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Los migrantes venezolanos que huyen a pie: riesgos y necesidades de los caminantes

Reporte Proiuris

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Post meridium en plena carretera, la que va de Cúcuta hacia Pamplona, justo en los lugares donde empiezan a asomarse los ascensos del terreno. 36 grados centígrados marca la temperatura bajo la sombra de un cují, árbol típico de la zona donde se encuentra el Centro de Atención Sanitaria y Transitoria en el municipio de Los Patios (CASL), un espacio inaugurado por el Gobierno de Colombia en alianza con las organizaciones que integran el Grupo Interagencial de Flujos Migratorios Mixtos (GIFMM). Dicho lugar se ubica exactamente en el kilómetro 55 de la vía Cúcuta-Pamplona, del municipio Norte de Santander, en Colombia.

Casi un kilómetro más adelante, se detuvo Mildred*, una morena de marcada estructura ósea que paró en el Punto de Atención Los Vados de la Fundación Nueva Ilusión, local donde reparten entre 60 y 100 almuerzos diariamente a caminantes venezolanos.

 

Mildred salió desde la ciudad de Maracay a pie, con tres de sus hijos: uno de 18 acompañado de su novia de 15, otro de nueve y el más pequeño de seis.

-¿A dónde van?

-Vamos pa’ Cali. Contesta apurado el niño menor.

-¿Tienes amigos, tienes conocidos allá?

-Sí, pero ninguno sabe que yo voy. Voy por mi propia voluntad y porque veo que aquí los colombianos tienen facilidad de conseguir trabajo. Y por lo menos sé que no voy a pasar tanta necesidad como estábamos pasando.

-¿Por qué huyes de Venezuela?

-Para buscar un mejor futuro para mis hijos.

–¿Cómo era tu vida allá en Venezuela?

-Tenía que cargar agua, hacer muchas fuerza, pues. Cuenta mientras su voz se quiebra sin que lo pueda controlar.

Mildred empieza a relatar que a veces usaba una carrucha, pero la mayor parte del tiempo, tenía que traer pesados tobos plásticos llenos hasta el tope de agua, solo con sus brazos y manos. Bromea con que necesitaba “equilibrar” los dos brazos. Este oficio lo hacía porque en la zona donde vivía allá en Palo Negro, no funcionaba el servicio público del agua, por eso ella lograba rebuscarse cargándola para venderla a algunos de sus vecinos, dice que debía traerla desde un punto ubicado a casi un kilómetro de distancia desde la fuente.

“Me pagaban un dólar, a veces, me daban artículos, y así. Pero me vine para acá para Colombia a ver si todo me va mejor, pues”, describe Mildred con los ojos emparamados.

-¿Los niños estaban estudiando?

-Ya iban para cuarto grado, pero si Dios quiere y me estabiliza aquí, los pongo a estudiar aquí.

Fotos: Proiuris

-¿Habías venido antes a Colombia?

-No, es la primera vez y he pasado bastante trabajo.

La primera escala que hicieron Mildred y sus hijos habría sido en La Parada. Allí proliferan unos espacios denominados coloquialmente como “arriendos”. Después de haber caminado desde Maracay durante varios días, quería bañarse y descansar.

Resulta que no pudo pasar por el Puente Internacional Simón Bolívar, porque no era el día correspondiente con su número de cédula. Cabe destacar, que el tránsito por esta zona está supeditado a la terminación de número par o impar del documento de identidad acordé con la fecha del día que debe coincidir en su misma condición par o impar, para poder movilizarse. Por esta razón, Mildred tuvo que acudir al paso por caminos irregulares, a la trocha.

-¿Cómo fue la experiencia?

-Muy fea. Muchas cosas feas que no quería que mis hijos hubiesen visto.

Fotos: Proiuris

Luego de ese mal momento, Mildred entró a uno de estos «arriendos» en La Parada, allí durmieron una noche y se bañaron para continuar el día siguiente. Tuvieron que pagar 18 mil pesos, luego de cambiar más de seis dólares. Confiesa que ese dinero mermó su capital de viaje, pero no sus ganas, estaba decidida a continuar, pues regresar a Venezuela no es una opción para ella.

En el mismo grupo de caminantes con los que Mildred y sus hijos almorzaban en Los Vados, estaba *Silvia, una niña de 15 años que viajaba con su grupo familiar: su madre, su padrastro, un par de hermanos y su novio.

