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‘Yo crecí con despedidas, con deficiencia en todos los servicios, con escasez de productos’

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron 

Con toda una vida por seguir edificando, con un cúmulo de sueños aún por cumplir, con la energía de un volcán, con las ganas de superación intactas y la nostalgia a flor de piel sigue la vida de Neribeth Paola Avendaño Reyes. A sus 23 años vive sola en Maracaibo, estado Zulia, donde emprendió un proceso de formación profesional que aún sigue y al que le ha apostado, pues dice que aún no tiene pensado migrar.

Neribeth vio partir a sus padres, hermana, novios, amigos en los últimos siete años. Su núcleo familiar cercano huyó el país por el contexto de la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela. Ella confiesa que nació y creció con un panorama muy distinto al de sus padres, incluso al de su hermana, 10 años mayor que ella.

“A la gente de mi generación nos ha tocado sumamente difícil porque yo no conozco otro gobierno que no sea el que está actualmente. Yo nací y de una vez Chávez entró (al poder) entonces no hay otra perspectiva (…) es lo que nos ha tocado. Yo crecí con despedidas, yo crecí bajo una dictadura, un contexto económico inestable, una política corrupta, con deficiencia en todos los servicios, con escasez de alimentos y productos”, enfatiza.

Hace siete años sus hermanos se fueron a Colombia y Chile, luego una sobrina, dos años después vio partir a su mamá a los Estados Unidos y más recientemente, en 2021, su padre que también se fue a suelo americano.

Si le preguntan a Neribeth si piensa migrar, su respuesta es inmediata, por ahora no, sostiene que está aprovechando su tiempo para terminar su preparación profesional.  “Sí he pensado en emigrar, tenía pensando hacerlo una vez me graduara del pregrado en el 2019, pero comencé a estudiar inglés y actualmente estoy por terminar una maestría. Yo pienso que una de las cosas que no ha hecho emigrar es que estoy aprovechando el tiempo que tengo acá y también que están mis abuelos aquí, entonces mientras ellos estén acá yo pienso estar un poco de tiempo más en Venezuela porque los ayudo”, dice.

“Y el día que yo decida emigrar yo sé que lo haría por los motivos porque la mayoría de los venezolanos han salido, tranquilidad, paz, calidad de vida y crecer en mi ámbito profesional”.

El caso de Neribeth es muy particular, porque en líneas generales son precisamente los jóvenes venezolanos los que están migrando. En la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2021, se levantó un perfil del venezolano que está migrando y en su mayoría son jóvenes.

“Se ratifica la composición joven. Casi la mitad de quienes dejaron el país son jóvenes de 15 a 29 años y 90% si se considera el tramo de 15 a 49 años. Jóvenes en edades activas, cuya principal razón de emigrar es la necesidad de buscar empleo en otro país (86%)”, indica la encuesta.

Mientras que la segunda razón de emigración y que va en aumento corresponde a la reagrupación familiar. Familias que se han separado con el fenómeno migratorio y están en procesos de volverse a encontrar.

“La mayoría de mis familiares se han visto en la obligación de salir del país, ya que Venezuela actualmente no cuenta con una calidad de vida óptima en todos los aspectos: social, político, económico, salud, empleo, y se han ido para tener mayores oportunidades en el extranjero. Huyeron buscando estabilidad, mejor calidad de vida y estabilidad emocional, psicológica, mental y paz, porque lamentablemente en Venezuela no contamos con eso porque cada vez es mucho estrés al que estamos sometidos”, contó la joven.

Esta marabina, que se graduó como psicóloga, vive en la casa de sus padres y precisa que ejerce su profesión de forma independiente. Sin embargo, sostiene que cuando se le presenta alguna eventualidad es apoyada económicamente por sus familiares en el exterior.

“Mis familiares me apoyan económicamente en ocasiones y la frecuencia del envío depende porque ellos tienen muchos gastos y yo, no tengo una remesa fija, es como si necesito algo puntual me ayudan”, indica.

La paz emocional

Para esta zuliana la principal necesidad del venezolano es mantener la paz mental en medio de la crisis que atraviesa el país. Dice que más allá del tema económico, que es trascendente, la búsqueda constante de tratar de vivir bien y seguros son más importante.

“Yo podría decir que una necesidad básica, siento que es la parte emocional que se ve afectada en ocasiones. Uno comienza a llevar la vida en función a lo que tienes presente hoy e indudablemente que te va pegando en ciertas situaciones de tu vida (…) En cuanto a un contexto país que afecta directamente al marabino yo podría decir que el tema de la luz, el agua, la gasolina, pero dentro de todo ese panorama yo creo que la necesidad más urgente es ese afecto, ese compartir con familiares y amigos, esa compañía que de alguna forma te genera bienestar emocional y paz y que hoy es complicado tenerla”, enfatiza.

La profesora e investigadora Neida Albornoz, de la Universidad Simón Bolívar de Cúcuta, indica que precisamente en los estudios que ellos han elaborado en esta casa de estudios superior durante el 2018 y 2019 se revela que entre los factores psicológicos por los cuales el venezolano emigra es altos niveles de estrés que vive cada día, incertidumbre por no saber qué va a pasar y desesperación por la situación económica y social (violencia) que se vive en el país.

“Todo ello desencadena una serie de emociones negativas como el miedo, ansiedad, depresión y estrés que afectan la salud mental de las personas que viven dentro del país”, refiere la especialista colombiana.

Para Neribeth Paola el tema de los servicios públicos ha venido en detrimento con el pasar de los años. En su casa el servicio de agua potable llega cada 15 días por lo que tiene que mantener un tanque para almacenarla. “Los cortes de luz son prácticamente todos los días, a veces en horas de la noche, otras en horas de la tarde, hay días en los que no se va. Los últimos meses han sido bastante intensos, porque hemos tenido horas prolongadas sin luz, y se hace cuesta arriba porque si es de noche no te permite descansar y de día no te permite trabajar”, detalla.

La salud pública

Afortunadamente esta joven psicóloga cuenta con buen estado de salud; sin embargo, esto no la hace ajena al estado en el cual se encuentra la salud pública en Venezuela. “No sé cómo funciona por mi propia cuenta los hospitales, pero tengo una amiga que estudia medicina y por los doctores sé que no poseen las condiciones óptimas debido a que hay escasez, o que los medicamentos son muy costosos”, dice.

Ella se paga su propia salud, pero también es consciente que de necesitar una atención más especializada como una hospitalización o una cirugía le sería imposible costeársela. “Si no fuese por mis padres que están afuera que me ayudarán, pero si es una consulta en la medida de lo posible podría costearla con mi sueldo”.

Sin embargo, a Neribeth Paola la situación del país le ha servido para hacerse más resiliente, así como al resto de sus paisanos. “Siento que el venezolano tiene esa capacidad de resiliencia, tiene mucha fortaleza y carácter para afrontar todo lo que está viviendo. Esto nos va adaptando a todas estas nuevas realidades que se nos están presentando, tratando siempre de tener una paz en medio del caos”.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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