familias que están en Venezuela”.

Miguel llevó a Barranquilla el compromiso de seguir ejerciendo el periodismo y la docencia con mística, responsabilidad y dignidad. Su arranque en la capital del Atlántico fue como la de muchos otros de sus compatriotas: difícil, muy difícil.

Inició su recorrido laboral en una productora digital en la que ejercía múltiples labores: redactaba, editaba, tomaba fotos, organizaba producciones, etc. Pero el salario, muy inferior al correspondido, llegaba a destajos, a veces no llegaba.

Sin perder el norte, Miguel pasó por también por asistente de logística, desplazando sillas de un piso a otro, un trabajo de alto requerimiento físico. Luego la Universidad de la Costa le permite dar clases de comunicación por un semestre.

Su primera experiencia de éxito ese año fue en el Carnaval de Barranquilla del 2016. Seguro de sí mismo, se propuso tomar la mejor fotografía del Carnaval, para lograr un cupo en el calendario oficial de esta festividad internacional y ganar un reconocimiento para fortalecer su hoja de vida.

Su fotografía «La Magia de Cumbiambera» fue galardonada. Se trata de una imagen con movimiento congelado de las llamas de una bailarina, donde se le ve el detalle de la mano, con todas las velas en perlas que le caían en llamas, con un buen color con un sombrero vueltiao en el fondo. «Eso ha sido mi amuleto para ser reconocido aquí en Colombia como profesional”.

Llegó diciembre del 2016 y sin un trabajo estable, Miguel se devuelve a Venezuela, para pasar vacaciones y recalcular su plan de vida.

Miguel ganó un concurso de fotografía en el Carnaval de Barranquilla del 2016

Miguel se lustra un camino profesional en Colombia

Como en una especie de borrón y cuenta nueva, Miguel volvió al ruedo en febrero del 2017 para encontrar algo sólido y que le permitiera proyectarse como periodista, fotógrafo y docente universitario.

Luego lanzó una primera iniciativa integradora para los zulianos que en ese entonces se encontraban en esa ciudad costera y fue como buscar la manera de “sentirse en casa de poder avivar la interculturalidad con la primera festividad de la Chinita en Barranquilla”.

A una semana de ese evento, Miguel asistió a una entrevista laboral en la universidad Minuto de Dios. Lo contrataron como docente a medio tiempo. A partir del primer semestre del 2018 inicié. Ya hoy son 3 años en la universidad trabajando a tiempo completo”.

En medio de esas actividades habituales de esparcimiento dentro de la universidad, a Miguel se le delega convocar una actividad cultural. Ideó una exposición fotográfica a la que llamó Rostro Caribe, “porque Caribe somos todos”, apunta.En paralelo, Miguel volvió a ganar el concurso de fotografía del Carnaval de Barranquilla 2020, esta vez esta vez con la foto a la que llamó «Llama de la Cumbiamba».

Paso por paso, decide darle formalización a Rostro Caribe, a través de la figura de Corporación. Le hemos dado a Rostro Caribe mucho valor, principios, valor de ciudad, de territorio, valor de personas, de ciudadanos, sin etiquetas, de migrantes, de no migrantes, de ciudadanos y ciudadanas, eso es lo que buscamos nosotros.

Luego del registro de Rostro Caribe, se trabajó en la estructura y los temas jurídicos. “Ya tenemos una contadora colombiana que ha sido parte de esa enseñanza, de todo lo que tiene que ver las leyes para estar bien sin problemas legales en ninguna parte”.

Ellos han recibido apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Fundación Panamericana para el Desarrollo (Fupad). “Ambas nos escucharon, vieron nuestro potencial, nuestra fortaleza y todo lo que uno va aprendiendo, todo lo que sabíamos, por la oportunidad de decir ‘podemos seguir ayudando’;  ‘podemos ser parte de la solución’, ‘podemos contribuir para generar una comunicación responsable’.

En el 2021, a través de la Embajada de Estados Unidos en Colombia, la corporación consigue financiamiento para un fortalecimiento en talleres sobre narrativa migratoria para periodistas.

Eso ha sido una bendición, en las propias palabras de González, porque la corporación trazó una ruta de cómo poder escribir, reportar, contar historias responsables, cómo sensibilizar a las ciudadanas, los ciudadanos, a los periodistas, a los estudiantes de comunicación en sí de esa narrativa migratoria, de contar la migración como una oportunidad. A partir de ahí empezamos a tener oportunidades con otros organismos de cooperación internacional como Acción Contra el Hambre, para arrancar el proyecto de producción de videos con mujeres migrantes, y eso fue interesante porque llegaron a la comunidad.

