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56 % de los estudiantes no pueden recibir clases a distancia por limitaciones de conexión

La implementación de clases online, como alternativa a la suspensión de clases presenciales para evitar la propagación de la COVID-19 no es factible en un país con constantes fallas de energía eléctrica e Internet

Reporte Proiuris

Jackelin Díaz

A principios de abril, el gobierno venezolano anunciaba que, debido a la expansión de la COVID-19, todos los niveles educativos continuarían su programación vía online.

Sin embargo, esto fue implementando en un territorio donde 62,9 % de los usuarios no dispone del servicio de internet fijo en sus hogares, de acuerdo con los últimos datos recogidos por el Observatorio Venezolano de Servicios Públicos, en diciembre de 2019.

Venezuela es el país que tiene la peor conectividad de América Latina, gracias a las políticas de no inversión en el sector por parte del gobierno nacional. Según la encuesta Speedtest Global Index, del año 2019, Venezuela ocupa el puesto 175 de 176 países en el ranking, con una conectividad de 3,67 Mbps, superando solo a Turkmenistán, cuya conectividad es de 2,06 Mbps. La de Colombia, país fronterizo y muy parecido a Venezuela por historia y cultura, es de unos 19,7 Mbps.

Estos datos fueron respaldados por el propio Nicolás Maduro, quien aseguró el martes 21 de abril, que “44 % de los estudiantes tiene acceso a los contenidos educativos por internet”, lo que significaría que 4,9 millones de niños, niñas y adolescentes están excluidos de la posibilidad de recibir educación online a distancia.

Bajo esta cifras, según reportes de la Unesco y que están fundamentadas en estadísticas oficiales ofrecidas por el Estado, 56 % de la población estudiantil, incluyendo los niveles inicial, básica y diversificada no tendría acceso a los estudios, siendo las zonas rurales las más afectadas.

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¿Qué dice la Constitución?

Artículo 103. Toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. La educación es obligatoria en todos sus niveles, desde el maternal hasta el nivel medio diversificado. La impartida en las instituciones del Estado es gratuita hasta el pre grado. 

La organización Fe y Alegría está conformada por 174 escuelas en zonas rurales o zonas urbanas de difícil acceso del país, “donde termina el asfalto”, como indica su lema.

Por ello, la deserción estudiantil es lo que más le preocupa a la organización. En las primeras tres semanas de educación a distancia solo 43 % de sus estudiantes pudo participar en las actividades remotas, pues los docentes no pudieron localizar al 57 % restante.

La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) observó que la suspensión de clases presenciales por la pandemia “aumenta el riesgo de abandono escolar y la interrupción de la prestación de servicios sociales para la población más vulnerable como la seguridad alimentaria”.

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El Clúster de Educación de OCHA realizó en Venezuela entre el 17 y el 20 de marzo un mapeo de capacidades para la respuesta educativa frente al COVID-19. El cuestionario tuvo una respuesta de 24 organizaciones nacionales e internacionales. Las organizaciones respondientes fueron (en orden de fecha de respuesta): UNICEF, Paz Positiva, UMA, UNFPA, Fe y Alegría, Superatec AC, EFIP, Uniandes A.C, Fundación flor de la esperanza, CEPOREJUN, RET International, Fundación Agape, AVEC, Fundación Loto Azul, Save the Children, FUNDANA-PROFAM COMUNITARIO, Asociación Civil Esperanza Activa, Fundación Santa Teresa de Ávila, Fundación Musical Kantoría, Fundación Proyecto Buena Nueva, Opción Venezuela AC, Asociación Promoción de la Educación Popular, Universidad Simón Bolívar.

Las instituciones  atienden a 600.000 niños, niñas y adolescentes en 1500 escuelas subvencionadas y centros de educación no formal. Por ello, el estudio reveló que solo una de cada tres instituciones cuenta de forma inmediata con materiales de aprendizaje para acompañar las actividades educativas en el hogar. “Más crítico aun, solo 1 de cada 10 organizaciones declara disponer de recursos impresos para la distribución entre los hogares”, se lee en el documento.

«Es evidente el amplio acceso de las organizaciones a las redes sociales, pero no así a los medios masivos para desarrollar iniciativas de continuidad de aprendizajes. Ello se cruza con la baja accesibilidad a nivel nacional a servicios de internet y datos móviles en la población», se lee en el informe del Clúster de Educación.

Ocho de cada 10 organizaciones señalan que tienen acceso a las redes sociales para el desarrollo de actividades educativas. Sin embargo, no ocurre así para los medios masivos. La evaluación arrojó que solo tres de cada 10 organizaciones pueden tener actividades escolares en esos medios.

Ahora bien, en una proporción mucho menor, solo un tercio de los encuestados cuentan de forma inmediata con materiales de aprendizaje para acompañar las actividades educativas en el hogar. Mas crítico aun, solo 1 de cada 10 organizaciones declara disponer de recursos impresos para la distribución entre los hogares.

Recomendaciones de OCHA

Avanzar en el diseño de una modalidad alternativa no presencial, que incluya y reprograme las acciones en curso, es fundamental.

Un número importante de las actividades relativas a alimentación escolar han sido reprogramadas y continúan con modificaciones, por cual desarrollar las orientaciones y estándares de prevención, protección e higiene para la no propagación del virus, resulta crítico.

 Es importante valorar que muchas de las organizaciones afirman contar con mecanismos de seguimiento y comunicación con su comunidad escolar; reforzar las capacidades de monitoreo general como el seguimiento específico y derivación de casos detectados por la COVID-19, es importante.

Una acción clave del sector es articular y fortalecer la posibilidad de acceso a medios de alcance masivo, como por ejemplo la TV y Radio y SMS para canalizar las acciones de difusión, sensibilización, comunicación con las comunidades y de educación permanente.

Por último, resulta clave aumentar el apoyo para la impresión y distribución de libros de texto y materiales de aprendizaje individuales a nivel de hogar para los niños y niñas a fin de acompañar y reforzar el proceso de aprendizaje.

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