Colombia

Huir otra vez / Mujeres embarazadas y con bebés en brazos se cuentan entre los caminantes (y III)

Jenifer Celada, de 20 años de edad, va con su bebé en brazos. La acompaña su esposo. Ella es una de las mujeres caminantes que  procura una mejor calidad de vida en Colombia. Es la segunda vez que huyen del país

Reporte Especial Proiuris

Anggy Polanco

Con cuatro meses de embarazo, Irene Sánchez, de 30 años de edad, decidió huir de Venezuela para parir en Colombia. A pesar de las restricciones de tránsito y los riesgos asociados a la pandemia de COVID-19, ella decidió emprender su viaje con su hijo de cuatro años de edad y su esposo.

La pareja no se imaginó que al salir de Barinas se encontrarían con tantas personas, y sobre todo niños y niñas, caminando con sus padres con la esperanza de tener más calidad de vida al otro lado de la frontera.

El esposo de Irene, Jesús Martínez, de 34 años de edad, contó que en la región de donde provenían no tienen empleo y que apenas subsistían vendiendo helados. Él tenía como propósito dejar a su esposa en Cúcuta, en casa de otros familiares, para luego retornar a Barinas.

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El peso del vientre y el peso de las maletas aquejan a Irene, quien pedía cola en la vía para adelantar el viaje a San Antonio.

En la troncal 5, que comunica a los estados Táchira y Barinas, la pareja se unió a un grupo de más de 10 personas, entre niños y adultos, todos con el objetivo de cruzar la frontera a través de los pasos ilegales, ante la imposibilidad de ingresar a  Colombia través de los puentes binacionales, que permanecen cerrados desde el 16 de marzo.

“Nuestro país se derrumbó”

“Dicen que en San Antonio los guardias nos van a devolver”, comentó Yonaiker Ramos, de 21 años de edad, quien se encontraba en el mismo grupo,  junto a su esposa Jenifer Celada, de 20 años de edad, y un bebé de un año. Los tres caminaban desde Mamera, Caracas con destino a Colombia.

Es la segunda vez que esta pareja huye a pie de Venezuela. El niño nació en Colombia y tiene documentos colombianos. Durante el trayecto, al bebé le dio fiebre y la pareja de jóvenes no consiguió  ni una cola para agilizar el rumbo. Lamentaron que, a lo sumo, algunas personas  les ofrecieron un pedazo de pan, mientras que los militares buscan bajarlos de las colas en las alcabalas.

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“El sueldo no da para comer bien. El sueldo allá  -en Caracas- es duro, porque no tenemos casa propia y si alquilo no como; no da la base”, contó Jenifer, quien precisó que se dirigían a la localidad de Bochalema, en Norte de Santander.

“Allá yo venderé café, mandarinas, lo que salga. En Caracas dicen que hay pandemia y uno lo ve en el televisor… Yo digo que la situación es que no hay gasolina”, señaló la mujer.

“Nuestro país se derrumbó” manifestó Jenifer al final de una tarde de caminata sin comer en todo el día. 

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