Colombia

Las imágenes del éxodo venezolano que ganaron el World Press Photo

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Los retratos del fotógrafo italiano Nicoló Rosso sobre la migración venezolana en Colombia registran la travesía de las personas que huyen de la emergencia humanitaria compleja en Venezuela. El trabajo fue laureado este 2020 por el World Press Photo

Reporte Especial Proiuris

Ángery Lozano

En 2018, Nicolò Filippo Rosso terminó unos encargos editoriales en los que debía documentar en fotos lo que viven las personas refugiadas y migrantes que huyen de Venezuela, pero una sensación de vacío le hizo caer en cuenta que para entender este drama debía hacerlo de una manera más personal.

El fotógrafo italiano optó entonces por ir a La Guajira para así vivenciar el flujo migratorio más grande de América y el segundo del mundo, después del procedente de Siria, un país en guerra. Y, además, invitó a su mamá a acompañarlo para compartir lo que denominó su «camino de autoconocimiento».

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El proyecto se titula ‘Exodus’. Es un trabajo fotográfico en blanco y negro que obtuvo el tercer lugar, en la categoría ‘Contemporánea’ del World Press Photo (WPP), la exposición de fotoperiodismo más prestigiosa del mundo; así como un Getty Editorial Grant 2020, entre otros premios y menciones en concursos internacionales.

Maicao, Riohacha, La Guajira, Villa del Rosario (Norte de Santander) y Pamplona, fueron parte del itinerario que Rosso recorrió a pie, como otro “caminante” más, junto a cientos de venezolanos y venezolanas que huyen de su país.

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La gente sigue un camino para ingresar ilegalmente a Colombia, cerca de Villa del Rosario en Norte de Santander, Colombia / Foto: Nicolò Filippo Rosso

Rosso es reportero gráfico, graduado en Literatura de la Universidad de Torino (Italia). Desde 2016 está radicado en la capital colombiana. Sus trabajos de inmersión, han logrado vitrina en numerosas revistas y periódicos de Europa, Estados Unidos, Canadá y, claro está, Colombia.

Este reportero italiano también colabora en agencias internacionales y ONG como ACNUR, UNICEF, Americares, CRS (Catholic Relief Services). Sus fotografías han sido expuestas en galerías y museos en varias partes del mundo, al tiempo que imparte clases de fotografía en escuelas y universidades de Colombia, Estados Unidos y Europa.

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Desde su cuenta en Twitrer, @nicolo_rosso, participó en nuestra Entrevista Tuitera sobre cómo fue su peregrinaje artístico y personal con ‘Exodus’ (Éxodo). 

Prouiris: ¿De qué se trata este proyecto de periodismo documental al que has bautizado como ‘Exodus’ y el cual te ha hecho merecedor de un World Press Photo y otros reconocimientos internacionales?

Nicola Rosso: Es un foto-reportaje que retrata el fenómeno de la migración venezolana en Colombia. El resultado del tiempo pasado con algunos migrantes y familias a lo largo de las fronteras y de las rutas migratorias desde 2018.

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Las y los migrantes se amontonan en un camión cerca de la frontera colombo venezolana, en La Guajira, Colombia / Foto: Nicolò Filippo Rosso

P: ¿Cómo fue el proceso para lograr este trabajo de inmersión que te llevó a convertirte en un “caminante” más?

N.R. En primer lugar fueron los encargos editoriales los que me llevaron a acercarme al tema. Cada vez que terminaba la tarea para un medio sentía haber dejado las cosas a medias por el poco tiempo a disposición, fue entonces cuando decidí trabajar a nivel personal, dedicando más tiempo a la historia.

P: ¿Qué te motivó a escoger el tema de la migración venezolana en Colombia? ¿Algún hecho en particular?

N.R. Es uno de los fenómenos más importantes del mundo y ocurre tan cerca que me pareció un deber explorarlo. Es también una manera de hablar de la migración como una condición humana de nuestro tiempo y, a través del relato del éxodo venezolano, hablar de otras migraciones también.

P: ¿Qué transmiten estas fotos? ¿Fue algo que tenías en mente desde el primer momento o en el camino conectaste con lo que buscabas transmitir?

N.R. Espero que estas fotografías puedan contribuir a restituir el papel de protagonistas a los migrantes venezolanos y a sus familias, a veces olvidados por parte de medios y gobiernos que analizan el fenómeno en clave económica, o geopolítica, dejándolos a un lado”.

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Luis Arévalo, un migrante de Venezuela, sentado en la parte trasera de una camioneta y en luto por la muerte de su hermana Luisana, en Riohacha, Colombia / Foto: Nicolò Filippo Rosso

P: ¿Alguna anécdota sobre este trabajo fotográfico y documental que te haya marcado y haga parte de estos retratos?

N.R. En 2018 mi mamá vino desde Italia a visitarme acá en Colombia. Yo estaba inmerso en el trabajo así que le dije. ‘vente, pero me acompañas a trabajar’. Y así fue, me acompañó durante dos semanas en La Guajira. Fuimos a la entrada de las trochas, en paso fronterizos y juntos acompañamos una familia venezolana al funeral de su hija que murió en Riohacha.

P: ¿Qué percepción se llevó ella a Italia sobre esta situación?

