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‘Me fui de Venezuela pensando en la salud de mi papá y la mía’

Reporte Proiuris

Documentación directa 

Olga Guadalupe Naranjo tiene 29 años. Está radicada en Cúcuta (departamento Norte de Santander) con su familia desde hace un par de años. Es considerada una persona en condición de discapacidad, tras perder por completo la movilidad de la muñeca de su mano derecha.

Estando en Maracaibo, donde nació y se crio, fue intervenida quirúrgicamente en dos oportunidades en un hospital del gobierno, tras ser diagnosticada con un tumor óseo benigno en radio discal de su mano.

Para ella y su familia fue toda una cruzada lograr las dos operaciones, pues les pedían todos los insumos médicos que necesitaban los especialistas para ingresar a un quirófano. Entre amigos, familiares y conocidos reunieron los dineros y logró comprar el primer grupo de insumos, con el cual le extrajeron el tumor.

“A la hora de mi operación resultó que no había agua en el pabellón, se había quedado sin agua el hospital. Luego de ese día me mandaron a ir la próxima semana, lograron operarme me pusieron un fijador externo, y debía tenerlo por dos meses, mientras salía la biopsia”, detalla la joven migrante, quien actualmente vive con su hija, su mamá, una hermana y una sobrina.

Ese fijador debían retirarlo luego de 60 días; sin embargo, ese par de meses terminaron convirtiéndose en largos siete meses con episodios de dolor e incluso en par de ocasiones uno de los sujetadores se les salió por completo.

“Cuando tocaba operarme de nuevo a los dos meses resulta que Venezuela vivió el llamado apagón nacional por ese motivo no podían operarme, pasaron 6 días y nada que llegaba la luz. Luego de eso, Venezuela quedó con bastantes intermitencias en el servicio eléctrico, por ese motivo no me podían operar porque solo estaban atendiendo casos de vida o muerte. Así pasaron 6 meses en el que yo todavía tenía el fijador externo, ya me molestaba, me dolía, pero nada que me operaban”, rememora.

Luego de siete meses al fin volvió a ingresar a pabellón (tuvo nuevamente que comprar todos los insumos), le retiraron el fijador externo y le colocaron una platina.  “Yo ameritaba una prótesis de muñeca, ya que me habían quitado parte del hueso y no tenía radio, pero como era tan costosa no teníamos los recursos para eso, entonces los médicos optaron por hacerme una artrodesis de mano”.

“La platina me la colocaron mal”. La platina debía estar puesta por el tiempo que necesitaba el hueso para crecer y fijarse, sin embargo, la mala postura de la misma ocasionó que se soltara de uno de sus lados y empezó a exponerse al punto de sobresalir por la piel.

Razón de salir del país

“La primera causa de salir de Venezuela fue la salud de mi papá y la mía, y por su puesto la reunión familiar, ya que mi hermana estaba acá en Colombia”, contó Olga.

La joven permaneció en Maracaibo en medio de la pandemia esperando la tercera intervención quirúrgica que nunca llegó. Ya había comprado por tercera vez los insumos médico-quirúrgicos y tras el incremento de los casos de Covid no fue atendida. “Pasaban los meses, uno, dos, tres y un año y solo atendían casos de covid o de vida o muerte”, dice.

En ese momento, viendo la situación de su mano y la de su padre: diagnosticado con un cáncer avanzado, decidió huir hacia Colombia. “Le dije: ‘bueno papi vámonos porque aquí no nos van a atender y lo que estamos es perdiendo el tiempo”.

Agarraron sus maletas y en plena pandemia se arriesgaron y llegaron a Cúcuta. “Nos vinimos para Colombia a buscar ayuda para el caso de él y para mi caso”. Atravesó el puente internacional Simón Bolívar con una mano sin movilidad, empujando la silla de rueda de su padre y con la maleta a cuestas.

Identificar cuántos migrantes venezolanos llegan a Colombia con vocación de permanencia o en tránsito es una cifra incierta, y el Plan de Respuesta del Sector Salud al Fenómeno Migratorio del Ministerio de Salud indica todas las dificultades que atraviesan durante su tránsito.Este mismo documento menciona que en el 2018, un 2,6% de la población presentó algún tipo de discapacidad, es decir 11.648 personas según los reportes de las personas regularizadas”.

Para el Gobierno colombiano la implementación del Estatuto Temporal de Protección para Migrantes Venezolanos (ETPV) es una herramienta para aproximar los números de las personas migrantes en condición de discapacidad.

Lucas Gómez, gerente de Fronteras de la Presidencia de la República, refirió que una vez tengan estos datos podrán hacer una formulación de políticas públicas transversales e incluyentes.

“Nosotros una vez se termine el tema del otorgamiento de los estatutos de protección, poder sentarnos con las EPS para hacer un trabajo de aterrizaje y de diseño de políticas públicas específicas para ellos”, señaló.

Operación en Colombia

“Yo llegué a Colombia en medio de la pandemia con mi papá en condición de un cáncer avanzado, todavía lo recuerdo como si fuera ayer. Fue bastante duro porque nos vinimos casi a empujones por la situación allá. Él se vino en silla de ruedas y yo con la mano así (…) Ya estando acá en Colombia fue un poco más rápido, lograron operarme, me cortaron la platina (que sobresalía de la piel), no me la quitaron completa porque el médico de acá me dijo que en Venezuela me habían operado mal y él quería reconstruir todo de nuevo para que la mano me quedara derecha”, explica Olga Guadalupe.

La joven marabina fue intervenida quirúrgicamente en Hospital Universitario Erasmo Meoz, donde un cirujano de mano lleva hoy día su caso. Tras la mala praxis hecha en Venezuela debe ser operada por una cuarta vez para lograr que la mano vuelva a su posición correcta, aunque la movilidad de su muñeca nunca podrá recuperarla.

Colombia fue sujeto de estudio por parte de Acnur y la Red Latinoamericana de Personas con Discapacidad y sus Familias, que en 2021 llevó a cabo un estudio sobre la situación de las personas con discapacidad refugiadas, desplazadas y migrantes en América Latina “Discapacidad y movilidad humana”. En dicho documento se precisa que esta población recibe ayudas coordinadas por el Grupo Interagencial sobre Flujos Migratorios Mixtos (Gifmm), pero dicha asistencia está distribuida en distintos sectores; sin embargo, enfatiza que “son limitadas las acciones desde un enfoque basado en la discapacidad”.

El texto recomienda iniciar un proceso de armonización en el marco normativo migratorio  existente y la legislación para amparar los derechos de las personas con discapacidad.

Los servicios en Maracaibo

A Olga Guadalupe una gran cantidad de su familia se le quedó en Venezuela, específicamente en Maracaibo, donde aún sobreviven en medio de una carencia de servicios públicos. Ella recuerda que estando en su casa en la capital zuliana podía pasar hasta 3 meses sin recibir agua potable y les tocaba comprar agua a los camiones cisternas para llenar el tanque.

“El agua llegaba cada mes, cada dos meses o incluso habían personas que le llegaba cada 5 o 6 meses o había a quienes no le llegaban y tenía que comprar el suministro de agua”, detalla.

Con el servicio de energía eléctrica padeció de racionamientos constantes a pesar de vivir cerca de un centro de salud especialista en infantes. “Quedaron los racionamientos de 2 a 3 horas, en otros lugares de más de 6 horas, en ocasiones se iba (la luz) por un día completo y no se sabía cuándo iba a llegar”, dice.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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