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Ser madres antes que adultas (II) | Tener un proyecto de vida para combatir el embarazo adolescente

Jóvenes de 14 y 16 explican cómo viven la sexualidad y el embarazo, mientras que expertos en salud sexual y reproductiva los métodos anticonceptivos no son la única o la vía más eficiente, para bajar el índice de fecundidad temprana
Reporte Especial Proiuris                                        
María Yolanda García

Una mujer vestida de enfermera abre la puerta del consultorio en cuya cara externa  se lee Servicio de Medicina del Adolescente, observa un listado y convoca: “¡Victoria Naboyán (*)!”, al tiempo que hace un paneo. Sillas de plástico distribuidas en la sala de espera están ocupadas por muchachas cuyas edades oscilan entre 13 y 16 años. Y aunque en todas se observa la lozanía y desenfado que caracterizan la adolescencia, Victoria se distingue del grupo: es la única que no está embarazada.

Con el desparpajo de sus 14 años, Victoria se levanta rauda, cierra un morral que tiene sobre las piernas, se lo coloca en la espalda, entra y se sienta frente a un escritorio que la separa de una mujer que, ataviada con una bata de médico, la saluda con una sonrisa.

-¿Cuántos años tienes?-pregunta la adolescentóloga (médico especialista en atención de jóvenes en edades comprendidas de 10 a 19 años)

-14-responde la joven.

-¿Por qué vienes a la consulta?

-Porque quiero ponerme el aparato- dice la muchacha con seguridad.  La médico se agarra con ambas manos de la silla y se incorpora hacia adelante, para ver más de cerca a la adolescente, quizás, para escuchar mejor a la joven, la única entre las 160 (a veces más) que ve mensualmente en su consulta y que la visita, a motus propio, para prevenir un embarazo.

Victoria interrumpe a la médico que hace un amago por hablar y, sin más, sentencia: “Estoy estudiando bachillerato y voy a seguir estudiando. ¡Quiero ser doctora y quiero ser doctora. Y voy a ser eso. ¿Oyó?!”.

La médico escucha atenta a la joven quien repite –quizás para sí misma- que hará lo posible para ser médico, por lo que tener un hijo no está en sus planes, al menos no a los 14 años. “Yo no quiero salir embarazada muy temprano, yo primero me quiero cuidar. Si yo salgo embarazada, pierdo mi carrera. Quiero ser alguien”.

Un tema de maduración…cerebral

Para Saturnina Clemente -pediatra, puericultora, adolescentóloga- y quien es la Jefe del Servicio de Medicina del Adolescente del hospital J.M de Los Ríos, el sueño de Victoria podría salvarla de engrosar las cifras de embarazo adolescente en Venezuela y América Latina. Pero explica que, además, hay que comprender el desarrollo físico y emocional de estos jóvenes para poner en práctica estrategias que los ayuden a ejercer una sexualidad sana y responsable, así como a identificarse como ciudadanos con posibilidades de desarrollo personal y profesional a futuro.

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“Para evitar el embarazo adolescente debemos cambiar el enfoque que hemos venido utilizando hasta ahora”. Para Clemente hay que dejar de pensar, entre otras cosas, que los métodos anticonceptivos son la única o la vía más eficiente, para bajar el índice de fecundidad temprana.

“El cerebro del ser humano se termina de desarrollar, de acuerdo a los últimos estudios de imagen, a los 21 años, en algunos casos hasta los 24. Lo primero que madura es el centro de la gratificación, el del placer inmediato, el de la impulsividad y de último, madura lo que llamamos la corteza pre frontal, esa área que determina que tomes “decisiones ejecutivas”. Se llaman funciones ejecutivas porque son esas áreas donde vas a evaluar qué elementos tienes para considerar una decisión que te beneficie”.

De acuerdo a este análisis los cuerpos de los adolescentes tienen demandas que sus cerebros no saben controlar. 

Otro elemento que se suma a esta “bomba de tiempo” es que hay personas que se desarrollan a edades tempranas, 9 o 10 años. “Niñas con características de adolescentes que tienen biológicamente capacidad reproductiva, lo que no quiere decir que estén aptas para ello, de hecho físicamente no lo están, que comienzan a ejercer la sexualidad”, explica la médico.

 “El adolescente no se pueden abstraer, su pensamiento es hoy. No se detienen a pensar en ¿qué va a pasar mañana? ¿Qué ocurrirá si salgo embarazada? Tenemos que trabajar eso y hablarles de un proyecto de vida. Eso que comenta la joven de 14 años que quiere ser doctora”.

“Quiero tener un hijo para ser feliz”

Mientras para Victoria ser médico es su proyecto de vida, para Sonia, lo es ser madre… a los 17 años.

La joven asiste a la consulta pre natal. Cuenta que ella y su pareja, de 18 años, dejaron de utilizar el condón porque querían tener un hijo. Después de dos años juntos “hay que tener una familia” enfatiza.

Sonia explica que no conoció a su mamá. “Ella me entregó a mi papá cuando yo tenía 8 meses y se fue a Colombia”.

“Quería salir preñada primero, porque soy hija única, nunca he estado con mi papá ni con mi mamá. Mi papá se murió y mi mamá está en Colombia con sus otros hijos, vivía con mis tías y ellos me echaron a la casa a los doce años. Cuando uno no tiene el apoyo de un padre o una madre uno estorba, y entonces, yo era un estorbo más para la familia que ellos tenían y yo busqué mi familia y mi bienestar”.

Sonia cuenta que “trabajaba de comerciante en Petare, como buhonera. Vivía en casas de mis primas, amigos, un día aquí y un día allá”, explica. A los 15 años Sonia conoció a su pareja –de 16 años en ese momento-  con quien vive desde entonces. 

