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‘Lo único que le pido al Señor es que me dé la oportunidad de ver a mis hijos otra vez’

Blanca es una zuliana, de 78 años, que vive sola en Venezuela porque todos sus hijos migraron a distintas partes de América. Tal como ella lo describe le ha tocado sobrellevar la crisis venezolana con el apoyo económico de sus seres queridos en el exterior, porque sostiene que de lo contrario no podría. Sueña con volver a reencontrarse con su familia.

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron

Guerrera, valiente, fuerte y transparente “sin pelitos en la lengua”, como ella misma se describe, así es *Blanca. Una zuliana, de 78 años, que decidió enfrentar las vicisitudes de la crisis humanitaria compleja que atraviesa Venezuela con gallardía, porque cinco de sus seis hijos migraron en miras de darle a ella y a sus propias familias una mejor calidad de vida.

El drama que vive a diario Blanca lo padecen muchas madres venezolanas que han quedado solas en los distintos rincones del país con una sola esperanza en sus corazones que la situación en Venezuela mejore para reencontrarse con sus afectos que están regados por países de todas las latitudes.

Blanca tiene su corazón dividido entre México, Estados Unidos, Chile y Colombia. Sus hijos y nietos fueron acogidos por estas naciones como los 6.805.209 venezolanos que han migrado en los últimos años, como indica el portal de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela

“Mi hija mayor se fue para México, pero ella tiene 15 años allá y se casó con un mexicano; el segundo es el varón que está en los Estados Unidos, él tuvo que emigrar hace seis años, allá está con su único hijo, con su esposa y su nieto (…) El cuarto de mis hijos se fue a Estados Unidos hace nueve meses, con su esposa, ellos tienen un solo hijo que está en Chile él se fue hace cuatro años. La penúltima de mis hijos, la hembra se fue a México hace cuatro años y la última se fue a Colombia, hace tres años”, detalla.

“Mis otros nietos todos están afuera y solo queda el que vive conmigo acá”, cuenta.

A Blanca también la acompañaba uno de sus hijos, pero hace unos meses falleció. El dolor de perder a un hijo, ella lo describe como incomparable y sostiene que no hay día que no lo recuerde. Pero, además, ella ha tenido que soportar también, en medio del proceso migratorio de su familia, la pérdida física de uno de sus nietos.

La situación que vivió la familia de Blanca es muy complicada, porque el resto de sus amores estaban fuera del país para el momento de estos fallecimientos.

Los estudiantes de la Escuela de Psicología de la Universidad Central de Venezuela (UCV) realizaron un estudio titulado ‘Vivencia subjetiva del duelo por migración de un familiar’, donde sus autoras: Arly Peña y Alessandra Tineo, explicaron la tristeza es uno de los sentimientos asociados a la migración de un familiar en la perspectiva del que se queda en el país de origen.

“Conlleva un dolor profundo asociado a la soledad; pues el que permanece en el país, también se queda con todas las vivencias aferradas a ese espacio físico que sigue ocupando, y por tanto recuerda y revive constantemente en cada espacio que frecuenta y se desenvuelve en su día a día”, dicen parte de las conclusiones de la investigación.

En el caso de esta marabina la situación emocional se le sumó la pérdida de su hijo, exponiéndola a una situación extra desde el punto de vista afectivo.

Incertidumbre

Hace unos años visitó México, donde estuvo de vacaciones en casa de su hija, pero sostiene que no sabe si ella en algún momento saldrá de Venezuela como otra migrante.

“No sé si Dios me da la oportunidad de salir del país, pero lo único que le pido al Señor es que me dé la oportunidad que pueda volver a ver a mis hijos otra vez. Yo confío que todo se va dar y de irnos sería mi nieto y yo, que somos los que quedamos acá, pero hay muchas cosas que tenemos que pensar, por ejemplo, la casa está sola donde vivía, porque ahora estoy en el apartamento de mi hija”, precisa.

