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La historia de Ana: de vender perfumes puerta a puerta a brindar información migratoria

Esta joven, de 33 años, relata cómo ha sido su experiencia de acceder a un empleo formal en Colombia en los últimos cuatro años.

Reporte Proiuris

Documentación directa

Ana Karina es un rostro conocido para los migrantes venezolanos que viven en Bogotá y necesitan acceder a información sobre acceso a diferentes servicios fundamentales en Colombia. Ella es una de las administradoras de Venezolanos en Bogotá, una iniciativa comunicacional que tiene alcance en Instagram, Facebook y Youtube, en la que se muestra la cara positiva de la migración.

Allí, además de información de servicio, Ana visibiliza historias de emprendimiento, promueve diferentes productos y servicios que ofrecen migrantes que como ella llegaron a Colombia para reconstruir sus vidas e integrarse a la comunidad colombiana.

Esta comunicadora social, de 33 años, de Maracaibo, tiene una profunda convicción de servicio. «Ayudar a los migrantes me llena de alegría, de gratitud, de esperanza. Debemos tender la mano a los demás», dice con gesto sincero.

Ana sabe, de primera mano, que integrarse laboralmente en Colombia es difícil. Además de liderar como periodista esta iniciativa digital, también goza de un trabajo estable en una reconocida institucion del Gobierno Colombiano. Por eso ha querido compartir su historia, como ejemplo de que en la perseverancia está el secreto para salir adelante.

Vender una reliquia familiar para empezar de cero en Colombia

Con un presupuesto de 20 dólares y un par de argollas de oro heredadas de su abuela paterna, Ana llegó a Cúcuta el 27 de agosto del 2017, con la convicción de comenzar un nuevo proyecto de vida.

En Maracaibo, su ciudad natal, dejó a su familia, a sus amigos y una prometedora carrera en los medios de comunicación. “Me traje a Colombia el sueño de prosperar, crecer, establecerme y cumplir los sueños que pausé en Venezuela”, asegura con firmeza.

Ocho días estuvo en la ciudad de frontera. Allí empeñó las argollas para continuar su viaje hacia Medellín. “Llegué en septiembre del 2017 y comencé a meter hojas de vida por internet. Una semana después me llamaron para vender perfumes puerta a puerta. Honestamente no quería, pero me tocó. No había otra opción. Duré 8 meses vendiendo perfumes.

Al día debía cargar una caja con 150 perfumes. Con su prima recorrían calle por calle Medellín y varios municipios vecinos. Ana se quebraba, lloraba, no quería seguir. Sin embargo, la apremiante necesidad de cubrir alquiler, alimentación y transporte, la volvía a poner de pie. “Tenía que hacerlo porque era lo que me sostenía”.

Ana y su prima en una feria de perfumes, en Medellín, durante el 2018. Foto: Ana Karina Gómez

 

En su memoria aloja momentos agrios de esa primera experiencia. “Había días donde no vendía ni un perfume. Me sentaba en los parques de Medellín a llorar. Solo le pedía a Dios que me presentara oportunidades en el camino”.

Nunca dejó de meter hojas de vida. Luego de los perfumes, pasó a trabajar en eventos, también limpiaba casas por día. No era buena la remuneración, pero le tocó aceptar. Pagar arriendo, servicios y comida seguía siendo su prioridad.

 

Otra decisión en la historia de Ana: Mudarse a Bogotá

Una amiga de la infancia tuvo meses insistiéndole a Ana que lo intentara en Bogotá. Ana recuerda: “Ella siempre me decía ‘vente y trabajemos juntas’. Ella es la administradora de la cuenta de Instagram Venezolanos en Bogotá”. Así que en el 2019 llegué a la capital colombiana con 150 mil pesos.

“Yo tengo nacionalidad colombiana y se me estaba poniendo difícil conseguir trabajo aquí en Bogotá. Empecé a buscar en Internet ‘cómo conseguir trabajo en Colombia y a ver tutoriales en Youtube. Me agregaron a un grupo de WhatssApp. Salió una oferta de auxiliar de cocina. Nunca había trabajado en eso, pero igual me postulé y quedé.

Antes de iniciar su nuevo trabajo, Ana buscó información sobre las responsabilidades de un auxiliar de cocina. Quería prepararse. “Era como ayudar a mamá en la cocina. Me dijeron que debía vestirme de negro y recogerme el cabello con una gorra. Me gustó ese trabajo, era como si estuviera en casa. Lo único es que debías estar 8 horas de pie, no podías sentarte”.

