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Día Internacional de los Derechos Humanos (II)| “La caja Clap llega cada dos meses y nos alcanza para comer tres días”

Irene Arquizones vive en la parroquia Coche. Cuatro de sus seis nietos en edad preescolar presentan talla baja y retardo del crecimiento. Aunque intenta alimentarlos con lo poco que puede comprar, teme que lleguen a la desnutrición. Desde hace un año no comen carne

Betania Franquis Prada

Irene Arquizones de 49 años de edad, vive en el barrio Zamora de la parroquia Coche con su pareja, sus dos hijos y sus 6 nietos. Su esposo es el único que aporta en el hogar con el sueldo mínimo que devenga como recolector de desechos en la compañía de aseo urbano Supra. Aunque ella y sus familiares se las ingenian a veces vendiendo cigarros en la puerta de su casa no les alcanza  para alimentarse.

El alto costo de la vida y la hiperinflación  los ha obligado a reducir las raciones de alimento. Sólo comen una vez al día tubérculos, harina de maíz o granos. Hace más de un año, no compran carne, pollo ni pescado.

Según los resultados preliminares de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) 2018, la pobreza en los hogares de Venezuela aumentó de 46% en 2017 a 48% en 2018. El informe “Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2018”, elaborado por la Organización Panamericana de la Salud revela que 3.7 millones de venezolanos están subalimentados. El mismo estudio apunta que entre los años 2014 y 2017 600 mil personas se mantuvieron mal nutridas, y muchas murieron por la falta de alimentos.

En el hogar de Arquizones, compuesto por 10 personas, la caja de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) no es suficiente. “Nos llega cada dos meses cuando tenemos suerte y alcanza para comer sólo tres días. Lo que trae es pura harina y pasta y es lo que nos toca comer”, afirma la mujer.

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La baja ingesta de nutrientes y proteínas es una realidad que afecta la dinámica familiar. Arquizones relata que cada día es más difícil apaciguar el impacto del hambre en la conducta de los niños. “Uno de mis nietos se pone furioso cuando pasa muchas horas sin comer. Quiere tumbar el rancho. Es desesperante porque no tenemos nada que darle”, dijo.

Cuatro de los seis nietos de Arquizones en edad preescolar presentan talla baja y retardo del crecimiento. Aunque intenta alimentarlos con lo poco que puede comprar teme que lleguen al cuadro de desnutrición. Otro de los niños de apenas un año de edad está afectado por una celulitis infecciosa que enrojece e inflama su rostro. Para sanarse el bebé necesita atención médica y tratamiento antibiótico. “En el Periférico de Coche no están atendiendo a nadie y nos han remitido de dos hospitales más. Tener salud y comida nos resulta casi imposible en este país”, lamentó a las puertas del hospital pediátrico Doctor Elías Toro en Catia.

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