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Ser madres antes que adultas (I) | “He atendido embarazos en adolescentes de 12 años”

Venezuela es el tercer país de América Latina con mayor número de embarazos adolescentes: 100 casos por cada 1.000 mujeres. Especialistas en el área advierten que la edad de las embarazadas cada vez es menor y que las precariedades económicas y sociales pueden ser una de las causas. Proiuris entrevistó a muchachas próximas a ser madres antes que adultas
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María Yolanda García

Se agacha y casi sin terminar la micción, agarra el envase donde la depositó y lo observa por un instante. Se incorpora, se arregla, saca un frasco de vinagre de un bolso y agrega un chorro. Camina de un lado a otro y a cada rato revisa la hora en su teléfono celular.

Al transcurrir los veinte minutos, quizás los más largos de su vida, toma el frasco y observa que el líquido cambió de color y está cubierto por una espuma blancuzca. Se pone la mano en la frente, se limpia el sudor y pone el envase en el piso.

“¡Esto no sirve!”, se dice a sí misma. Las lágrimas comienzan a correr sobre su rostro, mientras observa la hilera de frascos que ha acumulado: uno con orina y aceite, otro con orina y lejía, el de la orina y el vinagre. Y completan el conjunto varios dispositivos comprados en la farmacia.

Sabe que todos los métodos, caseros o industriales, así como dos meses sin menstruación, ratifican el peor de sus temores: está embarazada.

Valentina (*), de tan solo 14 años, pasará a formar parte de las cifras que ubican a Venezuela como el tercer país de América Latina con mayor número de embarazos adolescentes en 2017, ya que se reportaron entre 95 y 100 casos por cada 1.000 mujeres,  precedido en esta ocasión por Ecuador, con 111 casos, y Honduras, con 103, de acuerdo al informe  Estado de Población Mundial, El poder de decidir. Derechos reproductivos y transición demográfica  2018 , elaborado por el Fondo de Población de la Naciones Unidas  (Unfpa).

La cifra implica que el país no varió la tasa de fecundidad en adolescentes con respecto al año 2016, cuando registró la mayor cantidad de casos en América Latina y el Caribe.

América Latina y el Caribe constituyen la subregión del mundo con la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes, de acuerdo al informe Aceleración del progreso hacia la reducción del embarazo en la adolescencia en América Latina y el Caribe ,  publicado por la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y el Unfpa.

Pero la situación se agrava porque la edad de las adolescentes que salen embarazadas ha comenzado a bajar. “El Unfpa calcula que 2% de las mujeres en edad fecunda en América Latina y El Caribe tuvieron su primer parto antes de los 15 años y cita a estas regiones como las únicas el mundo en la que el embarazo en estas edades presenta una tendencia ascendente”, señala el informe.

Venezuela no escapa de esta realidad. Y aunque los organismos gubernamentales en el país aún no emiten cifras acerca del fenómeno, la atención de embarazos en muchachas menores a 15 años es cada vez más frecuente. 

En la Unidad de Atención Amigable del Adolescente, que funciona en el Hospital Materno Infantil de Petare Yoel Valencia Parpacel, acuden entre 6 y 8 jóvenes en edades comprendidas entre 14 y 17 años para control pre natal diariamente. Por lo menos, una de ellas, es menor de 15 años. “He llegado a atender muchachas de 12 años y ocurre con cada vez mayor regularidad”, señala Darda Ramírez, pediatra especialista en Medicina para Adolescentes  y fundadora de este servicio de atención diferenciada.  

¿Falta de información acerca del uso de anticonceptivos? ¿Poco acceso a estos métodos? ¿Discriminación, pobreza, falta de escolaridad? ¿Carencia de políticas estatales que garanticen el derecho a la salud sexual y reproductiva? ¿Tabúes a la hora de tratar el problema a nivel familiar? ¿Falta de formación en los docentes? ¿Acceso indiscriminado a la tecnología?

Expertos analizan estas y muchas otras variables que conducen a la maternidad en edad temprana, una realidad que tiene consecuencias negativas para la salud y el desarrollo integral de las mujeres venezolanas. Jóvenes embarazadas, con edades entre 14 y 16 años, narraron a Proiuris sus experiencias, sus angustias, sus esperanzas .

De modelo a madre

Los embarazos en adolescentes de 15 años o menos están aumentando en las consultas | Mikel Ferreira

Sobre su espalda una larga cabellera negra que resalta sobre la blusa blanca cuya cara posterior cubre una cadera estrecha. Mide 1.50 mts aproximadamente, quizás pese 50 kilos. Usa un jeans azul marino y zapatillas rojas. Parece una adolescente más hasta que voltea y el vientre, prominente y redondo, deja ver un embarazo avanzado.

