Colombia, Destacados

La sobrevivencia de un niño migrante: reciclar para llevar comida a su casa

*Jesús lleva tres meses ejerciendo el reciclaje para ayudar a su mamá con la alimentación de sus hermanos. Dejó el quinto grado en Venezuela

 

Reporte Proiuris

Documentación directa

“Chamito, por acá te tengo unas cosas”, le grita un señor a *Jesús, señalando con su brazo izquierdo la bolsa que acaba de dejar en el suelo. El niño de franela roja se acerca a recoger el paquete y trasladarlo a una carretilla de madera. Le da las gracias al hombre moreno y robusto.

Son las 9:15 a.m. del lunes 31 de enero del 2021 y el sol bogotano -atípico por estos días- entibia el comienzo de la semana. Jesús, de 11 años, se encuentra en el parque Antonio Granados, del barrio La Campiña, en la localidad de Suba, en Bogotá. Con un hombre adulto que lo acompaña se dedica a buscar productos reciclados en los contenedores de basura dispuestos a un costado del parque.

La imagen de este menor escarbando entre los contenedores, contrasta con la de decenas de personas que esperan acceder a una prueba de detección de COVID-19, en el centro del parque. Allí, la Alcaldía de Bogotá se encarga de tomar las muestras gratuitas en la comunidad, a través de una carpa habilitada con 4 auxiliares de enfermería.

En el parque Antonio Granados, pobladores asisten a tomarse la prueba de detección de COVID-19. Foto: Proiuris

 

En silencio, las personas observan al menor y a un hombre adulto que lo acompaña. Una señora de unos 60 años, con cabello blanco y acento de la costa colombiana, verbaliza lo que quizá otros piensan, pero callan: “Ese pelaito (niño) debería estar en la escuela y no metiendo sus manos en la basura”. Hay mezcla de tristeza e indignación en sus palabras.

 

Jesús recorre los barrios de Bogotá para rescatar lo que otros botan

Jesús debería estar en la escuela, comenzando la segunda semana de clases de séptimo grado. Sin embargo, las circunstancias familiares han alejado a este menor del derecho elemental a la educación.

Él no entiende de lo que se está perdiendo. En cambio, deja entrever su temprana madurez al auto reconocerse como el hombre de la familia. “Yo no tengo papá y mi mamá cuida de mis dos hermanos en casa. Tengo que ayudarla, no hay de otra”.

El hombre que lo acompaña y que con quien Jesús revisa cada uno de los 5 contenedores negros rebasados de desechos se identifica como un vecino de la familia. También es venezolano.

“Llegué a Colombia en enero del 2021 y como no he encontrado trabajo, me tocó dedicarme al reciclaje. A Jesús lo conocí en octubre pasado. Me pidió que lo enseñara y ahora estamos haciendo esto todos los días”, comenta el migrante de Barinas, que lleva unos guantes negros, gorra y ropa holgada.

Los contenedores tienen etiquetas con información de los horarios de recolección. Jesús los revisa los lunes y miércoles, antes de que se haga la recolección. Foto: Proiuris

 

En tanto, Jesús revisa un nuevo contenedor. A diferencia de su compañero, este niño valenciano no lleva guantes ni algún otro elemento de protección que evite su contacto con elementos contaminantes, peligrosos, cortopunzantes, químicos, etc.

Durante el desarrollo de este testimonio ambos se muestran precavidos. Tienen miedo de que la investigadora que reporta este caso sea una persona del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) -encargada de velar por los derechos de niños, niñas y adolescentes en Colombia- por lo que se niegan a ser grabados en cámara.

“Esas personas del Bienestar se llevan a los niños y la familia no los vuelve a ver”, dice Jesús, refiriéndose a un caso que escuchó de una señora de Caracas, que vive cerca de su casa.

Jesús dejó el quinto grado de primaria en Venezuela

En Valencia, la ciudad de donde proviene Jesús y su familia, este niño cursaba el quinto grado en un colegio público. Lo que más extraña de su escuela es a sus amigos y a su profesor de educación física.

“En el recreo jugábamos béisbol y era algo que me gustaba mucho. Algún día quisiera jugar en el Navegantes del Magallanes y ser un gran pelotero, para comprarle una casa a mi mamá y que mis hermanitos puedan ir a la escuela”, se sincera Jesús, al tiempo que recoge dos envases de refresco que una vecina acaba de botar en el contenedor.

Al hablar de su familia, Jesús evita dar el nombre de su mamá -persiste en él el miedo de que lo separen de ella- solo cuenta que ella se dedica a limpiar casas cuando la llaman y a cuidar a sus hermanos de 6 y 3 años.