Llamaba la atención la venda en su brazo izquierdo: blanca, pulcra, recién puesta.

-¿Qué te pasó en el brazo?

-Me pusieron un anticonceptivo.

-¿Dónde?

-Ahí en la Cruz Roja.

Esta es una de las acciones de mitigación frente a la crisis de migrantes y refugiados venezolanos que le ha tocado atravesar a Colombia. Son numerosas las jornadas sobre salud sexual y reproductiva que la gran mayoría de instancias de cooperación internacional están implementando.

-¿Te duele?

-No, solo me arde un poquito.

Lo cuenta mientras revisa varios blíster de pastillas que le entregarían como tratamiento médico de prevención frente al surgimiento de cualquier complicación a causa del implante. Antibióticos y analgésicos fueron el botín que la madre enumeraba, mientras comentaba que no era posible obtener todas esas dosis en Venezuela: «Ni pagándolas», dice la señora.

Fotos: Proiuris

Hacia el extremo de la acera, buscando una tímida sombra estaba Carlos*, quien mientras tomaba un momento de descanso en medio de la travesía, opinaba que resultaría muy importante poder contar con algún apoyo de transporte, teme por “los hinchas” refiriéndose a grupos delincuenciales que atacan a los caminantes para robarles sus pertenencias y agredirlos de forma violenta.

“Nos agarran, nos lanzan de las mulas, nos cortan con metales, nos roban las maletas”, enumera Carlos mientras asume el riesgo por la necesidad de llegar a Chile, a sabiendas de que todavía le resta al menos mes y medio para conquistar su plan.

Sobre este tema habla parte del Informe ACAPS del año pasado, cuando dice que “la disponibilidad de transporte de bajo costo, el apoyo financiero o los vales que pueden canjearse con las empresas de autobuses, o el transporte especial proporcionado por las organizaciones humanitarias reducirían en gran medida el número de personas que viajan a pie y su exposición a los riesgos y necesidades asociados”. La organización considera esta situación como una necesidad crítica.

La Ruta del Caminante

Las organizaciones de cooperación y la sociedad civil que han hecho intervención en el departamento Norte de Santander están al tanto de este fenómeno de la migración venezolana. De hecho, se han organizado de distintas formas para atender esta circunstancia del proceso de movilización.

Una de esas iniciativas es la ‘Ruta del Caminante’, definida por Lucas Gómez, gerente de fronteras de Colombia, como una intención de optimizar la capacidad de respuesta al alto flujo migratorio en el departamento fronterizo, está conformada por seis puntos de atención: Esta ‘Ruta del Caminante’, que según Gómez pretende mejorar la capacidad de respuesta al alto flujo migratorio en Norte de Santander, está integrada por seis puntos de atención:

  • Un punto de información ubicado en La Parada, Villa del Rosario.
  • Un albergue de paso ubicado en Los Patios: el CASL (mencionado al principio).
  • Un refugio de Samaritans Purse y la Cruz Roja Internacional en el sector La Donjuana.
  • El albergue Fundar de la fundación del mismo nombre.
  • La Diócesis de Cúcuta en Bochalema;
  • El Centro Transitorio habilitado en La Laguna, en el municipio de Los Hilos, Pamplona.

Fotos: Proiuris

Un fenómeno normalizado

No es extraño para los viajeros de carretera en Colombia encontrarse recurrentemente con los morrales tricolor al costado derecho de las vías, les llaman “caminantes”, y son los migrantes y refugiados venezolanos que en vista de la imposibilidad de pagar el costo de un pasaje, se ven obligados a irse a pie hasta su destino.

Se consiguen en distintas modalidades: solos, en grupos familiares o hasta paisanos que se van encontrando y acompañando de acuerdo con los objetivos geográficos que puedan tener en común.

Caminan para llegar a distintas ciudades del interior de Colombia: Bogotá, Medellín, Barranquilla o Cali son las más comunes, más allá de Cúcuta. Esto coincidiría con los lugares donde viven más venezolanos, tal como lo indica Migración Colombia, de acuerdo con el último corte publicado en agosto del año pasado:

Bogotá 393.716
Medellín 148.714
San José de Cúcuta 98.680
Barranquilla 93.321
Cali 84.160

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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