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Ama de casa: ‘Los venezolanos extrañamos tener calidad de vida’

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron 

Tener los servicios las 24 horas del día, que funcionen bien, que los sueldos alcancen para alimentarse balanceadamente, poder abrazar a sus familiares, son parte de los anhelos que lleva en su corazón Estrella Josefina Revilla Chourio, de 57 años.

Estrella fue quien ayudó a criar a la mayoría de los hijos de sus primas y primos, hoy eso hace que tenga hijos regados por varios países de Latinoamérica, tras la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela y la huida de más de 6.147.040 venezolanos, según las cifras de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela.

Esta ama de casa marabina solo tiene una hija y una nieta con ella, pues la mayoría de sus sobrinos se fueron de Venezuela, están en Perú, Colombia, Chile, Ecuador. Su núcleo familiar cercano migró.

Para ella es vital que los servicios públicos funcionen, aunque confiesa que desde hace años en Maracaibo, donde nació y donde aún vive, la precariedad es el calificativo del funcionamiento de los mismos.

“Acá en casa tenemos todos los servicios, pero la electricidad se va siempre, duramos dos días con luz y un día de racionamiento de tres horas; el agua viene dos días y pasamos de 15 a 20 días sin el servicio por tubería; el servicio de aseo es una lucha. Los servicios aquí en realidad no están buenos”, dice.

Dice que el problema de la recolección de basura es serio, porque anteriormente el servicio de aseo urbano pasaba dos veces a la semana y en este momento es casi que nunca. Deben buscar la forma de disponer los desechos o quemarlos, provocando contaminación.

“La necesidad más grande (que tenemos los venezolanos) es mejorar la calidad de los alimentos, los venezolanos estábamos acostumbrados a comer bien, a tener nuestros servicios al día, teníamos luz, agua, el aseo pasaba dos veces a la semana, no se acumulaba la basura, todo eso lo extrañamos los venezolanos”, cuenta de la Venezuela de hace más de 20 años atrás.

En  la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida 2021 (Encovi) la pobreza multidimensional, medida en diversos ítems socioeconómicos, especifica lo siguiente sobre la apreciación que tiene Estrella que hubo “aumento de los problemas relacionados  con el servicio de agua potable y eliminación de excretas”. Así como la “insuficiencia de ingresos, aun siendo el principal componente de la pobreza multidimensional, pierde peso (de 51% a 45%) en 2021 respecto a 2020, básicamente por el empeoramiento de los indicadores de las otras dimensiones”.

Su trabajo actual es cuidar la casa de una vecina y amiga que también se fue del país. “Yo ahora mismo con esto de que la gente ha emigrado tengo una vecina que se fue a los Estados Unidos y le cuido la casa, por eso me paga, se la mantengo limpia, la abro y se la cuido. Además, del ingreso de la pensión que es mensual”.

Sin embargo, los 130 bolívares del cobro de la pensión solo le alcanzan para comprar unos cuatro o cinco productos de la canasta básica y de higiene personal, y para nada más. “Con esa pensión no alcanza para mucho, eso aquí no es nada, apenas si compro un café, azúcar, crema dental, desodorante y el medicamento si me alcanza, pero para hacer una compra de comida jamás va alcanzar”.

El costo de la canasta básica en Venezuela en julio se ubicó en 470,44 dólares, cuando el salario mínimo es de 126 bolívares, equivalentes a unos 20 dólares, indicó el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros.

“En julio fueron necesarios unos 21,20 salarios mínimos para adquirir una canasta alimentaria de 60 productos, que se incrementó un 2,3 % respecto a junio, cuando el costo fue de 459,84 dólares”, detalla el informe.

Estrella (en el centro) con su única hija y su pequeña nieta

Artrosis

Desde muy joven esta marabina sufre de artrosis y ha tenido que emprender una lucha por su salud física. Convive con los analgésicos para calmar el dolor de sus articulaciones, tiene dos operaciones en su pierna y un implante de rodilla, todo como consecuencia de su patología.

“Me duelen todas las coyunturas de los dedos, de las manos, de los brazos, de las piernas, esto me ha acarreado mucho dolor en los huesos”, cuenta.

Confiesa que ella misma se compra los medicamentos para calmar esos dolores, pero debe siempre sortear dos situaciones antes de adquirirlos: primero si le alcanza el dinero y segundo si los llega a conseguir en las farmacias de Maracaibo.

 “Si lo consigo me la tomo, cuando no, no tomo nada, porque a veces se me hace imposible conseguirlo”, enfatiza.

Además, de la escasez de medicamentos, que ya ha venido mejorando con el pasar de los años, ahora el sector farmacéutico venezolano ha venido denunciando que al país están llegando medicamentos importados que no cuentan con el registro sanitario para su venta en el país.

La Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven) desde el 2021 alertó que las farmacias del Estado no cumplen con los requisitos establecidos en la Ley de Medicamentos.

Estrella ha tenido que sortear, en el último año, dos emergencias médicas importantes con su única hija y su única nieta. A Oriana, la niña de 8 años, le dio dengue y los exámenes médicos si corrieron por cuenta del hospital de niños de Maracaibo, pero todos los insumos y medicamentos si salieron del bolsillo de la familia y amigos.

“La emergencia grande que tuve fue cuando mi hija le dio Covid, en plena pandemia, tuvimos que pedir ayuda económica afuera, a las amistades, a la familia y recibimos bastante apoyo; y mi nieta que tuvo dengue, hace poco, estuvo malita con las plaquetas bajas, las cuentas blancas bajas y también nos ayudaron y gracias a Dios hemos salido a empujones de estas situaciones de salud”, dijo.

Migrar y los afectos

Estrella de carácter fuerte, pero cariñosa y sincera con todos sus amigos y familiares ha recibido ofertas para irse de Venezuela; sin embargo, no lo ha hecho porque confiesa que ama su tierra y porque está segura que migrar al extranjero es sinónimo de trabajo duro.

Ella ha trabajado por muchos años en áreas como la cocina y atención al público, pero sostiene que su experiencia no basta, sino que necesita las fuerzas físicas para empezar de nuevo yéndose a otro suelo.

“Para ser sincera de verdad que me gustaría emigrar, pero no estoy en condiciones de migrar, porque eso significa salir a trabajar, a ganarse la vida, porque cuando uno migra uno tiene que salir a trabajar duro, y yo no estoy en condiciones de eso, porque sufro de mis huesos y de mi rodilla y mis piernas, entonces no puedo hacerlo”, precisa la marabina.

La edición de 2019 de Mujeres al Límite, desarrollada por Amnistía Internacional, Freya, Cepaz, Asociación Civil Mujeres en Línea y Avesa, precisa que a partir de los datos obtenidos se puede  delinear un perfil de las mujeres que se movilizan desde Venezuela a países de la región.

En líneas generales el “grupo de edad con mayor representación fue el de jóvenes entre los 18 y 29 años (46,09%)”, es decir, mujeres en edad productiva.

Ella sostiene no estar dentro de ese grupo y mira con mucha nostalgia la separación de su núcleo familiar.

“Siento mucha tristeza, ni se imaginan cuánta y temor de no volver a ver a las personas que se fueron, porque no regresen o porque uno se muera, pero mucha tristeza de ver tanta gente que se ha ido y a lo mejor uno no la vuelve a ver más”, enfatiza Estrella Josefina.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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