“Tengo 36 semanas. Yo conocía algunos métodos anticonceptivos, como el condón, las pastillas anti conceptivas, el aparato tanto en el brazo como abajo. Usábamos condón pero se nos rompió y, cómo yo era muy niña, no sabía qué hacer, no sabía que después de eso tenía que tomar pastillas anticonceptivas para no salir embarazada y bueno… quedé embarazada”, dice Valentina con cierta ingenuidad.

Se mueve de un lado, se pone la mano abierta en la cintura, hace una mueca, esa propia de quien lleva el peso de ocho meses de preñez.

Muchos adolescentes, al igual que Valentina, quien tiene 15 años de edad, conocen acerca de los métodos anticonceptivos. No obstante, esto no implica que sepan usarlos, explica José Gregorio Bastidas, Licenciado en Educación y psicoterapeuta, quien trabaja con jóvenes embarazadas.

“Tienen información, a veces más de la que quisiéramos. Conocen acerca de los métodos anticonceptivos pero no sobre su uso adecuado. Hay muchachos que me han dicho que están tranquilos, que no embarazarán a nadie porque usan doble condón, lo que es un error porque el roce del látex causa que el condón se rompa”, explica Bastidas.

Valentina cuenta que se informó acerca de ellos por Internet.  “Eso no me lo dan en el colegio, en bachillerato no te hablan de eso, por lo menos en mi liceo no” cuenta.

Se toca la barriga, baja la mirada, como rememorando cómo era su vida antes del vientre abultado y los pies hinchados, antes de tener que tomar conciencia de que, en pocos meses, en su caso uno o dos, deberá enfrentar una responsabilidad que se hará mayor cada día. “Ha cambiado mi vida. La gente me mira en la calle y me dicen ‘¡niña, tan jovencita y preñada!” y me tratan mal. Yo tenía una carrera, hacía modelaje y lo tuve que dejar cuando salí embarazada”, prosigue la muchacha.

Pero voltea y, al ver a Josefina (*) , su madre, que la acompaña a la consulta, sus ojos brillan de nuevo y se muestra esperanzada.

“Pienso seguir estudiando, terminar el bachillerato y sacar una carrera en la universidad, porque, gracias a Dios, tengo a mi mamá que me apoya al igual que toda mi familia. Todos están contentos porque es el primer sobrino y nieto”. Asegura que su novio, de 17 años de edad, aunque asustado, estuvo feliz cuando se enteró del embarazo.  “Le conté y aunque se preocupó porque no estaba trabajando,  se contentó. Él comenzó a trabajar desde que yo tenía tres meses de embarazo”, asegura.

 “Sí, él la apoya”, interviene Josefina en alusión al novio de Valentina. Esta madre, próxima a convertirse en abuela tiene 32 años de edad y parió a los 16. Parece no diferenciar entre los términos “apoyo” y “responsabilidad”.

  Los  derechos sexuales y reproductivos fueron reconocidos por 179 gobiernos en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo de 1994, que dio origen a un Programa de Acción innovador en el que se fundamenta la labor del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa)

“Voy a tener una niña. Estamos contentos. Por ahora estamos viviendo cada uno en su casa, a mí se me hace más fácil con la barriga, mi mamá me ayuda.  Mi novio va a seguir viviendo con su papá. Cuando él tenga una casa nos mudaremos, para no estorbar en casa ajena”, dice Valentina sobre su futuro inmediato.

Muchas madres de jóvenes embarazadas también tuvieron sus hijos cuando eran adolescentes | Mikel Ferreira

“Todo va a salir bien”, reafirma la muchacha mientras su mamá la abraza, le peina el cabello con la palma de su mano y le asegura: “Tranquila, yo te tuve siendo una niña. No quería que pasaras por esto; pero si yo pude, tú también lo harás”.

“¿Te violaron? ¿Quién te manda a puta?”

“Cuando terminó la fiesta se ofreció a acompañarnos a todas porque era tarde y el barrio era peligroso. Las dejó a todas pero ya cuando llegábamos me agarró duro por un brazo, me metió por una vereda, me arrancó el vestido y me violó. Se lo dije a mi mamá una, dos, diez mil veces. Le expliqué que no hice nada, pero qué va. No me creyó. ‘¿Quién te manda a andar en la calle, quién te manda a tongonearte tanto? ¿Te violaron? ¿Quién te manda a puta?’, me dijo, y me echó. Solo tenía 13 años”.

