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Falta de agua en los hospitales alcanza 83% y dificulta lucha contra la COVID-19

Falta de agua en los hospitales

Un estudio de la OMS/OPS sobre la falta de agua en los hospitales de Venezuela indica que 94% de los puntos de lavado de mano no funcionan. Naciones Unidas prioriza esta deficiencia en su plan de respuesta humanitaria

Reporte Proiuris

Edgar López

“En los establecimientos de salud, la falta de agua continua y de calidad y la no aplicación de protocolos adecuados de higiene constituyen factores de riesgo que predisponen a la presentación de infecciones intrahospitalarias”.

La advertencia de la Oficina de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios (OCHGSA, por sus siglas en inglés) forma parte del Plan de Respuesta Humanitaria con panorama de necesidades 2020, publicado este 15 de julio.

El plan cita una evaluación de 17 centros de salud de Venezuela realizada por la OPS/OMS en 2019. El resultado es preocupante y muestra la falta de agua en los hospitales como una de las deficiencias estructurales del sistema público de salud que dificultan la lucha contra la pandemia por la COVID-19.

 “88,3 por ciento de los hospitales evaluados tienen un riesgo alto que las condiciones higiénico-sanitarias contribuyan al agravamiento del estado de salud de sus usuarios; el resto tienen un riesgo medio”, precisa el documento.

Además,  70,6 % de los servicios sanitarios y  94% de los puntos de lavado de manos no están funcionales. Y, por si la falta de agua en los hospitales fuera poco, la OMS/OPS también determinó deficiencias en el manejo de desechos hospitalarios.

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Naciones Unidas precisó que aproximadamente 7 millones de personas en Venezuela requirieron ayuda humanitaria en 2019. El propósito del plan es atender las necesidades prioritarias. La ONU no tiene: la salud es prioritaria. Y problemas como la falta de agua en los hospitales requieren atención y solución urgentemente.

“Dentro de las actividades de respuesta principales, se seguirá respondiendo en establecimientos de salud prioritarios incluyendo los hospitales y centros centinelas de la COVID-19, asegurando ante todo la provisión de medicamentos e insumos médicos y el funcionamiento de servicios de agua, saneamiento e higiene”, indica el documento.

La OCHA destacó que la respuesta humanitaria ha alcanzado a 2,4 millones de personas en Venezuela. En materia de salud, el plan divulgado este 15 de julio prevé beneficiar a 4 millones de personas.

Los principales destinatarios son personas en situación de vulnerabilidad por afecciones relacionadas con enfermedades transmisibles y no-transmisibles, problemas de salud sexual y reproductiva, de salud materno-infantil y neonatal y de salud mental.

En todo caso, se requiere dinero: 762,5 millones de dólares para este año, incluyendo 87,9 millones para combatir la COVID-19.

Vacunación en declive

La OCHA recuerda la reaparición de epidemias en Venezuela. Por ejemplo, 323.392 casos de malaria notificados hasta octubre de 2019, con un aumento del 55 por ciento en el número de mujeres embarazadas.

El brote de difteria que comenzó en julio de 2016 suma 3.060 personas sospechosas y 292 muertes reportadas hasta diciembre de 2019

Además, es  preocupante  el  brote de sarampión que comenzó en julio de 2017  y que hasta 2019 había sumado  7.054 casos confirmados y 84 fallecimientos.

62% de  los contagios de sarampión correspondieron a niños y niñas menores de cinco años. Los pueblos y comunidades indígenas tienen una alta proporción de afectación.

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“Un reto en las acciones para controlar los brotes de enfermedades transmisibles ha sido la falta de suficientes vacunas en el país y brechas importantes en el funcionamiento de la cadena de frío, que han sido agravadas por las fallas en la prestación de servicios eléctricos”, se indica en el informe de la OCHA.

En el documento se precisa que la cobertura de vacunación del programa regular para niños y niñas menores de un año ha disminuido progresivamente desde 2015.

Por ejemplo, “la vacuna pentavalente, cuya cobertura era de 87% en 2015 y bajó al 60% en 2018, con brechas más severas en casos acumulados al 06 de julio de 2020 en zonas de difícil acceso como los estados Delta Amacuro y Amazonas, donde la cobertura llega al 25 por ciento”.

La falta de agua en los hospitales empeora la situación: “…en los establecimientos de salud, la falta de agua continua y de calidad y la no aplicación de protocolos adecuados de higiene constituyen factores de riesgo que predisponen a la presentación de infecciones intrahospitalarias”.

Pandemia y salud mental

La situación de vulnerabilidad que causa la emergencia humanitaria compleja en Venezuela y su impacto en la salud mental es otro de los aspectos destacados en el informe de la OCHA. Temor, ansiedad, angustia y depresión son algunos de los efectos previsibles.

“En el contexto de la pandemia de la COVID-19, esto se puede agravar, dado que la cuarentena preventiva puede tener efectos psicológicos negativos, incluidos confusión, enojo, agotamiento, desapego y ansiedad, pudiendo llegar incluso a trastorno de estrés postraumático y depresión. 

La OCHA se detiene en consideraciones sobre los que están en la primera línea de combate: “…las y los trabajadores de salud pueden experimentar factores de estrés adicionales, incluyendo la estigmatización por trabajar con pacientes con COVID-19 y poder contagiar a familiares o amistades, entre otros”.

En  el plan de respuesta humanitaria de la OCHA están incluido el apoyo psicosocial con un enfoque de interseccional, que atienda las necesidades de acuerdo al género, edad y diversidad.

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