Colombia

Ollas solidarias alivian el hambre de los y las caminantes

En ollas solidarias los vecinos de los municipios fronterizos de Táchira preparan comida para alimentar a los caminantes que desde diversas regiones de Venezuela huyen hacia Colombia, aún en medio de la pandemia por la COVID-19

Reporte Especial Proiuris

Anggy Polanco

Además de los obstáculos, la solidaridad también emerge en la ruta de los y las caminantes que se dirigen a Colombia; de los centenares de venezolanos y venezolanas que huyen a pie de la emergencia humanitaria compleja en  Venezuela.

Afortunadamente, no han faltado quienes, literalmente, se pongan en los zapatos de los y las caminantes y les brinden apoyo en el último trayecto de 50,8 kilómetros, entre San Cristóbal y Cúcuta.

Tal es el caso de Juanita, una adulta mayor que junto a otros vecinos del sector El Mirador, en la vía que conduce a Capacho, decidió poner manos a la obra para brindar un plato de comida y agua a los que pasan frente a su casa desde principios de septiembre. Son las ollas solidarias.

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Además, de brindarles sopa, arepa y agua, Juanita y sus vecinos han creado espacios para que los caminantes puedan asearse.

Juanita fue una de las promotoras de las ollas solidarias. No deja de sorprenderse por las historias que oye de los grupos de migrantes. Por ejemplo, en su casa, militares y bomberos que iban caminando para salir del país dejaron uniformes para continuar su rumbo y evitar ser vistos por las autoridades.

“Al ver que nadie toma cartas en el asunto, nosotras  -habla en nombre de las mujeres de su comunidad- decidimos hacer esto para ayudar a la gente. Les damos arepas por la mañana y por la noche. Los fines de semana se hace el hervido con huesos que nos donan”, relató sobre las ollas solidarias.

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Las vecinas van casa a casa recogiendo los envases plásticos de margarina para servirles la comida a las personas, detalla Juanita: “Uno siente satisfacción de eso, porque no sabemos si de repente algún día nos toque pasar por lo mismo. Sería muy duro por la edad que yo tengo”. Algunos días han llegado a dar hasta 300 porciones de comida a través de estas ollas solidarias.

Pese a que ella vive de su pensión, que a duras penas le alcanza para comprar un kilo de harina, esta mujer decidió buscar la manera de ayudar a los y las caminantes. La falta de gas tampoco ha sido un obstáculo, pues algunos días han tenido que preparar los alimentos con leña y otros con una cocina a gasoil.

Maryuri Pereira de 34 años y su núcleo familiar integrado por 14 personas, la mayoría niños y adolescentes, realizaron una parada de descanso en la casa de Juanita, donde ella los recibió con una taza de sopa de verduras y hueso.

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Esta mujer proveniente de Puerto Cabello, laboraba en una quincallería donde percibía un pago semanal de 800.000 bolívares, con lo cual apenas podría comprar uno o dos productos de la cesta básica. Por ello toda la familia huye a pie hacia Perú.

Pereira explicó que en algunas comunidades les han ayudado a cruzar los puntos de control cuando funcionarios de los cuerpos de seguridad tratan de impedírselo. Marielis Pereira, hermana de Maryuri, señaló que los habían ayudado en varias casas con agua y comida.

La Alcaldía de San Cristóbal también ha realizado jornadas de socorro a los y las caminantes, en coordinación con varias organizaciones no gubernamentales. Ofrecen comida, zapatos y, sobre todo, información para que se movilización sea lo más ordenada y segura posible. Durante la última jornada de atención, que llevó a cabo el 24 y el 25 de octubre, asistieron a aproximadamente 1.500 personas venezolanascon rumbo a Colombia.

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