Este año iniciaron otro proyecto llamado Red de comunicadores comunitarios, que ganaron junto con la organización InterNews. En esa convocatoria triunfaron frente a otros proyectos de Perú, Ecuador y Colombia, lo que legó en Miguel un halo de alegría y orgullo.

A través de ACNUR su historia de integración ha sido promovida

Trabajo en común por los migrantes

En Barranquilla existen al menos 6 organizaciones de la diáspora venezolana. Cada una con su propia misión, sus propios retos y su propia esencia. La clave para un trabajo en común con Rostro Caribe, según su fundador, ha sido “la articulación con todas las organizaciones públicas, privadas de cooperación internacional, con quien sea que pueda generar un cambio positivo”, para continuar siendo un referente de la diáspora venezolana.

Miguel, gracias a su trabajo incansable por la integración, brinda un contexto actualizado de la migración venezolana en Barranquilla, quinta ciudad colombiana que alberga el mayor número de personas provenientes de Venezuela (más de 100 mil, según datos de Migración Colombia, a corte de febrero del 2022).

Empieza por aquellos y aquellas que han podido encontrar un espacio para seguir desarrollando sus oficios y profesiones en la economía formal: “Aquí hay migrantes que han podido desarrollar emprendimientos en gastronomía, hay una gran cantidad de profesores en universidades brindando un aporte importante en la educación universitaria, hay músicos formalmente trabajando, hay médicos”.

También subraya que hay mucha gente en situación de calle “pasando situaciones adversas”. Muchas de ellas viven en asentamientos informales, o lo que se conoce en Venezuela como invasiones. Miguel menciona las más grandes -y más conocidas por acobijar migrantes venezolanos-: Villa Caracas y Las Tablitas. Una de las líneas de Rostro Caribe es precisamente visibilizar todas esas historias “para que las ayudas terminen de llegar a las personas”.

De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), en Barranquilla la pobreza monetaria de los migrantes es del 41%, mientras que la de los colombianos es del 21%, dejando en evidencia la amplia brecha de acceso a empleo u otros medios de vida de los nuevos residentes.

Pese a la actual situación de la mayoría de sus coterráneos, este venezolano destaca que Barranquilla tiene una enorme ventaja y es contar con diversos organismos de cooperación internacional e instituciones del Gobierno, como la Alcaldía de Barranquilla y la Gobernación de Atlántico, al frente para apoyar a migrantes, retornados y comunidad receptora. Muestra de ello es la reciente apertura del centro Intégrate, un espacio para brindar información y facilitar el acceso a rutas de derechos de los migrantes venezolanos en esta ciudad colombiana.

Con Rostro Caribe brinda talleres de periodismo comunitarios en zonas vulnerables de Barranquilla

Miguel confía en el crecimiento económico de Colombia

Miguel González es conservador al momento de expresar su opinión sobre el nuevo gobierno liderado por Gustavo Petro. “No quiero hablar de política”, resume, antes de asegurar que no siente temor ni incertidumbre por el futuro político y socioeconómico de la nación que hoy es su hogar temporal.

“Ya yo el miedo lo he superado desde el punto de vista laboral. Lo que siento después de la pandemia es mucha resiliencia en querer lograr cosas positivas. No quiero pensar en la política negativa, quiero pensar que los cambios que piden los pueblos sean para bien, pero somos nosotros como sociedad civil los que tenemos que movernos para lograr esos cambios”.

Uno de esos cambios ha sido la apertura de la frontera, que Miguel califica como algo positivo, pues a muchos migrantes “tendrán la posibilidad de salir de Colombia y entrar libremente a Venezuela”. Como muy seguramente lo hará este zuliano de corazón en Navidad, para volver a ver a su mamá.

Lo que sí desea aclarar Miguel es que sin importar cuál gobierno esté en el poder en los países que acogen a los venezolanos, siempre es complejo ser migrante pues se vive en un estado de incertidumbre diaria y colectiva. Y así lo explica: “Ser migrante tiene una gran responsabilidad pues te toca pagar el arriendo, que si te quitan el contrato o se acaba tu empleo, que debes costear tus gastos básicos, etc”.

Diferente a Venezuela -complementa- donde tanto él como otros miles de migrantes tenían su propia casa y estaban seguros de que no iban a ser desalojados; solo por dar un ejemplo.

Y hablando de la tierra en la que nació, en la que se crió y se convirtió en un reconocido periodista y fotógrafo, Miguel no descarta abrir una unidad de negocios de Rostro Caribe en su país, para seguir apoyando a otros cientos de venezolanos.

Su devoción por la Virgen de la Chinita lo llevó a organizar cada año un festival en su honor llamado La Chinita en Barranquilla

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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