Colombia, Reportes

La historia de Marta: migrante, víctima de VBG y trabajadora sexual

En este relato, narrado en primera persona, esta migrante venezolana confiesa los vejámenes que debe enfrentar cada día para llevar el sustento a sus hijos: violencia por ejercer el trabajo sexual y violencia de su pareja.

Me llamo Marta, tengo 28 años y soy de Valencia, estado Carabobo. Llegué a Bogotá hace seis meses con 3 de 7 hijos que tengo. En Venezuela trabajaba en las calles vendiendo buñuelos. A veces tenía que salir a donde mi familia para que me regalaran comida para los niños. Yo vivía con mi hermana en Valencia. Un día peleó con su esposo y me dijo: vámonos, no aguanto más. Allá vemos qué hacemos. Cuando llegamos a Cúcuta, conoció a alguien. Ella se fue para Bogotá con un colombiano. Luego me vine yo sola.

Tengo 7 hijos, pero cuatro se quedaron en Valencia y me vine con 3. Estoy luchando con ellos, pues. Mis otros hijos se quedaron con la abuela y los papás, me traje al de 8, 6 y a la de un año y seis meses. Me vine sin pareja.

Cuando llegué aquí (Bogotá) no conseguí trabajo. Me la pasaba caminando. Conocí a un señor y me ayudaba con 10 o 15 mil pesos para comprar comida para los niños, sin hacer nada, hasta que me hizo caer en esto (la prostitución). Luego, una amiga me trajo hasta este parque (refiriéndose al Parque de la Mariposa, en el centro de Bogotá).

Hace dos meses que empecé a trabajar así. Me hace sentir mal porque no es fácil, pero a veces uno lo hace para no dejar morir a sus hijos de hambre. Para pagar el arriendo, para comprar cosas para los niños.

De las colombianas he escuchado insultos, sí, pero también consejos de cómo sobrevivir en este parque. ¿Qué le diría a las mujeres que están en Venezuela y que se quieren venir a Colombia? Les digo que no se vengan porque la vida no es fácil tampoco. Hay que guerrear bastante. Hay algunos (hombres) que te piden hacer otras cosas y les digo que no. En un día he estado con máximo 4 o 5 hombres. La vida no es fácil.

Víctima de VBG: Insultos y golpes de su pareja

Creo que tuve una pérdida. Estaba subiendo una escalera y empecé a manchar. Me dolían las caderas y adelante. Veía pura sangre y me di cuenta de que era un aborto que tenía. Creo que era de un cliente, ese es el riesgo cuando el condón se rompe. Nunca fui al médico.

Me busqué la pareja que tengo ahorita. Con él tengo 4 meses. Él tiene 18 años, es de Venezuela, de Guacara. Me dijo que luchemos, que él me iba a ayudar con los niños, pero me pelea, me dice groserías, me amenaza, me ha pegado, lo hace delante de los niños. Me ha dado coñazos y sale corriendo.

Él dice que le monto los cachos. Yo lo que trabajo es pa’ las cosas de la casa, pero estar con otra persona no. Él sabe que estoy en eso (la prostitución), entonces (los amigos) le dicen que nunca me voy a salir de eso, que las mujeres así les montan cacho a los maridos.

Cuando me llegar clientes, por teléfono, me dice un poco de vainas y me da miedo. Me da miedo que haga algo o le hago algo yo a él.


Me dice que él tiene familia paraca, que no está solo aquí. (Mis hijos) se ponen a llorar, pero él le dice que soy yo la que le pego. Ellos ven lo que él me hace. Cuando le digo que es mejor dejarnos, me ha encerrado. “No te vas a ir”, me grita y me cierra la puerta.

En la habitación en la que vivimos pagamos 40 mil pesos la semana. Los niños a veces los dejo con él. La niña se la dejo a la prima de él. Ellos han visto que es violento conmigo y me dicen que lo deje. Le he dicho groserías feas. Él me ha puesto a mí muy grosera.

Desde que inició el aislamiento obligatorio para combatir la expansión de la COVID-19, los casos de Violencias Basadas en Género (VBG) se han incrementado. Las mujeres están más expuestas a actos de violencia física, sexual y emocional a manos de sus parejas. Según la organización sin fines de lucro Cepaz, desde enero a julio del 2021 ha habido 49 feminicidios de migrantes venezolanas y 9 intentos de feminicidio en países como Colombia, Ecuador y Perú.

En una evaluación realizada por Acnur, la mayoría de las personas refugiadas y migrantes venezolanas entrevistadas ha indicado la percepción de que los casos de violencia intrafamiliar aumentaron desde que comenzó la emergencia sanitaria por COVID-19. “La cuarentena extendida y otras medidas de distanciamiento social han aumentado los reportes de violencia basada en género, como resultado del estrés por la crisis económica y de salud, combinado con la convivencia forzada con el agresor, en espacios de vida reducidos o en hacinamiento”, se lee en el informe.

Estigmatización del sexo por supervivencia

En Colombia no hay un marco legal establecido que brinde protección especial a las trabajadoras sexuales. De acuerdo con la ley 599 del 2000 en el Código Penal Colombiano y por la Sentencia C-636 de 2009, solo se protege a quiénes son víctimas de trata o son obligadas a prestar servicios sexuales, pero para las trabajadoras sexuales que deciden ejercer esta actividad, sus derechos se reducen a la Sentencia T-629 del 2010, la cual aborda solo el ámbito laboral y se dirige más específicamente a mujeres madres cabeza de hogar que se dedican a las actividades sexuales pagadas.

Se desconoce «enfatiza la investigadora Magaly Rubio» que colombianas y más recientemente, migrantes venezolanas, ejercen el sexo por supervivencia como único camino para llevar comida a sus hogares. “Tampoco se evalúa que hay redes detrás de estas mujeres que las coaccionan a ejercer este trabajo que termina afectándolas física y emocionalmente”.

Marta quisiera salir de este círculo, pero sin regularización migratoria, sin oportunidades laborales y la carga de siete hijos, las circunstancias la han empujado, al igual que otras mujeres provenientes de Venezuela, a trabajar en zonas de tolerancia como la avenida Caracas y Santa Fe, en la capital colombiana.

“Si no existiera demanda, ninguna mujer se vería obligada a ofrecer su cuerpo como mercancía. Para acabar con este flagelo, es necesario campañas pedagógicas, pero también un cambio en la estructura de crianza”, agrega la especialista.

ONGs ofrecen acceso a salud sexual y prevención de VBG

Cuando una mujer, sin importar su nacionalidad o situación migratoria, corre peligro su vida o integridad física o mental, o se encuentren en riesgo, se debe llamar a la línea de emergencias de Bogotá 123.

Organizaciones sin fines de lucro como HAI, Comité Internacional de Rescate y Oriéntame brindan orientación en salud sexual y reproductiva, interrupción voluntaria del embarazo y situaciones relacionadas con violencia de género. El mapeo del GIFMM se encuentra toda la información de cómo acceder a este tipo de servicios.

Las mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia tienen derecho a:

  • Recibir orientación e información sobre los derechos, las formas de hacerlos efectivos, los servicios y entidades encargados para la atención y protección integral.
  • Recibir atención integral en salud física, mental, sexual y reproductiva.
  • Acceder a medidas de protección específicas e inmediatas para proteger la vida, la de sus hijas e hijos y evitar que los hechos se repitan o agraven.
  • Acceder a la justicia. Denunciar los hechos para que sean investigados y el agresor sea juzgado y castigado.

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