Con lo que hago al día -entre 20 y 30 mil pesos- mamá lo usa para comprar la comida y pagar la habitación donde vivimos. ¿Quisiera Jesús volver a la escuela? “Sí, sí me gustaría, pero es más importante tener qué comer y dónde dormir”. En este niño de tes morena y cabello castaño brota una precoz madurez.

Ya han pasado 15 minutos desde el inicio de la conversación y Jesús se disculpa. “La tengo que dejar”, adelanta. Toma su bicicleta, al igual que lo hace su compañero con la carreta. Ambos pedalean para alejarse del parque y continuar su recorrido por los barrios de Suba, para encontrar más materiales que le permitan llevan el sustento diario.

Jesús pedalea una bicicleta roja las calles de Bogotá para recolectar plástico, vidrio, cartón y metales. Foto: Proiuris

 

En Bogotá, de acuerdo con la Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos de la Alcaldía de Bogotá, se estima que hay unos 25 mil recicladores de oficio, asociados o afiliados a diversas organizaciones. Los migrantes venezolanos hacen parte de esta estadística; pero no los menores de edad.

 

 Barreras de protección en niños migrantes y refugiados venezolanos

De manera general, el caso de Jesús podría tipificarse como explotación laboral infantil. Este flagelo es definido como una violación a los derechos de niñas, niños y adolescentes que afecta su proceso de desarrollo y genera condiciones que vulneran el goce efectivo de sus derechos.

En la legislación colombiana, se considera trabajo infantil aquel realizado por las niñas, niños y adolescentes menores de 15 años.

Johana Morales, de la organización civil Bogotá te Ayuda, exhorta a mirar este tipo de casos con mayor profundidad. Sucede que hay casos de familias monoparentales (mamá sola) en la que no hay recursos económicos ni empleo; por lo que los hijos mayores tienden a reemplazar el lugar del papá proveedor y protector”.

Otro aspecto que se debe evaluar es la respuesta institucional. En el caso de las entidades colombianas que tienen la responsabilidad de proteger a niños, niñas y adolescentes (NNA), sus capacidades son limitadas y la vinculación de estas familias a servicios que garanticen su desarrollo integral, son casi inexistentes.

De acuerdo con organizaciones humanitarias de carácter internacional, que tienen programas de protección para niños migrantes en Colombia, existen tres situaciones que rodean casos como el de Jesús y su familia: 1. El desconocimiento de los derechos de NNA; 2. La precariedad socio económica de las familias y 3. La ruptura de los lazos familiares o protectores, propios del desarraigo ocasionado por la migración. En el caso de Jesús, la falta de la figura paterna.

 

Espacios protectores para niños, niñas y adolescentes migrantes en Bogotá

Con el propósito de promover la protección, participación, crecimiento y desarrollo de niños, niñas y adolescentes provenientes de Venezuela, diferentes organizaciones han habilitado, de forma gratuita, espacios seguros. A continuación tres de ellos:

Organización: Plan Internacional

Actividades:

  • Espacios amigables para niños, niñas y adolescentes.
  • Actividades lúdico-pedagógicas con niños, niñas y adolescentes
  • Promoción de las capacidades de las familias para gestionar retos desarrollados en la crisis a través de la crianza positiva, convivencia, comunicación asertiva, resiliencia, entre otros
  • Gestión de casos: Acompañamiento a niños, niñas y adolescentes en riesgo y con vulneración de derechos

Dirección: Carrera 19B #24-06. Barrio Samper Mendoza

 

Organización: Asociación Asomumevir

Actividades:

  • Refuerzo escolar y asesoría de tareas
  • Biblioteca
  • Actividades lúdicas y recreativas
  • Talleres de formación (Técnico laboral)
  • Talleres de manualidades (Marroquinería, bisutería, tejido, reciclaje)

Dirección: Calle 79 Sur # 16 – 48, Barrio Divino Niño, Bogotá

 

Organización: Fundación Procrear

Actividades:

  • Escucha activa a situaciones de sufrimiento social (Consumo de drogas, VIH, Violencias).
  • Talleres permanentes en la sede de la Fundación para niños, niñas y jóvenes.
  • Acompañamiento a tareas a jóvenes de la Comunidad.
  • Talleres en la escuela sobre prevención en consumo de drogas, VIH, violencias, Genero, Salud Sexual y reproductiva, manejo de trastornos de desarrollo escolar.

Dirección: Carrera 16 # 21 – 07, Barrio Santa Fe, Localidad de los Mártires, Bogotá.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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