Destacados, Reportes, Venezuela

Un jubilado que se quedó a luchar por sus derechos

Reporte Proiuris

Voces de los que se quedaron 

Con cartel en el cuello con consignas alusivas a la situación que viven los jubilados y pensionados venezolanos siempre ven a Arnoldo. No se calla y dice que no lo hará mientras sea para defender los derechos de los que como él han pasado su vida trabajando y quieren terminar sus días con una vejez digna.

Arnoldo Eleuterio de Jesús Benítez Castillo tiene 75 años de edad y es graduado de ingeniero mecánico en la Universidad Central de Venezuela (UCV).

En Voces de los que se quedaron contamos la historia de Arnoldo quien decidió quedarse en Venezuela para luchar por la dignificación de sus homólogos pensionados. De sus cinco hijos ya tres viven en el exterior, dos en Colombia y una en Chile.

Con el pago de su pensión dice que le alcanza para “vivir al ras”, tal cual lo describe. La calidad de su vida y la de su familia decayó tanto tras su proceso de jubilación.

“Soy una persona que trabajó bastante y estoy viviendo de lo poco que ahorré. De paso cometí el error de no cambiarlo a dólares y perdí casi el 90% de lo ahorrado con la devaluación de los 14 ceros que le hizo el Gobierno a la moneda”, explica.

Prosigue: “Mi principal fuente de ingreso es la mísera pensión que no alcanza para nada y los ahorros que tenía. Yo tuve una empresa metalmecánica la cual tuve que deshacerme de ella por la situación económica del país, yo le trabajaba a la empresa petrolera y en vista de lo que decayó todos los que trabajamos allí decaímos”.

Tal como Arnoldo muchos jubilados y pensionados que aún viven en Venezuela han desmejorado su calidad de vida de forma significativa. Viven solos, abandonados, con familias fracturadas o separadas producto de la migración, sin acceso a servicios de salud dignos y con pésimos servicios públicos.

Edgar Silva, coordinador nacional de El Comité de Derechos Humanos para la Defensa de los Pensionados, enfatiza sobre el tema que un sistema de seguridad social digno no se tiene. “Lo que teníamos está completamente destruido. El Gobierno con las misiones no resuelven el bienestar de las familias”.

Sostiene que los jubilados sobreviven con las remesas que envían los familiares que están en el extranjero. Y refiere que la pensión está distanciada en considerables proporciones de la canasta básica alimentaria. “Con el aumento decretado por el Gobierno se llega a ganar un dólar diario y la marca internacional de la pobreza está en 1.96 dólares diarios, es decir, estamos en ingresos por debajo de ese monto. Eso es miseria, pobreza, desnutrición”, dice Silva.

La vida de Arnoldo cambió por completo tras jubilarse. Pasó de ganarse 2.000 dólares mensuales a solo 80.

“Yo en mi época de trabajar activo llegué a ganar 1.500 y 2.000 dólares mensuales que era un sueldo relativamente bueno, pero una vez que deje de ser trabajador activo y dependo de la pensión hasta hace tres meses tenía una pensión de 2 dólares mensuales que en este momento son 30 dólares mensuales, más la jubilación suma en total 70 a 80 dólares mensuales, ya te puedes imaginar cuál es la diferencia”, cuenta.

La alimentación ha decaído

Comer los tres platos del día ha significado para muchos una cruzada en Venezuela. Arnoldo explica que él y su esposa, con la única con quien vive actualmente, han optado por llevar la hora del desayuno lo más arriba posible acercándose a las horas del mediodía. “A golpe de las 10:00 de la mañana para hacer dos comidas fuertes y rematar en la noche con una sopita”.

Según la última Encuesta de Calidad de Vida (Encovi) 2021, el consumo de alimentos en Venezuela ha pasado por distintas etapas. “Desde el período donde la bonanza económica incremento el consumo privado hasta 5% por año entre 2004-2009; hasta las fases de mayor crisis (2014-2019) primero por el desabastecimiento y luego por la hiperinflación. Encovi sólo ha realizado mediciones de consumo de alimentos en 2020 y 2021. En general el consumo de alimentos en términos reales per-cápita ha caído en este último año entre 2% y 13% según el estrato social”.

La misma refiere que todos los estratos redujeron su gasto en alimentos. El estrato más pobre fue el que más redujo su gasto en alimentos  con 13.3%, esto significa un mayor sacrificio de ajustes en el consumo de alimentos para los menos favorecidos económicamente.

“Las diferencias entre estratos son importantes. Los pobres no extremos gastaron 214% más que los pobres extremos, y los no pobres 137% más que los pobres”, indica la encuesta venezolana.

El coordinador nacional de El Comité de Derechos Humanos para la Defensa de los Pensionados enfatiza que lo que está sucediendo en Venezuela con los jubilados y pensionados es una desaparición.

“Estas son condiciones que crea el Gobierno en la cual te privan de alimentos y medicamentos con la intencionalidad de desaparecer a una población determinada y eso es lo que está ocurriendo en Venezuela especialmente desde el 2013 en adelante cuando comenzó la separación de las pensiones y el salario y la canasta básica”, sostiene.

Sin agua, ni gas, ni internet

En la casa de Arnoldo se vive con una serie de limitaciones en cuanto al acceso de servicios públicos básicos.

Él mismo describe al detalle cómo recibe cada uno de los servicios: “El agua es muy intermitente he llegado a estar hasta 3 meses sin agua por tubería teniendo que comprar el contenido a los camiones cisternas en el orden de los 10 a 15 dólares cada 15 días, racionándola”.

“La electricidad, en Caracas, como estamos dentro de la burbuja pues muy poco lo que se va la electricidad, pero aquí en Aragua no hay día que no tengamos un corte de dos, tres y hasta cinco horas”, relata Benítez Castillo.

El cuanto al gas tiene más de año y medio sin el servicio. Explica el jubilado que este lo venden condicionado pues debe pagarlo con carácter de obligatoriedad por medio de la plataforma Patria. “Yo tengo de las bombonas grandes y ellos tienen preferencia a la bombona pequeña, que es la que tiene acceso la gente de más bajo nivel”.

Mientras que el acceso a internet lo califica como un sacrificio. “Yo en este momento no tengo acceso en mi casa, tengo más de dos meses sin el servicio de internet y me las arreglo con un internet portátil, que a veces cuando se va la luz también se pierde la señal”, dice.

Vivir con esta precariedad de servicios es un sacrificio para Arnoldo quien día a día debe sortear las vicisitudes que esto acarrea. A pesar de ello, él sostiene que no piensa migrar porque quiere seguir trabajando en pro de sus homólogos.

“Cuando se muere un viejo lo primero que dicen es que se murió por viejo o por una enfermedad que tuviera, pero no, la mayoría se muere por hambre, por falta de medicamentos. Los adultos mayores estamos en la calle, somos los que mayor cantidad de protesta hacemos en todo el país” dice con la certeza que le da la experiencia de tantos años de trabajo por su país.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.