N.R. Fue una experiencia muy fuerte y muy bonita a la vez. Por un lado entendió qué es lo que hago todo el tiempo y, por otro lado, tuvo la oportunidad de realmente conocer un fenómeno tan importante de primera mano… Algunos de los migrantes que yo estaba siguiendo se habían vuelto amigos desde hace un tiempo, así que fue bonito poder compartir de manera tan profunda, las barreras y las fronteras mentales, culturales, desaparecieron. 

Las personas que mi mamá encontró todavía me preguntan por ella. Se mandan saludos mutuamente. Ahí está la gracia de este trabajo, es la oportunidad de vivir relaciones y amistades que no se darían en otro contexto y son las más enriquecedoras”.

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Una partera indígena wayúu masajea el vientre de una joven embarazada en un asentamiento informal de persona migrantes venezolanas en La Guajira, Colombia / Foto: Nicolò Filippo Rosso

P: ¿Cuál crees que es el aporte que has logrado conseguir con este trabajo?

N.R. Espero haber contribuido a una reflexión, tanto en las Américas como en Europa, sobre qué significa tener que huir de un lugar, por las condiciones de vida tan intolerables. Y veo este tipo de trabajos opuestos a la creciente xenofobia.

P: Si pudieras enviar un mensaje tanto al gobierno colombiano como al venezolano, ¿cuál sería?

N.R. Les diría que están alimentando la xenofobia, que son los protagonistas de la migración los que sufren por las fricciones políticas entre los dos países y que se olvidan de ellos muy a menudo.

P: Todos los días se generan noticias sobre la migración venezolana en Colombia, ¿por qué es importante narrar lo que sucede con la diáspora bajo el lente de una cámara fotográfica?  

N.R. Porque la fotografía es memoria. Estamos asistiendo a una histórica migración y su relato posiblemente se volverá parte de la memoria histórica y colectiva.

Exodus es un proyecto fotográfico que hace parte de un proceso personal más amplio donde la fotografía refleja mi manera de ver las cosas, que además está en constante cambio. Hace parte de mi camino de autoconocimiento a través de las historias de otros.

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Una joven pide dinero en una calle de la capital colombiana, Bogotá. Para junio de 2019, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) había brindado atención a cerca de 80.000 niños, niñas, adolescentes y familias venezolanas en todo el país / Foto: Nicolò Filippo Rosso

P: ‘Exodus’ nos muestra la migración con sus diferentes caras, desde pequeños, jóvenes, hasta llegar a la tercera edad, pero ¿a quiénes identificaste como los más vulnerables en medio de la travesía?

N.R. Seguramente las niñas, los niños y adolescentes son los más vulnerables, excluidos de una educación regular, muchas veces por falta de documentos. Ellos hacen parte de una generación entera que se está formando sin acceso a los derechos básicos, sin acceso a la comida, a un sistema de salud y a la educación.

Obviamente las mujeres embarazadas, los niños que nacen en los asentamientos informales, los enfermos, los adultos mayores. Todos los protagonistas de esta migración viven una condición de gran vulnerabilidad.

Las personas migrantes se sientan en la parte trasera de un camión. El conductor les ofreció un paseo por la carretera que une las dos ciudades de Pamplona y Bucaramanga / Foto: Nicolò Filippo Rosso

P: Has dicho que volverás a repetir este trabajo de inmersión con la migración venezolana, ¿por qué? ¿Qué crees que hará diferente esta nueva y arriesgada apuesta?

N.R. Más que repetir, voy a continuar el trabajo. Quiero documentar cómo el fenómeno evoluciona, y cómo la pandemia afecta el flujo migratorio. Es un fenómeno histórico y no parece que se pueda resolver pronto, así que me parece importante seguir con la documentación. ¿Por qué arriesgada?

P: Porque además de la pandemia, se suman la trata de personas y las acciones de grupos armados ilegales en puntos fronterizos. ¿Pudiste constatar esta otra cara que vulnera y acecha a quienes deciden cruzar la frontera por los pasos ilegales?

N.R. Sí, lastimosamente. La presencia de grupos armados no es un misterio. Sabemos dónde están y muchas veces hasta quiénes son. El tema de la trata de personas, en particular cuando involucra a menores de edad es un fenómeno en aumento y que ha sido poco documentado. 

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Recientemente he tenido la oportunidad de documentar el trabajo de una fundación en La Guajira que se ocupa de menores de edad que han sido víctimas de trata con fines de explotación sexual, la mayoría de las víctimas son niñas y niños venezolanos e indígenas tanto Colombiano como Venezolanos.

Niños y niñas venezolanos con botellas de plástico esperan en la fila la comida que ofrece una organización benéfica en Paraguachón, Colombia / Foto: Nicolò Filippo Rosso

P: ¿Qué debemos aprender de las personas venezolanas refugiadas y migrantes?

N.R. Quisiera que las experiencias de las familias de migrantes nos provoquen una reflexión sobre los privilegios que algunos tenemos, y la importancia de utilizarlos para enviar mensajes de humanidad y sentirnos emocionalmente más cerca a las personas retratadas en la fotografía, por ejemplo. Pero también para que exijamos a nuestros gobiernos políticas migratorias más eficaces y más solidarias.

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