Colombia

Migración venezolana, una realidad que supera la ficción de Melba Escobar

Melba Escobar

La curiosidad de la escritora colombiana Melba Escobar frente a la ola migratoria del país hermano que recorre la geografía nacional, la llevó a embarcarse en diferentes viajes a Venezuela para entender sin “sesgos ni prejuicios” los motivos más profundos de la huida.

Reporte Proiuris

Ángery Lozano

Cuatro novelas y un nombre tallado como referente en la literatura latinoamericana son parte del haber de la escritora colombiana Melba Escobar, quien un día se preguntó, ¿a qué le huyen millones de venezolanos?, y tomó un boleto de partida para iniciar un viaje de inmersión en búsqueda de sus propias respuestas. 

Así fue como esta esposa y madre de dos hijos, autora de ‘La casa de la belleza’ y ‘La mujer que hablaba sola’, se puso a kilómetros de distancia de su zona de confort, enmarcada en su habitual vida en la convulsa Bogotá, para documentar sus viajes a la frontera y a Venezuela, epicentro del segundo éxodo migratorio más grande del mundo, después del de Siria. 

Melba Escobar es autora de “Duer­mevela” (Planeta, 2010), “Johnny y el mar” (Tragaluz, 2014) traducido al inglés y el alemán y en 2015 seleccionada dentro del catálogo White Raven, reconocimiento de la Biblioteca Juvenil Internacional de Múnich (Alemania), a títulos internacionales.

El resultado es ahora su más reciente libro de no ficción titulado ‘Cuando éramos felices pero no lo sabíamos’. Cuatro viajes fueron necesarios para completar su periplo. El primero lo hizo en junio de 2019 y el último en febrero de 2020, justo cuando comenzó la pandemia por la COVID-19. 

Caracas, La Guajira, Maracaibo, Cúcuta, San Cristóbal y Barquisimeto; hicieron parte de un recorrido que la llevó a descubrir que su propio duelo por la partida de su mamá, sería amalgama para esa “conversación íntima y honesta” que estableció con cada protagonista signados por el dolor de la pérdida de un país que ya no existe; o por lo menos en la forma en que se conocía, sentimiento que la columnista de El Tiempo enmarca desde el titular de la obra.

Sobre esos hallazgos de resiliencia, identidad patria, encuentros y desencuentros de dos países hermanos y una comprensión más humana y personal del drama que vive el éxodo venezolano, nos contó la también periodista desde su cuenta en Twitter (@melbaes) para la #EntrevistaTuitera de Proiuris:

Proiuris: ¿Por qué la migración venezolana se convirtió en el nuevo objetivo literario de @melbaes

Melba Escobar: Quise ver de dónde venían todos esos migrantes y refugiados venezolanos. Entender su día a día, sus historias personales más allá de un discurso oficial, un discurso mediático o de poder.

Proiuris: ¿Qué tipo de respuestas conseguiste en esos cuatro viajes a Venezuela? 

Melba Escobar: Pude entender, a través de muchas conversaciones, hasta donde la resiliencia del ser humano puede salvarlo en situaciones extremas. Me asombró lo solidarios que podemos ser y la creatividad humana para crear soluciones novedosas cuando nos vemos al límite.

Proiuris: ¿Corroboraste o lograste cambiar esa visión que ya tenías del éxodo?

Melba Escobar: Justamente no tenía una visión previa. Creo que ahí radica la fuerza de este libro. No viajé con sesgos ni prejuicios, solo con una inmensa curiosidad, dispuesta a escuchar. Viajé con los ojos y los oídos bien abiertos.

Proiuris: Y sobre los personajes que conociste, ¿todavía quieren quedarse en el país o detectaste intenciones de un abandono inminente? ¿Qué los diferencia a ellos de los más de 5 millones de venezolanos que abandonaron su tierra?

Melba Escobar: Hay quienes se quedan porque les toca, también quienes se quedan por elección, incluso quienes han hecho de quedarse una forma de resistencia. Los diferencia que, quienes se han quedado padecen en el día a día las desgracias y abusos del gobierno.

Proiuris: Durante la pandemia muchos venezolanos que habían migrado a Colombia decidieron devolverse por la dura situación que trajo la cuarentena, ¿te topaste con el venezolano retornado? 

Melba Escobar: En algunos casos, sí. Así como muchos han encontrado oportunidades y una nueva vida en Colombia, muchos sufrieron sus peores desgracias en este país y prefirieron regresar.

Proiuris: ¿Qué pueden aprender los colombianos y colombianas de los venezolanos y venezolanas?

Melba Escobar: A ser más confiados, más abiertos, aprender de la diversidad. Venezuela es un país hecho de extranjeros, en contraste con Colombia que había sido siempre muy cerrado, hasta ahora, cuando el gobierno ha hecho un gesto sin precedentes a favor de la regularización de venezolanos.