A pesar de que han transcurrido 18 años, los ojos de Alida (*)  se enrojecen cuando recuerda.

“Pasé meses en la calle. Dormía donde me agarraba la noche, comí de la basura, pasé frío. Hasta que conocí a alguien que pensé que me cuidaría. Pero tuve que dejarlo porque me maltrataba física y psicológicamente. Le tuve tres hijos, el varón de 18, y dos hembras, una de 17 y otra de 15. Tuve mis tres hijos entre los 14 y los 16 años. No quería que a mis hijas les pasara lo mismo que a mí, pero la de 15 ya se preñó. Qué voy a hacer, la apoyaré”.

Casos como el de Alida (*), de 33 años de edad, constituyen una realidad que, en Venezuela, puede observarse en los distintos centros asistenciales donde adolescentes embarazadas reciben atención. En las historias clínicas de las jóvenes se informa la edad de sus madres: 30, 33, 35, 38.

“En estos días hice una historia médica en la que desde la tátarabuela hasta la niña que estaba atendiendo, era madres adolescentes: cinco generaciones. Es una situación que sigue ocurriendo. Trabajamos por mejorarla, pero no es fácil”, señala Darda Ramírez.

Darda Ramírez insta a dar formación integral a los médicos, con enfoque de derechos humanos |Mikel Ferreira

Eran muchos y…llegó la migración

Para Darda Ramírez, la “soledad” en la que se encuentran algunos de estos muchachos durante el paso de la niñez a la adolescencia es otro factor que influye en el incremento en el número de embarazos y en que estos se produzcan en edades cada vez más tempranas.

“Las razones de que las cifras de preñez no bajen son multifactoriales, pero yo diría, a partir de la experiencia que he acumulado durante más de 20 años de trabajo en Petare, es que nuestro mayor problema es social. Hay tres factores básicos: familia, educación y lo que tiene que ver con el entorno que rodea al joven, bien sea hombre o mujer” señala la médica.

“Tenemos familias donde la mamá es la cabeza de todo, pero no está en casa porque debe trabajar y estos niños y adolescentes están con pilotos automáticos. Nadie los supervisa, nadie los controla, no saben lo que hacen ni con quien se relacionan.  Esa es una situación que se ha agravado con la migración. Los adultos, que eran los referentes de estos muchachos ahora, no es que están lejos en el trabajo, sino que no están, se han ido al exterior, han migrado, y los adolescentes están a cargo de abuelos, de tíos, padrinos, madrinas. Ahora, muchas personas de la tercera edad están a cargo de niños, niñas y adolescentes. Vemos a abuelos que buscan en la basura comida para mantenerse ellos y mantener a sus nietos. La migración ha agravado la situación”.

Un problema de salud pública

Para Ramírez, desde el punto de vista de salud pública el problema no se está enfrentando de la forma correcta, “aun cuando se está trabajando en ello”, acota.

“El Estado está tomando medidas para solventar el problema, pero hace falta el personal indicado para que esto mejore. Hay que formar más adolescentólogos,  más pediatras con visión integral de la niñez y la adolescencia y, sobre todo, que el médico tenga una formación con enfoque de derechos. No podemos actuar con un enfoque netamente clínico, pues nos hemos dado cuenta de que la patología que prevalece es la patología social: los problemas psicológicos, el acoso escolar, la violencia dentro del hogar, el bajo rendimiento escolar, la falta de roles, que alguien dentro de la casa haga el rol de papá, de mamá”.

Maira Frías, terapista ocupacional de  la Unidad de Atención al Adolescente del Materno Infantil de Petare, coincide con Ramírez y expresa preocupación ante factores como la pobreza y la edad de fecundidad cada vez más baja.

Para el año 2011, el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) registró 24% de los nacidos vivos registrados (NVR) de madres menores de 19 años. Aun cuando es conocido que existe un significativo subregistro, se observa un lento pero sostenido ascenso de 21,10% en 2001 a la cifra actual (INE, 2011).

 

“Muchas adolescentes buscan hombres mayores para que las protejan”, advierte Maira Frías, terapista ocupacional | Mikel Ferreira 

“Las adolescentes buscan “alternativas” para salir de situaciones que las afectan. Encuentran entonces una pareja que les da “el amor” que no les da la familia, una pareja de su edad o mayores. En Filas de Mariche tenemos chicas, entre 12 a 17 años, embarazadas de adultos de 53 años y más. Y es que la situación socio económica de estas chicas está tan afectada que deciden, como medio de subsistencia, unirse a una persona mayor que haga las veces de padre, madre y pareja”.

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