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Nueve horas de «recreo» en medio de la pandemia

Este domingo y después de un mes de encierro por la COVID-19, niños, niñas y adolescentes volvieron a jugar en la cancha del bloque 1 de Lomas de Urdaneta. El director de Cecodap, Fernando Pereira, advierte que bajo ninguna circunstancia se puede descuidar la salud de los muchachos y muchachas
Reporte Proiuris
Erick S. González Caldea

¡Pasa el balón!, ¡chútala!, ¡Dale, dale!… Una docena de niños salió a las 9:00 a.m. del domingo 26 de abril a jugar fútbol como si sonara el timbre del recreo en Lomas de Urdaneta. Esa fue la reacción ante la flexibilización de la cuarentena que devolvió, por unas horas, las risas y algarabía de los más pequeños.

Aquellos chillidos no se escuchaban desde hacía un mes. Le siguieron el juego de pelota en los pasillos, las patinetas en la calle y los papagayos. Parecía un domingo corriente en Catia, a pesar de ser un «día de parada» en toda la parroquia, impuesto por consejos comunales y otros grupos afectos al oficialismo que han sido encargados de hacer cumplir la cuarentena.

El permiso para jugar en la calle lo había anunciado Nicolás Maduro el viernes 24 de abril. Ese día informó que se efectuaría un «ensayo de flexibilización de la cuarentena» para que niños, niñas y adolescentes menores de 14 años de edad salieran a «estirar las piernas» y a tomar sol, aún en medio de la pandemia del COVID-19 que azota al mundo.

La cancha del bloque 1 de Lomas de Urdaneta tenía casi 30 días sin recibir a los jóvenes, por las restricciones impuestas por los miembros de los consejos comunales y otros grupos afines al gobierno.

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Era de esperarse de que los niños y niñas salieran, algunos con sus tapabocas, prevenidos por sus padres. Otros los tenían colgados al cuello, como un adorno.

Para Fernando Pereira, co-director del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), el hecho que existan medidas de flexibilización de la cuarentena, no significa que se deban debilitar las prevenciones de los padres, madres y representantes hacia sus hijos. “De nada sirve que se flexibilice la cuarentena para que los niños y niñas salgan a jugar si se van a enfermar”, sostuvo.

Explicó que los Estados deben entender que la recreación de los niños, niñas y adolescentes es un derecho humano y tiene igual de importancia que sus otros derechos, como la salud  y la educación.

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Pereira recomienda a los representantes de los niños y niñas no descuidar las medidas de protección para que, en ejercicio de su derecho a la recreación, no se conviertan en foco de infección.

“En este momento es recomendable que los niños y niñas no jueguen en grupos, con pelotas y otros juguetes de contacto. Además, deben estar supervisados por los adultos para garantizar su protección”, sostuvo.

Aun así, el director de Cecodap enfatizó que es necesario que los niños, niñas y adolescentes, así como sus padres, tengan estos momentos de «drenaje», pues el encierro, aunado a la situación de incertidumbre que genera la pandemia, pueden convertir los hogares en focos de violencia intrafamiliar.

“La recreación es para garantizar el aprendizaje, para la salud mental, para ayudar a procesar la angustia y ansiedad, así como a potenciar la resiliencia, la capacidad de los muchachos de salir fortalecidos de esta contingencia. Hay mucho estrés en las familias”, señaló.

Necesidad de esparcimiento

Para algunos padres, el ensayo promovido por el oficialismo fue, literalmente, una bocanada de aire fresco. “A mis niños los tengo todo el día encerrados, no dejo que salgan a la calle, ni siquiera al pasillo. Me da mucho miedo que puedan agarrar algo”, explicó una habitante del bloque 4 de Lomas de Urdaneta.

Ella es madre de dos niños, de 10 y 9 años de edad. Estaba en el pasillo del piso 5, esperando que sus hijos subieran del parque ubicado detrás del edificio.

“No quisiera que estuvieran encerrados. Y, como no tengo muchas cosas para distraerlos, trato de que vean la televisión o usen mi teléfono. Pero eso no es jugar, no como lo hacíamos cuando estábamos pequeños. Además, con todas las tareas que les ponen, me dirás, si no quieren salir corriendo”, señaló.

Ambos niños estudian en escuelas públicas y debido a las dificultades con el acceso a internet, reciben las tareas vía WhatsApp. “La maestra les pide láminas, exposiciones, y caligrafías todas las semanas. Ellos están abrumados, necesitan salir”, dice la madre.

A las 6:00 p.m. del domingo 26 de abril el toque de queda volvió a instaurarse. Los niños y niñas que estaban en el parque fueron llamados por sus padres desde las ventanas y los pasillos. La cancha del bloque 1 quedó otra vez vacía. Fue un recreo de nueve horas, mucho más del que los muchachos y muchachas tienen en las escuelas. Pero, nuevamente, volvió el encierro por la pandemia.

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