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Estrategias del hambre (III) “HAY DÍAS EN QUE COMEMOS UNA SOLA VEZ”

Disminuir las porciones de comida es una de las estrategias de sobrevivencia familiar aplicadas en países de África, Medio Oriente y Asia, según ha determinado Naciones Unidas. El testimonio de Milagros Fuentes demuestra que en Venezuela también hay una crisis alimentaria 

Reporte Proiuris

ERICK S. GONZÁLEZ CALDEA 

En la familia de Milagro Fuentes, de 56 años de edad, ahora se come menos que antes. “Los sueldos que ganamos solo nos alcanzan para comprar comida. Comer es nuestra prioridad. Hay días en que comemos una sola vez, dependiendo de lo que tengamos”, relata la mujer.
Milagro vive con su esposo, una hija y cuatro nietos menores de edad. Lo que más le mortifica es la alimentación de los niños y afirma que se ha visto obligada a reducir las porciones de comida de los adultos: “Dejamos de comprar carne y pollo. No se consigue y cuando hay están muy caros”.

Milagro Fuentes, de 56 años, tiene que hacer cola cada tres días para comprar en los abastos a precio regulado. MIKEL FERREIRA

En su casa los tres adultos trabajan. Entre todos suman un ingreso mensual de 1.378.522 bolívares, equivalentes a tres salarios mínimo y tres bonificaciones de alimentación. Pero Milagro precisa que gastan aproximadamente 1.200.000 bolívares en comida.
Asegura que los productos que distribuyen los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) solo le duran una semana y no satisfacen las necesidades alimentarias de su familia. “Tenemos que comprarle a los bachaqueros. Estamos extremadamente pobres, carecemos de todo y ningún ente público ni nadie se dedica al pueblo”, señala.

La bolsa CLAP tiene un costo de 18.000 bolívares, su distribución es a través de los Consejo Comunales. Trae tres latas de sardinas, dos atunes, dos kilogramos de caraotas , tres kilogramos de pastas, dos kilogramos de leche, cinco kilogramos de harina de maíz y dos kilos de arroz.

Cada dos días Milagro, junto a otro grupo de aproximadamente cien vecinos, sale de su casa a las 4:00 am a hacer cola frente a un abasto ubicado en la calle Simón Bolívar, en Catia. Allí esperan un camión que los surte de alimentos. “Hago la cola porque dejamos de comer. Nos sentimos humillados, deprimidos por esta situación que nunca habíamos vividos”, dice con indignación.
“Uno de mis nietos sufre de hipoglicemia, por lo que los gastos de la familia también incluyen sus medicamentos, imprescindibles para mantenerlo sano. También sufro de la tensión y nunca consigo las pastillas. Se gasta más de lo que uno gana, no sabemos qué vamos a hacer”, expresa la angustiada mujer.

 

Lee la siguiente entrega de las «Estrategias del hambre», en los siguientes enlaces: (IV)

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