La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) advierte que el cierre de las escuelas, el acceso reducido a los servicios de salud y el distanciamiento físico por la COVID-19 pueden aumentar la violencia contra niños, niñas y adolescentes
Reporte Proiuris
Jackelin Díaz
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) alertó a través de su informe “Violencia contra niñas, niños y adolescentes en tiempos de Covid-19”, cómo esta problemática empeora en el contexto de la pandemia.
La organización subraya que 50 % de la población de menos de 18 años de edad ha sido víctima de violencia en el hogar. En su mayoría perpetrada, por familiares o personas cercanas. La Cepal calcula que la agresión física alcanza 55,2 % y la agresión psicológica 48 %.
La violencia como práctica de crianza
«El castigo físico es muy común incluso durante los primeros cinco años de vida de los niños y niñas», advierten.
Las niñas, niños y adolescentes de la región están más expuestos que nunca a ser víctimas de violencia física o psicológica grave, como, por ejemplo, el uso del castigo físico y humillante como práctica de crianza.
La negligencia, violencia sexual y en línea, son otros hallazgos de este informe.
Además de la pandemia, existen otros factores que pueden incrementar la vulnerabilidad en esta población.
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El cierre de las escuelas, el acceso reducido a los servicios de salud y el distanciamiento físico pueden influir en la exposición a la violencia.
La Cepal indica que el deterioro progresivo de los factores socioeconómicos en Latinoamérica, desde el 2010, ha reducido los elementos esenciales de protección de la niñez. Esto ha generado un incremento de la violencia contra esta población, lo cual es especialmente grave en el caso de las niñas de la región.
Los riesgos del abuso sexual
La Cepal alertó que en tiempos de pandemia a los agresores sexuales les resulta más fácil producir material de abusos sexuales contra niñas, niños y adolescentes.
A esto se suma que en el hogar pueden darse condiciones que aumenten la posibilidad de violencia contra las niñas, niños y adolescentes. Explican que esto puede suceder por parte de sus padres, madres, hermanas y hermanos, o familiares y personas cercanas con quienes interactúan con regularidad.
La exposición a la violencia, particularmente en los primeros años de vida, afecta la estructura del cerebro. Como consecuencia, se genera un deterioro permanente de las capacidades cognitivas y emocionales; además, disponen a conductas de alto riesgo y comportamientos antisociales.
El documento de la Cepal señala que también provoca menor rendimiento escolar, menores habilidades para relacionarse con los demás y para establecer vínculos afectivos saludables.
Promover prácticas no violentas
La Cepal recomienda a los Estados de la región priorizar en la agenda de crisis la inclusión de atención a la violencia.
De igual manera, exige garantizar los servicios de atención para sobrevivientes de la violencia y se mantengan abiertos durante la pandemia.
En ese sentido, la organización pidió reducir las barreras de acceso a la oferta de servicios y eliminar las condiciones exigidas para que las familias, y específicamente las mujeres, puedan acceder a las ayudas.
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«Los esfuerzos durante la pandemia han incluido estrategias de comunicación eficaces para transformar rápidamente los hábitos de las personas dentro de la sociedad», refiere el infome.
Destacan la importancia de continuar con la implementación prácticas de crianza no violentas a los que muchas familias son ajenas.
La Cepal considera que estas iniciativas pueden servir de base, por ejemplo, para proponer escenarios de comunicación en la familia.
Esto con la intención de promover prácticas no violentas de crianza y crianza positiva, o para sugerir actividades en los hogares en las que se incorpore la igualdad de género en la crianza.