Esta esperanza del reencuentro que guarda Blanca es parte de lo que refleja el estudio que hizo la Escuela de Psicología de la UCV, en el cual se indica que la personas que se queda en Venezuela tiene dificultades en cerrar heridas “solo por el hecho de que la esperanza del reencuentro se encuentra latente y constituye uno de los motivos, según los participantes (del estudio) para seguir adelante: el reencuentro. Es entonces esta posibilidad de reencuentro lo que permanece en los pensamientos de los participantes y condiciona sus pensamientos, actitudes e incluso, en algunos casos, la metas a corto y largo plazo al deseo de reunificación familiar”.

Fotos de referencia

Salud con apoyo

La señora Blanca tiene un desgaste de cadera y en una de sus rodillas, estaba en control médico con un traumatólogo, quien sugirió someterse a una intervención quirúrgica para colocarle una prótesis, pero los costos en dólares son demasiado elevados para ella y su familia.

“Tengo problemas de circulación, estoy en tratamiento con un cardiólogo, él que me trataba se fue del país, entonces me tuve que cambiar de médico. Pero, además, me estoy viendo con una hematóloga porque a raíz de lo de mi hijo cuando se enfermó de Covid, que no se recuperó nunca, fue casi un año sufriendo. Yo me descuidé un poco con mi salud, para ese entonces tenía una hemoglobina de 9 y con la enfermedad de él no me hice los tratamientos como deben ser, luego que él se fue yo me empecé a sentir muy cansada y me hice los exámenes y tenía la hemoglobina en 6”, detalló.

Pero todo el tratamiento médico y sus exámenes son costeados por sus hijos y nietos que viven en el exterior.

“Uno de los medicamentos que me pusieron lo traen de Italia, solo lo venden en una farmacia en Maracaibo, una caja trae 50 pastillas y cuesta 120 dólares y debo tomar dos diarias. Esa caja no me dura ni 15 días. Entonces, mi nieto me consiguió las mismas pastillas por 20 dólares la cajita, me las envían desde el exterior cada cierto tiempo. Yo les voy diciendo hasta cuando tengo el medicamento (…) Cuando se me terminan entonces me toca buscarlos acá”, refiere.

Pero además sus hijos le apoyan en temas como la alimentación, pago de servicios y otros tan importante para que ella tenga una condición de salud estable.

“Con el favor de Dios estamos bien, porque hay muchas personas que están en muy malas condiciones”, dice.

En la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2021 (Encovi) se precisa sobre el envío de remesas que el 57% de esos envíos se hacen 1 o 2 veces al mes, contribuyendo en alguna medida a la reactivación del consumo en los hogares perceptores.

Que la principal forma de envío son transferencias electrónicas (65%) que se reciben en bolívares y cuyo origen es una operación en divisas efectuada entre titulares de cuentas en el exterior.

Además, señala que 3 de cada 5 personas envían ayudas en dinero o especie a su hogar de origen.

Blanca trabajó desde muy joven y se desempeñó en distintas actividades, pero actualmente hace lo que le gusta: la lencería y cose haciendo prendas que requieran sus vecinos y amigos, aunque confiesa que lo hace cuando consigue y tiene material.

Es pensionada, pero el pago de la pensión le alcanza para muy poco, razón por la cual sus hijos le ayudan económicamente. “Yo fui secretaria ejecutiva, pero siempre quise ser maestra”, dice.

Su alma caritativa siempre sale a flor de piel, porque ella cuenta que tiene para hacer las tres comidas diarias, pero le ha tocado ver como vecinos y conocidos no hacen sino solo una. “Yo he visto que hay personas que solo hacen una sola comida, y en lo que yo pueda ayudarles les ayudo. Yo les doy de lo que tengo, porque no puedo estar tranquila”.

Servicios deficientes

Los servicios públicos en la casa de Blanca funcionan, pero para ella su eterno dolor de cabeza son los racionamientos de electricidad.

Ella, al igual que muchos venezolanos, han normalizado el tema de los cortes de luz, tratando de sobrellevarlo en su quehacer diario. “Desde hace seis años estamos con racionamientos y ya estamos acostumbrados”, dice.

Para ella servicios como la luz, agua potable y aseo urbano son los que presentan deficiencias. Los camiones del servicio de recolección de desechos tienen meses sin pasar y les toca quemar la basura.

“En este estado los políticos deben unirse y trabajar por el estado para que podamos vivir bien. Si fuese así las cosas funcionaran”, precisa esperanzada en que la situación en Venezuela cambie para positivo.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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