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“Me tocó pasarme embarazada por la trocha»

Reporte Proiuris

Documentación Directa

Con ocho semanas de embarazo decidió emprender el viaje de su vida y por la hija que llevaba, en ese momento, en el vientre. Salió desde San Cristóbal rumbo a la frontera con Norte de Santander con una maleta cargada de sueños, pero también con muchas necesidades y frustraciones.

Karen Sánchez apenas se enteró que estaba esperando un bebé comenzó a hacerse sus controles prenatales en Venezuela; sin embargo, el viacrucis recién empezaba. El costo de las medicinas, vitaminas, exámenes médicos, la falta de fármacos y otros se convirtió para la joven en un problema durante su periodo de gestación.

“Pues realmente me vine de Venezuela por la situación. Yo estaba embarazada, no encontraba medicinas, los ecos, las consultas médicas eran muy costosas y cuando tenía aproximadamente 8 semanas de embarazo me vine para Cúcuta”, relata.

Su esposo se vino adelante y tres semanas después ella emprendió su viaje. El puente internacional Simón Bolívar se encontraba cerrado y le tocó pasar por las trochas. Recuerda que ha sido uno de los momentos más duros que le tocó vivir del proceso de movilidad forzado  emprendido.

“Me tocó pasarme embarazada por la trocha, fue complicado y delicado pasarme por ahí, fue un trayecto difícil pero hasta que pudimos lograr que me viniera. Para pasarme por la trocha tenía pocas semanas de embarazo y no me creían que estaba embarazada, pero tenía unos ecos y unos exámenes y la gente de la trocha me dejó pasar, pero cuando iba por la mitad del camino como iba mucha gente casi que me desmayo porque iba sin desayuno y fue bastante duro pasar”, detalló.

Una vez en Cúcuta logró ingresar a los programas de controles prenatales que ofrecen las agencias de cooperación internacional, con las cuales consiguió obtener sus consultas, medicinas y controles sin costo. “Yo di a luz en el Hospital Erasmo Meoz, donde me atendieron muy bien”, dice.

Este centro de salud público, ubicado en la capital del departamento de Norte de Santander, es un centro de referencia nacional en cuanto a las atenciones brindadas a las mujeres gestantes venezolanas.

Para el primer trimestre del año 2020, las estadísticas en el área de ginecobstetricia indicaban que habían atendido 1.249 partos, de los cuales 1.040 correspondían a pacientes venezolanas. Al detallar estos números, se distribuyeron en 608 partos por vía vaginal y 432 por cesárea.

En el Meoz se hicieron 2.805 consultas en el área de ginecobstetricia en estos tres meses, de los cuales 2.014 fueron dadas a pacientes venezolanas.

En 2019 se practicaron unos 6.500 partos a venezolanas, mientras que en el 2018 se registraron 5.324, y de ese total, 2.944 partos fueron a migrantes. Para el 2017 en el hospital se practicaron 4.637 partos, de los cuales unos 734 fueron de madres venezolanas; en el 2016 se contabilizaron 4.072 partos, de los cuales solo 212 fueron de mujeres venezolanas.

En Venezuela ser madre sin correr el riesgo de caer en las cifras ocultas de mortalidad materna es una realidad que viven todas las mujeres que salen en estado.

En el estudio Mujeres al Límite (2019) hecho por Amnistía Internacional, Freya, Cepaz, Asociación Civil Mujeres en Línea y Avesa, se indica sobre el tema lo siguiente: “La mortalidad materna en Venezuela ha experimentado un alarmante repunte en los últimos años, el cual ante la ausencia de cifras oficiales, sólo se presume ha sido agravado por el contexto de Emergencia Humanitaria Compleja (EHC). Como se ha señalado, la mortalidad materna aumentó 66% en solamente un año (2015-2016) siendo ésta la última cifra disponible sobre este indicador, divulgada en mayo de 2017”.

En Colombia, según el análisis de ‘Seguimiento a la situación de salud de la población migrante procedente de Venezuela, para el período comprendido entre el 1 de marzo de 2017 y el 31 de agosto de 2021’ que hizo el Ministerio de Salud se indica que entre las primeras causas de atenciones de los migrantes están las relacionadas con la maternidad.

“Las primeras causas de consulta externa fueron: enfermedades de la cavidad bucal, de las glándulas salivares y de los maxilares, atención materna relacionada con el feto y la cavidad amniótica y con posibles problemas del parto, asignación provisoria de nuevas afecciones de etiología incierta, enfermedad por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y otros trastornos maternos relacionados principalmente con el embarazo lo que corresponde al 13,5% del total de estas atenciones”, dice el informe.

Otra razón de peso

Karen dice que viviendo en Venezuela lograba comer una o dos veces al día. Esa situación la llevó al extremo una vez se enteró que estaba embarazada.

“Por lo menos si teníamos para almorzar no teníamos para cenar, y si teníamos para desayunar no almorzábamos. Entonces como yo estaba embarazada mi suegra la comida de ella me la daba a mí, porque tenía que alimentarme bien. Esa fue también una de las razones para venirnos a Colombia”, contó.

La inflación, el desabastecimiento y el poco poder adquisitivo hicieron movilizarla hasta la frontera, donde actualmente reside con su hija, esposo y una tía que recientemente migró también.

De su país recuerda que le tocó padecer además el problema de los servicios públicos, que fueron agravándose con el pasar de los años. Llegó a estar un día completo sin luz y semanas sin el servicio de agua potable por tubería.

“Cuando yo vivía allá en San Cristóbal lo que era el agua, la luz y el gas había veces que llegábamos a pasar todo un día sin luz, a veces una semana sin agua y el gas ya era en dólares o en pesos. Era difícil y eso fue hace 4 años atrás cuando yo me vine, ahora está peor”, sostiene Karen, quien no pierde contacto con el resto de su familia que aún vive en Venezuela.

Pasando la línea limítrofe tiene gran parte de sus afectos, pues la mayoría de sus parientes se encuentran en el suelo que la vio nacer. “Hay bastante familia que está aún en Venezuela. Está mi abuela que está en San Cristóbal, mis tíos, mis primos también emigraron y mi abuela prácticamente quedó sola, porque mi mamá está más lejos, ella se encuentra en el oriente del país, está súper lejos. Tengo familia en Caracas, tengo mi familia regada por todas partes (…) La temporada de diciembre, de Día de la Madre le toca a uno duro, porque no es tan fácil ir a visitar a las personas allá en Venezuela y como todo está dolarizado y en pesos”, refiere.

Su sueño hecho realidad

Llegó a Colombia haciendo lo que hacía en su tierra, donde era peluquera. Sin embargo, encontró trabajo en una floristería, donde le dieron la oportunidad de tener un empleo más estable. “Salía de trabajar y me iba a seguir con lo mío aplicando tintes, haciendo uñas, cortando cabello y podría terminar un fin de semana a las 12:00 de la medianoche”, relata.

Hace menos de una semana logró montar su salón de belleza en el sector donde vive en Cúcuta.

“El motivo más grande de montar mi propio negocio es que no hay nada más satisfactorio que es de uno, porque trabajar afuera no es fácil y no hay nada más bonito que emprender en lo que a uno le gusta y trabajar por ello” dice sonriente.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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