“Tener un hijo fue una decisión de los dos. Para mi tener un hijo es una responsabilidad y es un método que yo estoy utilizando para ser feliz. Quería tener esa responsabilidad y luchar lo que mis padres no lucharon para tenerme a mí”.

Para Saturnina Clemente “Querer ser madre es como una ganancia secundaria. En nuestro entorno ¿cómo calificamos a una mujer que tuvo cinco hijos y los levantó sola? Como un “palo de mujer” y eso lo escuchan las adolescentes. Hay un reconocimiento. Tenemos un doble mensaje”.

Analizabeth Fermín, trabajadora social del Servicio de Medicina del Adolescente del J.M de Los Ríos, coincide con este criterio y señala que trabajan para combatir, desde la enseñanza, el embarazo adolescente. No obstante, asegura que hacen falta políticas públicas para enfrentar el problema.

“Debo tener una política pública coherente para tener ciudadanos bien formados, con un proyecto de vida, con un ideario de ciudadanía y construcción de un mejor país y para ello, debo ofrecerle metas claras. Pero te digo que te voy a dar un premio a la excelencia si tú estudias, (…) y estoy premiando a quien sale embarazada soy incoherente. Hay que aclararles que las estás ayudando porque el dinero no les alcanza para cubrir los gastos que implica un embarazo, pero señalarles que eso les truncará o retrasará sus proyectos de vida”.

Analizabeth Fermín, trabajadora social del Servicio de Medicina Adolescente del JM de los Ríos/ Foto: Mikel Ferreira

La educación sexual aún es un tabú

Yulbei (*), de 14 años, tuvo sus primeras nociones del sexo a los 12 a través de Internet y, más que conocer acerca de la sexualidad, llegó directo a la pornografía.

“Una amiga mía vio a su mamá teniendo relaciones con un novio. Mi amiga estaba chiquita, tenía 11 años. Su mamá se dio de cuenta que los había visto y le dio una paliza y la castigó. Pero mi amiga se quedó como curiosa de cómo era eso y, un día que estábamos haciendo la tarea escribimos “sexo” en la computadora y vimos videos. Vimos todo, todo, todo” cuenta Yulbei con cierta picardía.

-¿Siguieron buscando contenido sexual en Internet?

-Si

-¿A qué edad comenzaste a tener relaciones?

-A los 13

Yulbei cuenta que tanto varones como hembras tienen acceso a contenidos sexuales en computadoras, teléfonos, tablas a cualquier hora y en cualquier lugar, sin control de sus padres y sin información que los oriente. “En el liceo no nos hablan de nada de eso” comenta.

Y hablar de sexualidad es aún un tabú para padres y docentes.

“Todos los libros de educación básica, incluso los bolivarianos, hablan acerca de educación sexual, pero el docente no sabe cómo decirlo porque no está capacitado para dar la información” señala José Gregorio Bastidas, educador y psicoterapeuta que trabaja con adolescentes embarazadas y tiene, como uno de sus objetivos de vida, abrir cátedras de educación en salud sexual y reproductiva en escuelas, liceos y universidades.

José Gregorio Bastidas quiere abrir cátedras de educación sexual y reproductiva en escuelas, liceos y universidades/ Foto: Mikel Ferreira

“Hay mucha reticencia de los padres y desconocimiento de los profesores. Cuando se habla de esto en un aula de clases los representantes se quejan. ‘Usted lo que quiere es que mi hija ande tirando por ahí. Eso no se debe decir”, protestan. Por el otro, los docentes no manejan los contenidos y también tienen tabúes”.

Bastidas, quien realizó para la Maestría en Ciencias de la Educación y el doctorado en Procesos del Aprendizaje, trabajos acerca de embarazos en adolescentes, identificó que solo la Universidad Pedagógica Experimental Libertador –Upel- impartía educación sexual como materia a los futuros profesores.

 “Y mientras los docentes no imparten esos contenidos y los papás no les hablan de eso en el hogar, los muchachos tienen mucha información. Tienen toda la información necesaria y hasta más de la quisiéramos. Una vez impartía un taller en un colegio, les pedí a los alumnos que escribieran en papeles no identificados para resguardar sus identidades, sus dudas e interrogantes acerca del sexo y los métodos anticonceptivos. Debí responder cosas como esta: ‘Si tengo relaciones anales salgo embarazada?’. El profesor del aula no podía creer lo que escuchaba”.

¿Y los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes?

Saturnina Clemente explica que hay que proteger y preservar los derechos humanos de niños, niñas ya adolescentes, pero que se violentan “cuando no se les garantiza la atención integral. Cuando yo, como médico, limito el acceso del adolescente a un servicio de salud porque no viene acompañado de su representante; cuando, como Estado, no le garantizo al adolescente los tratamientos generales que debe recibir ya sean nutritivos para crecer; anticonceptivos para que se protejan de salir embarazados, así como el acceso a una educación de calidad. Cuando los juzgas y estigmatizas”.

“Cuando en una maternidad tú ves, pintado con Povidine sobre una barriga de una adolescente: VIH Positivo,  es una violación a sus derechos humanos de esas muchachas y eso ocurre” cuestiona.

Los especialistas coinciden en que hay que preparar médicos que manejen una visión holística y con un enfoque social del problema del embarazo adolescente.

“En las carreras que tienen que ver con salud deberían estar incluidos tópicos de salud sexual y reproductiva. En las carreras como psicología, trabajo social, docencia, trabajo social, ciencias de la salud debería haber contenidos que se relacionen con la salud integral al adolescente”, recomienda Saturnina Clemente.

Para la doctora Saturnina Clemente, hay que incentivar en los niños, niñas y adolescentes el concepto de proyecto de vida/ Foto: Mikel Ferreira

(*) Nombres que no son los reales para proteger a identidad de las adolescentes.

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