Colombia, Reportes

Las personas LGBTI refugiadas y migrantes requieren mayor solidaridad

Al menos 19 personas LGBTI han sido asesinadas este año en Colombia. A la xenofobia se suma la homofobia, la bifobia y la transfobia, advierte la activista Quiteria Franco

Reporte Proiuris

Jackelin Díaz

Más de cinco millones de venezolanas y venezolanos han huido por la profundización de la emergencia humanitaria compleja en el país y la pérdida de libertades. No hay registros confiables de cuántas son personas LGBTI (lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales).

Tampoco hay cifras oficiales sobre casos de discriminación por razón de orientación sexual, identidad o expresión de género. No obstante, es una realidad en Venezuela y que se replica en Colombia.

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Quiteria Franco, coordinadora general de Unión Afirmativa, explicó para Proiuris que hay muchas similitudes entre las sociedades venezolana y colombiana.

Aún cuando en Colombia se han aprobado políticas públicas y leyes para proteger los derechos de las personas LGBTI, faltan garantías.

Proiuris: América Latina es la región del mundo en la que la intolerancia y exclusión a las personas transgénero se manifiesta de forma más brutal, ¿por qué en pleno siglo XXI esto sigue pasando?

Quinteria Franco: «Es paradójico porque al mismo tiempo América Latina es la región del mundo donde más se ha avanzado en materia legal en cuanto a reconocimiento de matrimonio de parejas del mismo sexo y reconocimiento de la identidad legal a personas trans e intersexuales.

Lo que pienso que ha pasado es que no se ha puesto en práctica un proceso de educación, formación, capacitación y sensibilización a la población.

Es decir, que al tiempo que se prueban medidas legales se debe realizar una política de inserción social. De esta manera, se despierta el odio latente de cierta parte de la población hacia las personas LGBTI.

Hasta 2017, Brasil lideraba la lista de los países donde más se asesina a personas trans, seguido de México, EEUU y Venezuela en cuarto lugar. En los tres primeros países que menciono es legal el matrimonio igualitario, y es posible para las personas trans hacer cambio de identidad legal, nombre y género. Entonces, algo ha fallado.

Proiuris: ¿Qué tan preocupante se vuelve la xenofobia en este contexto?

QF: «La xenofobia es un mal que está afectando a todos los venezolanos que han tenido que salir del país de manera forzada.Esto debido a la situación de emergencia humanitaria compleja y ahora debido a la COVID-19. Esto es sin duda alguna preocupante.

Lo que sucede, además, es que en casos de personas LGBTI ya existe una condición previa de rechazo, estigma y discriminación por razón de orientación sexual, identidad y expresión de género.

En caso de hombres gay y mujeres lesbianas, es posible en algunos casos ocultar la orientación sexual. En caso de las mujeres trans esto no siempre es posible. Su apariencia física y la incongruencia con sus documentos de identidad las colocan en una situación de mayor vulnerabilidad ante personas transfóbicas.

Esta combinación de fobias, rechazo y odio, es muy peligrosa, tal como lo indican las estadísticas de crímenes de odio».

Proiuris: ¿Representa la frontera un lugar de mayor vulneración de los derechos de las personas trans?

QF: «La vulnerabilidad de las personas LGBTI las convierte, sin duda alguna, en presas fáciles para el tráfico y trata de personas, sobre todo en los puntos fronterizos, especialmente cuando estos permanecen cerrados.

La hiper-sexualización a la que son sometidas las personas LGBTI es otro agravante. Ya que se les ve como que su única función es la de dar placer, como seres meramente sexuales o de segunda clase.

Por ende, las únicas opciones de sobrevivencia son la prostitución forzada, la pornografía y cosas de este estilo. De allí la importancia de una política educativa que contribuya a cambiar esta percepción sobre las personas LGBTI.

Proiuris: En lo que va de 2020, un total de 19 personas LGTBI han sido asesinadas en el norte de Colombia, ¿qué información maneja en el resto del país?

QF: «Hay que reconocer el trabajo incansable de Caribe Afirmativo en llevar algún tipo de estadística, debido a que las autoridades en Colombia parecen no hacerlo, aunque sea su obligación. Una sola muerte violenta ya es grave.

Entiendo que CA cubre un área considerable del país y la más cerca a Venezuela, donde han llegado muchos venezolanos. Hasta ahora esa es la información que manejamos.

Proiuris: ¿Cómo interpreta usted que en Colombia no hayan registros oficiales de la comunidad LGTBI y sean las ONGs las únicas encargadas en levantar sus propias estadísticas?

QF: «El problema es que el concepto de crimen de odio o crimen por prejuicio no existe como concepto en la legislación de nuestros países latinoamericanos.

Ni en el ámbito académico ni en el ámbito social. Nos toca construirlo e implementarlo. Y visibilizar los grupos vulnerados.

