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Criados en la calle | El hambre lanza a la calle a niños, niñas y adolescentes

Andrés y María son apenas dos de los pequeños que a diario recorren los puestos de perro calientes de la urbanización Las Mercedes. Las autoridades de Baruta admiten que no tienen suficiente capacidad para proteger a los menores de edad que deambulan por el municipio

Reporte Proiuris

Gabriela Henríquez

Andrés no tiene padres ni hermanos. A los 8 años de edad, su abuela le advirtió que ya no podría mantenerlo. Desde entonces, hace siete años, sobrevive en las calles. Para él la dureza del pavimento no es una metáfora, pues anda descalzo.

El frío de estar en las calles tampoco lo es. Viste una delgada franela blanca con manchas de suciedad y un blue jean gris con huecos. A las 9:30 pm, mientras conversa, se frota los brazos con sus manos para calentar su cuerpo.

Andrés confiesa que conseguir calzado en la calle es muy difícil | Foto: Alan Márquez

“La calle ha sido mi mejor, kínder, liceo y universidad, tanto en lo bueno como en lo malo”, sentencia. Asegura que aprendió a leer y a sacar cuentas con un adulto también en situación de calle, que además lo orientó para no caer en el consumo de drogas.

Su jornada comienza al mediodía y termina pasadas las 10:00 pm. Como si fuese una travesura, cuenta que los domingos puede dormir un poco más y aprovecha la mayor concurrencia que ese día hay en una panadería de Las Mercedes. Por las tardes, deambula por los puestos de perro calientes de esa urbanización. Entre uno y otro, completa su almuerzo. “Si no pido no como”, agrega.

Tiene que competir con los niños más pequeños, quienes suelen recibir más limosnas. Y en las noches, vuelve a hacer el recorrido para cenar. Al final se va a un rincón a las afueras de una panadería costosa a dormir. Así son todos sus días.

Los días de María se prolongan hasta tarde. Abriendo los ojos como expresión de exaltación, indica que se devuelve a su hogar en Chacaíto cerca de la una de la madrugada y asegura que llega muy cansada. Dejó la escuela y ahora pide comida en la calle junto a su mamá. Mientras la niña de 10 años de edad juega con sus amigos, su madre la observa a la distancia, en un lado más oscuro de la calle, mientras conversa con otra mujer.

«Esta es nuestra infancia» | Foto: Alan Márquez

La niña es extremadamente delgada. Con una franela gris de tiras, un short y un gorro de una cerdita, coquetea y parece divertirse en la calle. Los otros niños, todos varones, le quitan su gorro y juegan con él. Emocionada por la presencia de un fotógrafo, posa y sonríe. Está orgullosa de su mamá: “¿ves como todos la saludan y la abrazan?”. Explica que cada vez que puede, ella ayuda a otros niños y los recibe en su hogar para darles abrigo.

Cada niño o niña “de la calle” es el protagonista de una historia distinta. Sin embargo, todos los que dejan el hogar o la escuela para mendigar tienen un mismo impulso: el hambre.

En Chacaíto, todos los días, se reúne a jugar un grupo de aproximadamente cuarenta niñas, niños y adolescentes. De ahí, cada uno toma su rumbo, a veces en pequeños grupos, para pedir comida, generalmente alrededor de establecimientos comerciales concurridos.

Instituciones sin capacidad de respuesta

El 29 de agosto de 1990 Venezuela ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño de las Naciones Unidas. Desde entonces, las autoridades estatales están voluntariamente obligadas a cumplir con los 54 artículos que integran el tratado para garantizar todos los derechos económicos, sociales, civiles, culturales y políticos de los niños, niñas y adolescentes. Asimismo, el documento define obligaciones y responsabilidades de padres, profesores, profesionales de la salud, investigadores, y de los propios niños y niñas.

Las respuestas gubernamentales (en los ámbitos nacional, regional y local) no son suficientes para atender a los niños, niñas y adolescentes que mendigan en la calle, y la emergencia humanitaria compleja ha empeorado la situación.

Luis Sotillet explica que cada vez es más común que grupos familiares salgan a las calles a buscar su sustento | Foto: Alan Márquez

Carla Serrano, socióloga del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Católica Andrés Bello y secretaria general de la Red por los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Redhnna), asegura que el país existe una “orfandad institucional”.

“Nadie habla de la niñez. No hay una autoridad pública que dé la cara por ellos y ellas, ni que atienda sus más elementales necesidades, como la alimentación”, afirma.

Serrano explica que el Instituto Autónomo Consejo Nacional de Derechos Niños, Niñas y Adolescentes (Idenna) debe velar por sus derechos. “Sin embargo, tú entras a su timeline de Twitter y lo único que ves es política partidista. No hay nada concreto que indique qué se está haciendo por los niños y niñas”, agrega.

Carla Serrano critica que si no se hacen diagnósticos de cuántos niños, niñas y adolescentes hay en situación de calle no se pueden hacer políticas públicas | Foto: Alan Márquez

Asegura que el sistema de protección de niñas, niños y adolescentes establecido en la ley “se desvaneció”. Lamenta que ni siquiera haya cifras oficiales disponibles sobre los niños, niñas y adolescentes en situación de calle.

Por su parte, Luis Sotillett, director del Instituto Autónomo Consejo Municipal de Derechos del Niño, Niña y Adolescente del Municipio Baruta, explica que solo existen “aproximaciones” sobre el número de niños en situación de calle. Argumenta que un mismo niño, niña o adolescente puede ser censado en dos o tres municipios de la ciudad. La cifra que maneja, obtenida por un trabajo en conjunto realizado con Unicef en 2018, es de entre 70 y 100 niños de calle en Baruta.

Indicó que cada 15 días o una vez al mes, en el municipio se hacen recorridos, en conjunto con la policía municipal, el Idenna, los consejeros de protección y personal de la Gobernación de Miranda. Aclara que en algunas oportunidades también participan funcionarios de la Policía Nacional, de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) y de la Misión Negra Hipólita.

En estos operativos se buscan a los niños en situación de calle, se ubican en las pocas unidades de atención que funcionan, mientras que se localiza a sus familiares y se reunifican con ellos. No obstante, admite que el municipio no cuenta con entidades de atención que puedan acoger a los menores de edad. Asegura que la falta de recursos les imposibilita tener estos espacios ya que son proyectos de gran envergadura.

No obstante, asegura que desde el municipio sí se llevan a cabo programas para atender a menores de edad que salieron del sistema educativo. “La alcaldía cuenta con el programa Todos Pueden, adscrito a la Dirección de Desarrollo Social, para atender a los niños que salen del sistema escolar. Se trata de un programa que atiende a 25-30 niños por localidad y busca que a finales de año esos niños, niñas y adolescentes atendidos vuelvan a ser inscritos en escuelas. Estas son Ojo de Agua, Las Minas, La Planada y Hoyo de la Puerta. Nuestra meta es atender a 250 niños, 50 por cada sector, que a su vez repercutan de manera indirecta a 50 más”, explica.

Anunció que las autoridades de Baruta están implementando tres programas de fortalecimiento familiar comunitarios para brindar atención psicológica, psicosocial y nutricional a niños, niñas y adolescentes.

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