Durante su primer día de trabajo como auxiliar de cocina en Bogotá. Foto: Ana Karina Gómez

Otra seguidilla de trabajos temporales vino en el camino de Ana. Ninguno le brindaba seguridad ni motivación. Su segunda inmersión en el mercado laboral colombiano fue en Enel Codensa, una empresa de energía. “Me levantaba a las 4:00 a.m. todos los días para llegar a las 6:45 a.m. porque yo vivía en el norte y el call center quedaba cerca del aeropuerto. Sentía que mi vida se iba en ese trabajo. Solo estuve 15 días.

Ana no se rindió y retomó la búsqueda. Esta vez en lo que siempre la ha apasionado: los medios de comunicación. “Ingresé a Caracol TV y RCN para trabajar de extra y en eventos. No era mucha la remuneración, pero servía para cubrir lo básico”.

Posteriormente, Ana logró ingresar a otro empleo: atención al cliente en un call center de la empresa de telefonía Claro. “En agosto del 2019 me despidieron. Lloré demasiado y me volví a deprimir”.

Más empleos temporales continuaron, asistiendo a doctora venezolana y luego apoyando el emprendimiento de un señor colombiano. En diciembre del 2019, ingresó como asesora pymes a otra empresa de telefonía celular, con un sueldo de casi 2 salarios mínimos. Ana estaba feliz, agradecida, emocionada.

 

2020, dedicación completa de Ana a Venezolanos en Bogotá

Cuando inició la pandemia y las medidas de confinamiento en Colombia, muchas empresas tuvieron que reducir operaciones e, incluso, cerrar sus puertas. Ana fue despedida el 19 de marzo, por reducción de personal. La joven venezolana pasó a engrosar la lista de 3.79 millones de personas que perdieron el empleo durante la pandemia en Colombia, según una investigación realizada en la Universidad EAN, de Colombia.

“Como ya venía trabajando con la cuenta de instagram de mi amiga, decidí dedicarme a tiempo completo a la cuenta. Allí empecé a dar información migratoria, sobre empleos, ofrecer paquetes publicitarios, etc”.

Ana entrevistando a la abogada Paola Persa, especialista en derecho laboral. Foto: Ana Karina Gómez

 

Participar en eventos, entrevistar a miembros de la sociedad civil que trabajan con población migrante y refugiada en Colombia, recibir capacitaciones en acceso a derechos fundamentales en Colombia y mantener activa la búsqueda laboral, llevaron a Ana a seguirse formando en derechos humanos. También estudia inglés para pronto convertirse en una profesional bilingüe.

«Apoyar a mis hermanos venezolanos y dejar el nombre de mi país en alto es algo que me llena de orgullo y de mucha energía para continuar abonando logros en Colombia».

Ana comparte un mensaje final a todos los migrantes que están viviendo en la misma incertidumbre laboral que ella vivió por casi 4 años: “Trabajen en lo que les salga, pero no se queden en el mismo lugar, evolucionen, sueñen en grande todo es momentáneo, es una enseñanza”.

 

Acceso al mercado laboral formal, otra traba para los migrantes en Colombia

En el documento “Acceso e integración al mercado laboral, un elemento clave para los medios de vida y la inclusión económica de los venezolanos”, de la Agencia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), se enfatiza que, si los venezolanos pueden trabajar legalmente, serán capaces de proveer un sustento por ellos mismos y se reducirá la necesidad de asistencia humanitaria directa. Podrán contribuir a la economía colombiana a través del pago de impuestos, generarán mayores niveles de demanda y un aumento en la productividad económica

Consultada por Proiuris, Karla Sánchez, trabajadora humanitaria con énfasis en medios de vida, indica que una de las mayores barreras para migrantes venezolanos, hijos de padres colombianos, es precisamente acceder a una plaza laboral.

La principal razón que ella enmarca es la documentación educativa y experiencia laboral. “Por ser hijos e hijas de padres colombianos, estas personas en edad productiva ya tienen una cédula de ciudadanía. Sin embargo, carecen de experiencia laboral en Colombia; por lo que algunos empleadores prefieren contratar a nacionales colombianos.

Haciendo mención al caso de Ana, por ser comunicadora social, Colombia “no exige tarjeta profesional a los periodistas, lo que supondría una ventaja. Pero, como pasa con otras profesiones, los medios colombianos buscan profesionales con experiencia en Colombia; aunque algunos han flexibilizado este tema”.

Los datos y opiniones contemplados en este reporte fueron recabados por investigadores de Proiuris de manera directa en diversas entrevistas con las fuentes mencionadas. Se reserva el derecho al anonimato para resguardar la identidad de las fuentes.

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