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Cirujana venezolana en Colombia: «Me regresaba o me quedaba como ayudante»

Cirujana venezolana

La cirujana venezolana María Angélica Rico decidió migrar a Colombia en 2017. A pesar de su doble nacionalidad le tocó comenzar como médico general en ese país y luego desempeñarse en ayudantías quirúrgicas, pero percibiendo lo que en Venezuela ganaba como especialista

Reporte Especial Proiuris 

Anggy Polanco

Cada día son más los profesionales de la salud que deciden huir de Venezuela en busca de oportunidades laborales que les permitan tener salarios dignos y calidad de vida. A pesar de que obtener las reválidas en Colombia es muy difícil, ese país figura como una de los principales destinos.

Tal es el caso de la cirujana general venezolana María Angélica Rico Rojas, quien tuvo que sortear múltiples requerimientos legales para ejercer su profesión en Colombia.

Tomó la decisión de huir de Venezuela cuando su situación económica desmejoró considerablemente y los pacientes dejaron de acudir a la clínica donde laboraba en Valencia.

La cirujana venezolana de 37 años de edad recuerda que en septiembre de 2017 decidió dejar Valencia, estado Carabobo, que en otrora fue considerada la ciudad industrial de Venezuela. Tenía tres años de graduada como especialista y estaba empleada en un centro de salud privado.

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Su situación económica se fue tornando insoportable. Su salario se iba desvaneciendo al igual que el número de pacientes, a pesar de los esfuerzos que hiciera.

La cirujana comenta que, cuando comenzó a ejercer su profesión, los especialistas tenían que disputarse un quirófano; pero pronto la situación cambió y las salas acondicionadas para operaciones estaban disponibles a toda hora, pero sin pacientes.

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“El primer año fue muy bueno, desde el punto de vista profesional y económico; pero a medida en que se fue profundizando la crisis ya no se veía la misma cantidad de pacientes. En la clínica ya no se hacía la misma cantidad de cirugías de antes”, relata María Angélica.

El salario que ganaba en Venezuela no le permitía adquirir una vivienda, cambiar de vehículo o poder viajar sin tener que lamentarse por su presupuesto.

Al terminar sus estudios se ocupó de legalizar y apostillar sus títulos de pregrado y postgrado; sin embargo, la documentación que las instituciones en Venezuela otorgan no están estandarizadas para cualquier país.

A pesar de contar con doble nacionalidad, pues su padre nació en Colombia, le tocó afrontar engorrosos trámites para obtener los documentos necesarios para convalidar sus títulos.

Ocho años de retroceso

María Angélica tenía planeado tomar un periodo de descanso al llegar a Colombia. Sin embargo, no demoró en solicitar empleo.

Comenzó como médico general, porque fue lo que logró convalidar. Esto también fue una suerte de estrategia para engancharse en el área de la salud.

“Cuando esto pasó ya llevaba ocho años de graduada como como médico general, y tenía años sin realizar ninguna práctica médica general. Debía volver a hacerlo, porque, o regresaba a Venezuela o me quedaba aquí, ganando lo mismo que ganaba como especialista”, cuenta la cirujana.

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La cirujana venezolana describe los procesos de convalidación como una especie de piedras de tranca. Explica que constantemente actualizan las normativas y resoluciones; además, el proceso cuesta cerca de 200 dólares y se debe esperar un lapso indefinido por la aprobación.

María Angélica ejerció durante tres años como médico general en Pamplona, una ciudad ubicada a 75 kilómetros de Cúcuta.

Adaptarse al sistema colombiano

La experiencia en su primer trabajo le permitió advertir que el sistema de salud en Colombia era muy distinto al de Venezula.

“Aquí no hay salud pública, aquí la salud es privada, indiferentemente del estatus social en el que estés. Aquí se juega mucho al estilo Robin Hood: roba a los ricos para darles a los pobres”, expresó la médica.

En Colombia el Instituto Prestador de Salud (IPS) se encarga de los servicios médicos de consulta, hospitalarios, clínicos y de cuidados intensivos. Y los IPS son contratados por las Entidades Promotoras de Salud (EPS), que fungen como empresas aseguradoras y cancelan todos los gastos médicos que sus pacientes generen a las IPS.

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María Angélica tuvo que aprender los procedimientos para que los pacientes puedan llegar a una consulta. Además, cumplir un horario laboral muy estricto, diferente a la selección de hora que prefería cuando estaba en Valencia. Confiesa que le resultó difícil en el primer año.

