Los periodistas Albor Rodríguez (Venezuela) y Óscar Martínez (El Salvador) compartieron buenas prácticas para la cobertura periodística sobre migraciones, particularmente desde Venezuela y Centroamérica
Reporte Proiuris
Alicia Pepe
La movilidad es parte de la naturaleza humana desde siempre. Sin embargo, en los últimos años las personas provenientes de Venezuela y de Centroamérica le han cambiado el rostro a Latinoamérica- Por ello, la cobertura periodística sobre migraciones amerita un enfoque de derechos humanos que ponga el acento en la dignidad humana.
En la charla web Fronteras, seguridad y periodismo, que organizó la Fundación Gabo y la compañía británica BAT, los periodistas Óscar Martínez, de El Salvador, y Albor Rodríguez, de Venezuela, bajo la moderación la colombiana Ginna Morelo, compartieron experiencias y analizaron buenas y malas prácticas.
Martínez, editor de investigaciones de El Faro, ofreció algunos consejos a partir de su experiencia en la cobertura de lo que ocurre en las fronteras de Centroamérica.
Se refirió a dos extremos negativos. En primer lugar, mencionó a los que llama “periodistas de la desgracia”, a los llegan como paracaidistas cuando, por ejemplo, matan a 70 migrantes. Se van y vuelven cuando hay una segunda masacre.
En segundo lugar dijo que hay periodistas que “caen como moscas” en el mismo lugar de la frontera, al mismo punto. “Por ejemplo, en la frontera entre México y Estados Unidos toda la gente piensa Tijuana o a Ciudad Juárez, pero son 3.150 kilómetros de Frontera con gran cantidad de poblaciones a las que nadie va”.
En el caso puntual de la cobertura periodística sobre migraciones en Centroamérica, Martínez también cuestionó las pocas medidas de seguridad con las que los editores envían a sus periodistas al terreno.
Considera imprescindible hacer un monitoreo previo antes de desplazarse al lugar y comunicarse con colegas que vivan o hayan hecho cobertura en la frontera en cuestión.
Lea también: Majo, la guitarrista venezolana que ahora encanta en Colombia
Albor Rodríguez destacó la necesidad de combatir los discursos de odio y estigmatización. “Nuestro trabajo como periodistas es construir narrativas que generan percepciones y emociones en los lectores, además de conocimiento, por eso es importante alejarnos de estos enfoques parcializados, desmontándolos con racionalidad”.
Para lograr una cobertura periodística integral, la editora de La Vida de Nos también aconsejó hacer un trabajo previo con lecturas, conversaciones e investigación de escritorio.
Sobre la situación del oficio en Venezuela, donde los periodistas corren riesgo no sólo en las fronteras sino en todo el país, Rodríguez recordó que hay un tejido de organizaciones de derechos humanos muy activas que pueden lanzar alertas inmediatas cuando el periodista es detenido, golpeado o silenciado.
Por eso -continuó- es clave entender que el silencio favorece la represión y por tal motivo los periodistas deben tener listas de personas a las cuales acudir ante estas situaciones.
Agenda sostenible
Mostrar diversidad y eludir la tentación de la victimización en la cobertura sobre la movilidad humana, son las claves en las que insistió Rodríguez para la cobertura periodística sobre mimgraciones.
Definir una línea de trabajo y no encasillarse en hechos coyunturales es una de las fórmulas que ha puesto en práctica la experta. En La Vida de Nos, el proyecto periodístico que lidera, han publicado más de 400 historias
Rodríguez compartió algunos tips para abordar las historias de las personas que huyen de la emergencia humanitaria compleja en Venezuela: permanecer atentos a ese ir y venir, reunir los relatos de las que se han sobrepuesto a la dura experiencia de abandonar su país, de las que se reinventaron y se adaptaron, de las que están haciendo cosas positivas para las sociedades receptoras.
Lea también: Apoyarán emprendimientos en Colombia de 3.900 migrantes de Venezuela
Mencionó lo peligroso que puede ser la revictimización en la cobertura periodística sobre migraciones, ya que contribuye a la idea de que la persona que migra no tiene capacidad de afrontar con éxito la adversidad.
Invitó a los periodistas, en esta charla sobre fronteras, seguridad y periodismo, a prestar atención a la reserva de fortalezas de las personas refugiadas y migrantes, y a entender que no se trata de una situación coyuntural, pues “muchos de nuestros antepasados también se movieron de un lugar a otro en búsqueda de mejores oportunidades”.
Por otro lado, la investigadora venezolana acotó que el periodismo está en deuda con la cobertura de los desplazamientos forzados que se están produciendo en el interior de Venezuela.
“Estos movimientos -desplazamientos forzados internos- tienen dos causas: la crisis de los servicios públicos, con ciudades que pueden pasar varios días sin luz, y también la violencia causada por bandas irregulares y criminales”.
Exhortó a fijar especial atención a los hechos gravísimos, como las desapariciones forzadas de personas en el Arco Minero del Orinoco, en el estado Bolívar, al sur de Venezuela. Advirtió que la violencia vinculada a la extracción ilegal de minerales también genera desplazamientos de comunidades enteras que temen por sus vidas.
Periodismo de frontera y pandemia
Ante el desafío de persistir en la cobertura periodística sobre migraciones en medio de la pandemia por la COVID-19, Rodríguez y Martínez coincidieron en proponer trabajos colaborativos entre periodistas o narradores que estén en el lugar de los hechos.
Puede haber una combinación de investigación virtual con presencial -añadió Rodríguez- en vista de las dificultades de movilización: “Están en boga como solución mientras recuperamos la normalidad”.
Una de las experiencias de las que habló fue la cobertura sobre el reciente retorno de migrantes hacia Venezuela por la pandemia. “Acompañamos a los caminantes a lo largo de tres semanas, conversando con ellos por whatsapp. Era como si estuviéramos haciendo ese viaje con ellos, porque se sentían escuchados por este desconocido que sólo quería saber cómo les iba en esa travesía”.