Proiuris: ¿Cómo incluir el enfoque de derechos humanos en la narración del éxodo venezolano?

Melba Escobar: Nos hace falta conocer más historias humanas, reales, que no busquen un efecto político ni electoral. Conectarnos desde las emociones, desde la vida.

Proiuris: ¿Cuál es la particularidad de la migración venezolana en relación con otros procesos de movilidad humana en el mundo?

Melba Escobar: Colombia y Venezuela fueron un solo país. Compartimos la lengua, la música, la comida, una manera de entender el mundo. Sin embargo, durante décadas los colombianos nos refugiamos en Venezuela de la guerra y la pobreza y, ahora, son los venezolanos quienes buscan refugio aquí.

Proiuris: ¿Debería ser esto razón para que la integración sea más fácil? Porque no ha sido un proceso simple, sobre todo por la cantidad de personas que se han venido en poco tiempo. Pese a eso, Colombia como Estado ofrece iniciativas inéditas de solidaridad a nivel de Latinoamérica

Melba Escobar: Así es. No está siendo simple, pero ya empieza a verse la integración en algunos ámbitos. Para Colombia incorporar el conocimiento y la creatividad de los venezolanos en las prácticas del país va a llegar a ser una enorme ganancia.

 Su novela “La Casa de la Belleza” (Emecé, 2015), ha sido traducida a 18 idiomas y recomen­dada por medios como The GuardianLe FigaroLa Reppublica, entre otros.

Proiuris: Has afirmado que la sociedad colombiana es cerrada y parroquial, lo que dificulta la recepción de los migrantes mientras que Venezuela vivió por décadas ser el país que acoge extranjeros, ¿crees que esta nueva paradoja histórica terminará transformando la sociedad colombiana? 

Melba Escobar: Creo y espero que así sea, que aprendamos a ser más abiertos, receptivos, menos desconfiados, y que también Venezuela encuentre en su vecino un aliado verdadero en estos tiempos de crisis.

Proiuris: De todos esos diálogos y encuentros con los que se «quedaron», ¿alguno resuena en tu cabeza? Cuéntanos sobre ese personaje que más te marcó y por qué: 

Melba Escobar: Daniel Torres, «El Gordo». Un típico latinoamericano, Don Juan, rebuscador, alegre, divertido, caribeño, fue mi «fixer» en mi primer viaje a Caracas. Es decir, me hacía de conductor, guía y «guardaespaldas». Un hombre hecho de tesón y sabor. Por desgracia fue asesinado en Petare.

Proiuris: Cada viaje permitió palpar en otra dimensión el duelo que atraviesan los migrantes, ¿ver de cerca el casi arruinado sistema de salud venezolano que no ofrece asistencia digna a sus enfermos, te ayudó a hacer las paces con ese dolor del duelo propio por la pérdida de tu mamá?

Melba Escobar: Hay en el libro un paralelo entre el duelo que estaba viviendo por el cáncer de mi madre, fallecida hace poco más un año, y el duelo de quienes perdieron a su país tal como lo conocían. Pienso que el dolor compartido facilita una conversación íntima y honesta que se dio a menudo

Proiuris: ¿Qué tantos contraste puedes señalar en esa Venezuela que hoy está sumida en una gran miseria pero que aún alberga a quienes se enriquecen con ella? ¿Alguna ciudad que te haya impactado más en ese sentido?

Melba Escobar: Sin duda Caracas, ver bodegones atestados de productos importados, el country club con hombres jugando golf o almorzando langosta con vino francés…. mientras hay gente pasando hambre en las calles. Las desigualdades de nuestra región, en Venezuela alcanzan dimensiones obscenas.

Proiuris: La xenofobia sigue estando muy presente no solo en Colombia sino en muchos países de la región, ¿crees que tu libro ayuda a promover esa necesaria integración? 

Melba Escobar: No lo sé, ojalá. Pero mi propósito era hacer unos viajes íntimos, personales, dejarme permear por las historias de los otros, fundirme en ellas. Dejar un testimonio escrito de lo vivido.

Proiuris: Más allá de tu obra literaria y de afirmar que «éramos felices pero no lo sabíamos», ¿qué te quedó de esos viajes a Venezuela? ¿Conseguiste algo que te haga sacar sonrisas y pensar que la felicidad todavía no se ha exiliado por completo de ese país hermano?

Melba Escobar: Entendí que más allá del gobierno que se tenga, de si hay agua o luz, de si se tiene salud o educación, hambre o miedo, lo que queda es la comunidad, la capacidad de organizarnos  en torno a un bien común. Una lección inmensa por la que estoy profundamente agradecida.

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