Meses después, cuando la cirujana venezolana pudo estabilizarse económicamente, logró que su hija también migrara a Colombia. Un año después ambas s radicaron en Cúcuta, donde actualmente labora como cirujana en una clínica. Su nivel cambió en esta ciudad y fue tomada en cuenta su especialidad en ayudantías quirúrgicas, es decir, ayudando al cirujano a operar.

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“Yo salí de Venezuela mucho antes que muchos compañeros. Cuando volvía a Valencia de vacaciones, ya mucha gente con la que trabajaba no estaba”, evocó.

María Angélica sigue esforzándose por adaptarse a la cultura local. Lamenta no ser recbida como los venezolanos suelen acoger a foráneos en su país.

“Ese calor humano es diferente. En Valencia a todo el mundo se le llama mi amor, no es fácil… Aquí puedes ofender o pueden creer que tienes algo con esa persona. El amiguismo no tiene lugar acá, se deben medir mucho las palabras para llegarle a la gente”, expresa.

Documentos, el gran calvario

El médico venezolano Andrés Calles, miembro de la organización Médicos Unidos de Norte de Santander, que también reside y ejerce la profesión en la frontera colombiana, sostiene que el calvario de los médicos y médicas venezolanas comienza cuando se toma la decisión de migrar. Gran parte de los y las profesionales de la salud que huyen de Venezuela son los más jóvenes, puntualiza.

“Con ese maletín lleno de toda nuestra papelería que acredita lo que en nuestro conocimiento existe, el calvario se hace difícil y fuerte cuando pasamos por todos esos procesos de legalización de documentos. Después viene el proceso de apostillas con pagos de citas, cupos, sobornos y dolarización”, pormenoriza Calles.

Complementa que, luego de tener cada documento apostillado, es que un médico venezolano puede acudir al Ministerio de Educación de Colombia para optar a la convalidación.

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Entre los requisitos se encuentran: presentación de titulo, notas certificadas, pensum de estudios, que con el transcurrir del tiempo se va haciendo más difícil, porque  hay modelos por cada universidad autónoma acreditada y aceptada en los estándares internacionales.

Calles también reveló que los médicos integrales comunitarios “quedan excluidos por la pobre formación académica que reciben”, en esta modalidad de enseñanza de la medicina promovida por el gobierno venezolano.

La respuesta a una convalidación del título de médico general venezolano en Colombia ha ido mejorando y se calcula que el resultado de la resolución del Ministerio de Educación tarda cuatro meses. Los especialistas deben comenzar un proceso similar para luego obtener la segunda convalidación de su especialidad.

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Luego de que el profesional hace  la primera convalidación,  debe realizar la inscripción en el Registro de Talento Humano en Salud, que es el Colegio de Médicos nacional. Para ello debe volver a pasar por la presentación de documentos apostillados.

“Hay un pequeño detalle: para que el médico pueda acreditarse en el Registro de Talento en Salud debe tener una calidad migratoria definida acá en Colombia, y esa calidad es cédula de ciudadanía colombiana por vínculo de consanguinidad o por nacimiento, o cédula de extranjería que se obtiene si el ciudadano tiene una visa de trabajo que le permita esa calidad migratoria”.

Para complementar la idea, Calles agrega que, “el gran problema, es que para obtener esa visa se tiene que estar trabajando, pero las instituciones de salud no dan contrato de trabajo si no tienes visa y si no tienes Tarjeta de Talento Humano de Salud”, explica.

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Refiere que estas condiciones obligan al médico venezolano a trabajar en entidades de salud del Estado en pueblos de apartadas zonas rurales, donde sí se le permite bajo una contratación transitoria, optar por una visa de trabajo y así solicitar su tarjeta de trabajo del registro profesional.

En Norte de Santander hay un número importante de médicos y especialistas venezolanos en el área de Catatumbo, Pamplona, y en otros departamentos, lo que significa una gran ganancia para la salud colombiana, argumenta Calles.

“Existen pediatras, traumatólogos, psiquiatras y cirujanos, trabajando como médicos generales. Hemos dado la talla, se espera que lleguemos a ampliar el número de plazas que sí existen para poder cubrir y aportar con nuestra escuela un mejor servicio a la comunidad colombiana en materia de salud”, sostiene.

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