Este es un concepto que surge en EE UU en 1985 a raíz de una ola de asesinatos y crímenes. De hecho, se identificaron ciertas características de las victimas afectadas y se determinó que la mayoría era de origen racial, es decir, gente de color, migrantes, entre otros similares.

En Colombia existe un agravante de intolerancia por orientación sexual, pero el concepto de crimen de odio no existe en lo penal. Entonces, este tipo de crímenes hacia personas LGBTI son considerados riñas, trifulcas, homicidios comunes, crímenes pasional, igual que en Venezuela.

La solución debe pasar por reformas legales que permitan la tipificación de crímenes de odio y la correspondiente sanción. Así como identificar los grupos vulnerables.

Proiuris: ¿Ha podido detectar si, desde el Gobierno colombiano, existen esfuerzos tangibles para la inclusión social y laboral de esta comunidad más allá de las personas migrantes?

QF: «En Colombia se reconoce el matrimonio entre parejas del mismo sexo, se permite la adopción a estas parejas. Las personas trans pueden cambiar su identidad legal. Esos son cambios positivos. Falta sin duda alguna campanas de sensibilización a nivel nacional.

Durante la gestión de gobierno en Bogota previa a la actual se creo una campana educativa llamada «En Bogota se puede ser», fue muy positiva. En la actual gestión, a pesar de ser Claudia Lopez una mujer abiertamente lesbiana se carece de esa sensibilidad de genero y diversidad.

Sé que esto se ha hecho en el caso de las víctimas del conflicto armado, en el que sea exigido se incluya una perspectiva de género y diversidad. Es posible que si se esté realizando, no tengo certeza. Y en efecto se ha incluido.

Hay que recordar que en principio de la pandemia se estableció en Bogota la salida por género, hombres y mujeres por separado, afectando así a las personas trans y no binarias. A partir de esa medida se generó un debate y se eliminó, pero Bogotá, no es toda Colombia.

Hacen falta políticas publicas en toda Colombia así como en la mayoría de nuestros países, que garanticen una verdadera inclusión social y laboral a personas LGBTI en el continente.

Proiuris: ¿Qué programas hay desde la ONU para integrar a las personas migrantes LGTBI?

QF: «La integración a la comunidad de acogida es responsabilidad de todas y todos los integrantes de la sociedad. Inclusive de quienes llegan a ese nuevo destino. Lo que sucede generalmente es que la gente llega y busca a sus connacionales, que está muy bien.

Pero insertarse a la nueva comunidad es necesaria, eso ayuda a la asimilación cultural. Es un trabajo mutuo y múltiple, en el que debe haber una disposición voluntaria de las partes. Y la responsabilidad del Estado receptor de crear las condiciones legales para que ocurra.

Naciones Unidas colabora en dicha labor de integración a través de agencias como ACNUR y OIM, pero eso es un proceso que toma tiempo y requiere de la ciudadanía.

Prouiris: ¿Qué desafíos enfrenta la población LGTBI para lograr una reinserción laboral?

QF: «El desafío es de toda la sociedad. Es decir, estoy segura que si los migrantes LGBTI tuviesen las mismas oportunidades que el resto de la población para desarrollarse de manera individual, social y profesional la realidad seria distinta.

La sociedad debe crear las circunstancias para ese desarrollo. Es decir, crear acciones afirmativas que lo permitan. De manera temporal, crear cupos laborales, programas de formación y capacitación en alguna labor a personas LGBTI que no hayan culminado sus estudios debido a la discriminación.

Estudios de investigación de Naciones Unidas, del BID, del Banco Mundial y muchos otros han demostrado que la inclusión social y laboral de las personas LGBTI es beneficiosa para toda la sociedad, tanto a nivel individual, colectivo y económico.

Proiuris: Vivimos en una sociedad que parece asociar a las personas LGTBI, con el trabajo sexual y enfermedades de transmisión sexual como el VIH, ¿cómo deslastrarse de esos prejuicios y estigmas?

QF: «Educación es la clave. Todos tenemos ese deber. Y hace falta que los gobernantes entiendan su labor de servidores públicos. Su responsabilidad en modelar las sociedades con políticas publicas de inclusión a partir del respeto y apego a los DDHH.

Proiuris: ¿Qué le recomienda a las personas LGTBI que estén pensado migrar?

QF: «Las personas que se plantean emigrar deben informarse sobre el país de destino. Aún mas si son personas LGBTI.

Es recomendable evitar países donde aun se penaliza legalmente la homosexualidad y la transexualidad. Evitar países centroamericanos, por ejemplo.

A todo este prejuicio y estigma hacia las personas LGBTI hay que agregarle la xenofobia exacerbada hacia los venezolanos. El estigma y los prejuicios hacia las personas LGBTI no ha desparecido, incluso, en Europa.

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