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La historia de Greysmar y Helen: Migrar a Colombia y sobrevivir en Venezuela con una hermana menor en condición de discapacidad

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron 

Greysmar y Helen, de 20 y 21 años, comparten la responsabilidad de sus cuatro hermanos menores: Andermi, de 16; Rosaelena, de 13; Lirici, de 12; y Greiber, de 9.

Greysmar vive en el estado Carabobo, Venezuela. Helen, vive en Cúcuta, Colombia, porque le tocó migrar forzosamente para poder sobrevivir. Las dos tuvieron que hacerse cargo de sus hermanos desde que su mamá falleció hace seis años.

“Mis hermanos siempre han sido como mis hijos, desde que mi mamá murió”, siente Greysmar. Ella también había migrado a Colombia tiempo atrás, pero no le resultó. La situación económica la obligó a huir de su país, sus razones fueron eminentemente alimentarias: “no teníamos para comer”, recuerda. Sin embargo en ese país, tampoco logró estabilizarse, por eso tuvo que retornar poco tiempo después.

Sumado a la carga que implica la responsabilidad de cuatro menores de edad, Rosaelena de 13 años representa un reto mayor para Greysmar y Helen. Está en situación de discapacidad, prácticamente desde que nació.

“Su discapacidad es físico motora, ella es una niña ochomesina, cuando cumplió su primer mes de nacimiento, a ella le dio un paro respiratorio, pero salió”, explica Greysmar. No obstante, este desafío les impone alimentarla con tetero, e incluso ponerle pañales varias veces al día.

“Ella no camina, no habla, y nos ha tocado muy fuerte con ella. Hoy hace seis días que me la dieron de alta, porque la tuve hospitalizada acá en el hospital de Bejuma, en el estado Carabobo y fue bastante fuerte porque teníamos que comprar hasta la inyectadora, todo lo pedían, ahorita está bastante baja de peso porque no tiene proteína en su cuerpo. Ha sido, de verdad, bastante complicada la situación con ella, porque de verdad que si Helen no estuviese allá en Colombia, nosotros no tuviésemos cómo decir que vamos a sacar la niña adelante porque es demasiado difícil”, cuenta Greysmar.

En el próximo mes de julio, Rosaelena cumplirá 14 años ya. Sus hermanas han invertido mucho esfuerzo en mantenerla a salvo. “Ha sido la niña que más hemos protegido por su condición”, sostiene Greysmar.

Cuando se pregunta por un diagnóstico médico de la pequeña, Greysmar solo apunta que “ella nació así”, recuerda que en el momento del parto fue cuando los médicos se dieron cuenta de que sus orejas estaban más debajo de lo normal en su cabeza, solo eso alcanza a apuntar. Arguye que la niña siempre ha sido atendida en hospitales públicos. Pero últimamente, insiste en que han tenido que pagar todos los insumos para que pueda ser atendida, incluso hasta las radiografías.

“Esta última vez fue puro hospital, todo pago, porque ya acá en los hospitales no hay absolutamente nada. Una radiografía que la hacían antes en los hospitales, ya ahorita no existe nada de eso, sale en 25 dólares y eso se lo tuvimos que hacer nosotros a ella ahorita cuando la tuvimos hospitalizada hace 15 días”, relata Greysmar, quien sigue insistiendo en la importancia del apoyo económico de Helen en la distancia.

Dice que, anteriormente, la niña no se enfermaba tanto como ahora. Pero sí la llevaban a terapias con la idea de estimular sus capacidades para caminar y hablar, las recibía en un lugar denominado Las Tortuguitas, ubicado en Valencia, pero durante los últimos tiempos ha sido imposible que vuelva a asistir.

“Antes, los otros niños estaban mucho más pequeños, por esa razón no la podíamos llevar, y porque desde donde nosotros vivimos para llegar a Las Tortuguitas hay que gastar como 10 dólares en solamente ir, yendo para allá y de venida, son 10 dólares más. Entonces, son 20 dólares. Tiempo atrás, era plata también, porque hace seis años atrás, si tú hablabas de 50 bolívares, eran 50 millones, y eso costaba conseguirlo. Y por decir, un ejemplo, conseguíamos 50 millones, que era para llevarla a ella a la terapia y no teníamos comida que era para darle a los niños, preferíamos comprar la comida que llevar a la niña, por esa razón no se siguió llevando la niña allí”.

Greysmar detalla que Helen tiene una niña pequeña también. “Ella nos manda semanal como 20 dólares más lo que yo pongo y así hacemos 50. Es muy importante porque ella es la que les compra la ropa, ella es la que manda para un remedio, para casi todo, ella es la que manda, porque la situación aquí está tan difícil, que mi esposo me regala 20 o 30 dólares y yo completo con lo que ella manda para terminar de hacer rendir esa plata para que me alcance para toda la semana. Y sin embargo, no me alcanza porque tengo que comprar pañal, leche, crema de arroz, azúcar, más la comida de los niños, la merienda que tienen que llevar para la escuela”.

Recientemente, Rosaelena fue diagnosticada con desnutrición, por lo que debe consumir una alta ingesta de proteínas. “Uy, mira, difícil, pero difícil. Por eso, ha sido gran ayuda la que Helen nos ha brindado, de verdad, y gracias a Dios que está por allá y nos ha podido ayudar, porque si ella estuviese aquí, sería horrible”.

La casa donde viven los niños es propia, no tiene televisor. No pagan servicios públicos, no tienen internet. Deben cocinar con electricidad, porque no tienen acceso regular a gas.

Cuando se le pregunta sobre la necesidad más importante, ella solo atina a hablar de la comida para sus hermanitos, sostiene que junto a su hermana Helen que migró están dispuestas a hacer todo lo que sea necesario para el bienestar de ellos.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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